Turbulencia económica mundial en 2025: el tsunami arancelario de Trump
Lo más seguro es que esta incertidumbre abra otros horizontes en la esfera política internacional

Por el Dr. Jorge Navarro Lucio
La aplicación de una política arancelaria amplia por parte del presidente Trump ha generado grandes repercusiones en el comercio mundial, que, según los economistas, es la más significativa desde la Segunda Guerra Mundial. En este año 2025, esta medida ha causado una gran turbulencia económica a nivel global, afectando tanto a los mercados como a las empresas y hogares de todas partes del mundo.
El nuevo panorama arancelario
Durante la primera semana de abril, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China se han intensificado, lo que ha tenido un impacto significativo en el panorama económico mundial. Todo comenzó bajo el liderazgo renovado de Donald Trump denominado “2.0”, con políticas públicas centradas en una guerra comercial sin restricciones a través de Órdenes Ejecutivas, causando grandes efectos en los mercados financieros globales.
Las políticas públicas adoptadas han llevado a una situación caótica y a la implementación de un nuevo sistema de aranceles agresivos, tanto reales como temporales. Estados Unidos ha elevado sus aranceles del 104% al 145% para las importaciones provenientes de China, una cifra históricamente alta y mayor a lo que se había anunciado originalmente. En respuesta, China ha establecido una tarifa del 84% sobre todos los productos estadounidenses, lo cual representa un aumento significativo en comparación con su tasa previa del 34%.
El reciente comportamiento del mercado ha sido muy inestable debido a los hechos mencionados. Un índice que ha reflejado esta volatilidad es el S&P 500, ya que en los últimos días ha tenido fluctuaciones significativas. Por ejemplo, el 9 de abril aumentó un 9.5%, pero al día siguiente cayó un 3.4% debido a señales confusas sobre la aplicación de aranceles. Según expertos, las pausas en su implementación podrían ser una señal de negociaciones futuras, pero estas posibilidades se desvanecen cuando Trump asegura que los aranceles se mantendrán. Ante estos escenarios de incertidumbre, en tan solo dos días el índice S&P 500 tuvo una caída del 6.3%, lo que representa una pérdida de más de 5 billones de dólares (5 trillion US dollars). Esta cantidad es tres veces mayor que el Producto Nacional Bruto (PNB) de México, lo cual demuestra el impacto económico negativo causado por la incertidumbre arancelaria.
El efecto dominó ha sido particularmente pronunciado en sectores específicos. La industria del entretenimiento se ha convertido en una víctima inesperada de las medidas de represalia de China, con su decisión de restringir las importaciones de películas estadounidenses lo que ha producido movimientos bruscos en las acciones de Warner Brothers Discovery con desplomes de 13.8% y las de Disney un 6.6%. Estas medidas específicas sugieren que la estrategia de China va más allá de la simple reciprocidad arancelaria para incluir a los sectores culturales y del entretenimiento. El tema chino debe ser visualizado con otra óptica porque no sólo es la fábrica del mundo sino una potencia mundial en ciencia y tecnología. El mundo depende de las innovaciones chinas prácticamente en todos los productos de las cadenas de suministro.
Los mercados europeos no se han librado de las consecuencias de esta incertidumbre causada por la Casa Blanca. Los principales índices, como el FTSE 100 (-2.92 %), el DAX alemán (-3 %) y el CAC 40 francés (-3.3 %) registraron pérdidas significativas. Sin embargo, la decisión de la Unión Europea de retrasar las medidas de represalia durante 90 días ha abierto una ventana para posibles soluciones diplomáticas coyunturales, difícilmente se va a regresar a la estabilidad e incertidumbre mundial que prevalecía antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Los mercados asiáticos presentan un panorama mixto. Mientras que el Nikkei 225 de Japón y el índice de referencia de Taiwán han sufrido fuertes caídas, los mercados internos chinos han mostrado una notable resistencia. La intervención del gobierno chino ha ayudado a impulsar el índice compuesto Shanghái SSE un 1.1% y el índice compuesto Shenzhen SE un 2.2%, en contra de la tendencia mundial a la baja.
El mercado de bonos también ha reflejado esta incertidumbre. El movimiento del rendimiento del bono del Tesoro a 10 años del 4.30% al 4.39%, tras una breve calma durante la pausa arancelaria de Trump, indica preocupaciones más profundas sobre las perspectivas económicas, pero también esperanza de que el gobierno de Trump sucumba a las turbulencias económicas doméstica y cambie el rumbo sobre sus políticas arancelarias. Para los estadounidenses está claro que estas fluctuaciones tienen implicaciones significativas tanto para las tasas hipotecarias, rendimientos en los ahorros de los retirados y las condiciones crediticias tanto para las personas como para los negocios.
La administración de Trump, a través del secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha indicado su voluntad de negociar, aunque las publicaciones del presidente en Truth Social continúan enfatizando una línea dura, instando a las empresas estadounidenses a reubicarse en el país para evitar impactos arancelarios y regresar a una economía del siglo XIX. Mientras tanto, como señala el estratega de UBS, Bhanu Baweja, incluso si los aranceles finalmente se reducen, el daño a las expectativas de ganancias corporativas de EE. UU. ya está hecho.
Si la política económica de la Casa Blanca continúa en esta dirección, es probable que los mercados se enfrenten a una mayor inestabilidad. Aunque China ha dicho que no quiere entrar en una guerra comercial, sus acciones muestran su determinación de proteger sus intereses económicos y nacionales. Para los chinos, la “etapa de la humillación” terminó cuando se convirtieron en una potencia mundial, por lo que cualquier diálogo con ellos debe ser en condiciones de igualdad y respeto. Sin embargo, Trump ve la negociación arancelaria con China como un juego de cartas y afirma ante los medios que “no tiene las cartas para ganar esta contienda”, lo cual no es una postura correcta para lograr los acuerdos diplomáticos y financieros con el gigante asiático. Con el aumento de los temores de una posible recesión global, la economía mundial se encuentra en una coyuntura crítica, a la espera de ver si los canales diplomáticos pueden prevalecer ante las acciones y reacciones proteccionistas.
El panorama arancelario por el momento:
China por lo pronto se enfrenta a tasas más pronunciadas, entre un 125-145%
Japón y Corea del Sur: 24% y 25% respectivamente.
México 25% en automóviles y aranceles al acero y aluminio (condicionamiento a represalias por el controversial tema hídrico binacional además del migratorio y el trasiego de drogas)
Un arancel básico del 10% para todas las demás naciones
Impacto para el “ciudadano de a píe” y las PYMES en Estados Unidos
La implementación de aranceles recíprocos representa un desafío económico significativo para las pequeñas empresas estadounidenses, que constituyen casi el 50% del empleo del sector privado. Estas empresas, definidas por su número de empleados de menos de 500 y sus ingresos de 7.5 millones de dólares anuales en promedio, se enfrentan a una presión desproporcionada de los nuevos aranceles de importación.
Las implicaciones financieras son dobles: las empresas deben transferir los costos a los consumidores a través de aumentos de precios o absorber los aranceles a expensas de sus márgenes de beneficio. Esta carga es particularmente aguda dadas las limitadas reservas de capital de las pequeñas empresas en comparación con las corporaciones más grandes. Como señala el economista de Gusto, Aaron Terrazas, la situación crea un efecto compuesto en el que las empresas se enfrentan simultáneamente a elevados costos de proveedores y a un gasto cauteloso de los consumidores.
Un estudio de caso, de la empresa de papelería en línea Simplified, ilustra estos desafíos. La empresa, que ha mantenido operaciones de fabricación chinas desde 2013, proyecta gastos arancelarios adicionales de 630,000 dólares en el próximo año, una carga financiera sustancial que ejemplifica el impacto más amplio en las pequeñas empresas estadounidenses, cuyo costo finalmente se trasladará a los consumidores.
Una crisis onerosa para el consumidor
Los aranceles de 2025 golpearán duramente los bolsillos de los estadounidenses. Antes de que los consumidores puedan ajustar sus hábitos de compra, los precios se dispararán un 2.9%, lo que le costará al hogar promedio $4,700. Incluso después de que las personas cambien a alternativas más baratas, aún enfrentarán un aumento de precio del 1.7%, o $2,700 por hogar. En tan sólo un mes, las principales compañías en Estados Unidos como Best Buy, Walmart, Cotsco, etc., han incrementado los precios de sus electrodomésticos y electrónicos entre 400 y 500 dólares. La popular cámara digital Nikon D850 que tenía un precio, antes de enero 20, de 2,900 dólares pasó a 3,400 dólares el 8 de abril. El arancel finalmente es un impuesto al consumidor.
El daño económico es más profundo para la economía estadounidense. La combinación de aranceles estadounidenses y medidas de represalia de los socios comerciales reducirá el crecimiento del PIB en 1.1 puntos porcentuales en 2025. La pérdida de puestos de trabajo será severa: 740.000 puestos de trabajo menos y el desempleo aumentará en 0.55 puntos. Lo más preocupante es el daño permanente: el PIB se contraerá un 0.6% (170,000 millones de dólares anuales) sin que se vislumbre una recuperación, mientras que las exportaciones se desplomarán un 16%. No se trata solo de una disputa comercial temporal; es un golpe estructural al poder económico estadounidense.
Los consumidores estadounidenses son los más afectados desde que iniciaron estas políticas arancelarias:
Se prevé que los precios al consumidor en general aumenten un 2.9%
Los precios de la ropa podrían dispararse un 58%
Los artículos esenciales, desde comestibles hasta productos electrónicos, enfrentan aumentos de precios significativos Automóviles de 3,000 a 8,000 dólares

Interrupción de la cadena de suministro global
La política comercial de Estados Unidos antes de la pausa de 90 días y el aumento generalizado del 10% reciproco tenía como objetivo a varios países. Pongamos el ejemplo de Camboya con una tasa arancelaria del 49%, que supuestamente se iba a imponer antes de esta pausa, era la más alta, a excepción de China, en el nuevo plan comercial, decía que su objetivo principal era que la fabricación regresara a Estados Unidos. Los datos del mercado y los expertos de la industria indican un resultado diferente: es probable que la producción estadounidense se siga trasladando a otros países de bajo costo productivo en lugar de regresar a Estados Unidos.
En el caso de Camboya, según los datos de comercio: el arancel que prevalecía, antes de la toma de posesión de Trump, era en promedio para los productos camboyanos del 2.6%, mientras que el arancel promedio de Camboya para los productos estadounidenses era de 8% a 49%, dependiendo el producto exportado (licores y perfumes llegaban a mayores tasas arancelarias). Los otros datos, de la Casa Blanca decían que los aranceles camboyanos alcanzaban el 97%. Según información de la Organización Mundial del Comercio esta información no es correcta.
Estas declaraciones de la Casa Blanca tuvieron efectos inmediatos en el sector manufacturero de Camboya. Grandes compañías que operan al menudeo como Under Armour, Lululemon, Adidas y Bass Pro Shops que importan productos asiáticos que van desde prendas de vestir hasta bicicletas, muebles y electrónicos – han detenido sus nuevos pedidos de Camboya. Los operadores de fábricas están explorando posibles reubicaciones a Egipto, África subsahariana, India e Indonesia, donde las tarifas son todavía más favorables.
La economía, de las cadenas de suministro, explica por qué es poco probable que EE. UU. logre que las empresas vuelvan a su país. Si bien es cierto que aplicar un arancel del 49% a las importaciones de productos camboyanos las hace menos competitivas también es cierto que fabricarlas en Estados Unidos es insostenible, por ejemplo, las industrias estadounidenses que operan a través de uso intensivo de fuerza de trabajo no están pensando en regresar a Estados Unidos sino en buscar otras alternativas más rentables en el extranjero. Según un análisis de HudsonWinters sobre empresas que operan cadenas de suministro con uso intensivo de fuerza de trabajo indica que los fabricantes se inclinarán hacia países con aranceles más bajos, eligiendo por ejemplo una locación con un arancel del 20% en lugar de una del 40%, pero siempre evitando los costos de producción existentes en EE. UU. En otras palabras, se entrará a una etapa global de ajuste y relocalización de empresas.
Según el Departamento del Tesoro, se espera que los ingresos por aranceles disminuyan a medida que la fabricación se traslade a Estados Unidos, pero esto es una quimera, ya que incluso regresar las operaciones a Estados Unidos las empresas estarán sujetas a impuestos excesivos, altos costos de mano de obra y aumento en los impuestos sobre la nómina laboral de las “nuevas industrias nacionales” a parte del pago por servicios de publicidad y logística. Sin embargo, expertos en cadena de suministro anticipan un crecimiento mínimo en la manufactura estadounidense (no se puede regresar a la economía del siglo XIX), prediciendo que en su lugar habrá una redistribución empresarial trasladando las operaciones a economías en desarrollo donde los costos laborales siguen siendo más competitivos a pesar de las represalias arancelarias.
El sector manufacturero está experimentando en estos momentos un desequilibrio masivo. Las empresas se esfuerzan por reubicar las instalaciones de producción, y muchas buscan logares como:
Egipto
África subsahariana
India (a pesar del arancel los costos de mano de obra son ínfimos)
Indonesia
Efecto dominó económico
El impacto macroeconómico es severo:
Se prevé que de continuar esta andanada de aranceles el PIB de EE. UU., a finales de la era Trump, habrá disminuido un 8%
El hogar promedio de ingresos medios anuales enfrentará una pérdida de alrededor de $58,000 anuales
Los patrones del comercio mundial se están reconfigurando fundamentalmente con relocalización de empresas, proteccionismo y descenso en la producción de bienes manufacturados.
Respuesta internacional
La comunidad internacional no se ha quedado de brazos cruzados. China ha respondido con aranceles del 84% a las importaciones estadounidenses (ya lo incrementó a 125%, al descubrir que tiene “más cartas” de las que decía Trump), mientras que otras naciones están formando nuevas alianzas comerciales que excluyen a Estados Unidos. La situación es particularmente crítica dado que China y Estados Unidos juntos representan aproximadamente el 43% de la economía mundial, la maravillosa era de la tecnología e innovación ha entrado a un impasse y no se trata de una causal estructural de los modelos económicos, dice Lawrence O’Donnell, “sino producto de un solo hombre: Donald Trump”.
Conclusión: un futuro incierto.
A medida que el mundo enfrenta esta nueva realidad económica, muchos economistas predicen que el fenómeno no es coyuntural de unos meses, sino que estas interrupciones persistirán durante varios veranos y hasta el fin del mandato de Trump. La economía mundial se encuentra en una encrucijada, con el potencial de cambios duraderos en las relaciones comerciales internacionales y la dinámica del poder económico. Hoy en día se preguntan muchos empresarios sobre cuáles serán las reacciones y presiones de los agentes económicos en particular el mercado bursátil y en general la capacidad de los CEOs de las empresas más poderosas y de la diplomacia internacional aliada para cabildear a la administración del presidente Trump e instarle a cambiar el rumbo. ¿Será el Arte de Negociar y llegar a acuerdos? ¿Será una etapa acciones y reacciones? Lo cierto es que la economía global y geopolítica ha dado su primer gran giro y no se sabe cuándo se detendrá entre la incertidumbre, inestabilidad y el conflicto.
Este caos económico, tiene como primer momento, las elecciones legislativas estadounidenses de medio término y el futuro del partido republicano; en segundo, la elección presidencial. Por lo pronto, lo más seguro es que esta incertidumbre abra otros horizontes en la esfera política internacional. Aparecerá una China mucho más fuerte y estratégica con mayor desconfianza y cautela ante este panorama económico comercial y geopolítico. No hay que descartar que nuevamente se ponga en el centro de las disputas geopolíticas el tema de Taiwán (los semiconductores) y una mayor posibilidad de que China incremente su liderazgo en el sudeste asiático. En lo político China no puede regresar a la era de la humillación porque aún está presente en la psique nacional las desigualdades de la era de la Guerra del Opio, condición cultural que choca con la presión estadounidense. Estados Unidos debe superar esa visión simplista sobre China y reconocer su complementariedad en la economía global y reconocer su resiliencia histórica.
Estados Unidos ha abierto nuevos frentes comerciales, económicos y financieros internacionales mientras prevalecen conflictos sustanciales como la guerra entre Rusia y Ucrania, el conflicto entre Israel y Medio Oriente, las crisis migratorias, el trasiego de droga y las turbulencias en África.