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Reflexiones sobre el mundo y la relación México-EUA en la “Era Trump”

No existe en el mundo otra relación bilateral como la que se da entre México y EE.UU., en la cual dos naciones sea tan vital para la prosperidad, bienestar y seguridad una de la otra. Cada parte es interdependiente la una de la otra. Por ello, para entender esta relación tenemos que visualizar lo que está pasando en el mundo en su totalidad.

Estamos viviendo una nueva configuración del poder internacional. Ésta no es más que un nuevo período mundial que se ha estado generando a partir del término de la Guerra Fría, con cambios dramáticos en las concepciones geopolíticas y geoeconómicas en la búsqueda de un nuevo ajuste del equilibrio de poderes militares-político-económicos, de coordinación, cooperación o confrontación entre las grandes potencias del orbe. Así pues, todo lo dicho demuestra el papel fundamental que EUA, Rusia y China han jugado en la nueva configuración del poder mundial y su nuevo carácter como líderes globales.

El mundo se encuentra viviendo una crisis global con grandes convulsiones y los conflictos se han multiplicado de manera alarmante. Se ha avanzado en declaraciones y acuerdos internacionales para detener el problema grave del medio ambiente mundial pero persiste como tal y se ha agravado. Se dio el fin de la Guerra Fría pero surgió una Guerra Geoeconómica en la lucha por la conquista

de los mercados, abundan las guerras cibernéticas y las guerras del agua están por aflorar. Se dio el desmantelamiento del sistema socialista, de la URSS y de la China socialista, pero han resurgido los nacionalismos a ultranza que amenazan las estabilidades regionales, y en particular al modelo de unidad denominado Unión Europea y se ha dado el Brexit. La recesión de la economía mundial ha reaparecido como un gran fantasma, la polarización creciente entre el Norte rico y el Sur pobre persiste y la desigualdad aumenta. La carrera armamentista sigue creciendo en particular en el noreste asiático. Asimismo, el problema del narcotráfico y del terrorismo internacional en lugar de disminuir ha aumentado.

La reflexión, es clara seguimos viviendo tiempos difíciles, pero lo que es peor aún, es que no hay líderes mundiales a la altura y envergadura para resolver o proponer soluciones globales, reales y estables a todos esos problemas.

Vivimos en “democracias sin demócratas” plagadas de corrupción que sólo buscan beneficio personal económico y político sin interesarles en lo más mínimo las sociedades y mucho menos el trabajar por el bien común de sus poblaciones. Donald Trump leyó la mente de los estadounidenses desamparados u olvidados por su sistema político decadente y así ganó las elecciones.

El hecho fundamental es que si no se realizan los cambios necesarios, y se da solución a los problemas económicos, sociales, políticos y con una mayor apertura democrática será más complicada la sociedad global. Los desafíos de los gobiernos, hoy en día, son el de luchar para mejorar la vida socio profesional de sus compatriotas, proteger su poder adquisitivo, garantizar la vivienda y luchar contra la corrupción y el terrorismo, el respeto a los derechos humanos, la desigualdad, desterrar la impunidad y lograr el imperio de la ley. etc. Por ello, ante la barbarie, se debe buscar la consolidación de sociedades más justas, con menos impunidad, con más igualdad social, con más respeto a los derechos humanos, sin corrupción, y con la fuerza y la voluntad de la población. Es el desafío de México frente al nuevo gobierno de EUA. Seremos más fuertes en la negociación frente a EUA si enfrentamos esos desafíos de casa con seriedad.

En estos momentos de incredulidad del ciudadano común hay que darle valor a la palabra, y que la palabra corresponda a los hechos y que los hechos correspondan a la palabra. Hoy estamos viviendo horas de insólita gravedad. De ahí la necesidad de estar unidos como ciudadanos ante las dificultades y restañar conjuntamente todo el tejido social. En toda democracia la gestión gubernamental, hoy llamada gobernanza, supone un diálogo franco y amplio con todas las fuerzas políticas. Insisto no sólo hay que resolver la cuestión relativa a la productividad y a la competitividad. Entre otras cosas, también se requiere certeza jurídica, transparencia, gobernabilidad, transparencia, honestidad, distribución equitativa de la riqueza y credibilidad para seguir creciendo. Eso nos dará la fortaleza necesaria que hoy requerimos frente a EUA y al mundo.

En suma, en varias regiones del mundo, y México no está excluido de ello, el deterioro de los gobiernos se agudizó, hecho que se vio reflejado en lo que podríamos llamar “una condición de anomia nacional o regional, que es el estado de desorganización social como resultado de la ausencia o degradación de normas sociales, que ya no son respetadas por los individuos ni sus gobiernos”. Queda claro que la seguridad depende, sobre todo, de las condiciones políticas y socioeconómicas de cada país. Por ello, México debe afrontar este desafío para estar fuerte frente a EUA.

Frente a la era Trump, México tiene elementos sólidos para negociar y coordinarse con EUA y no confundir negociación con subordinación. En Estados Unidos viven 35.5 millones de personas de origen mexicano. Once millones son mexicanos de primera generación, el resto son de segunda o tercera generación. En conjunto generan el 8 % del Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense. Esta minoría representa alrededor del 10 % de la población total del EE.UU. Una de cada tres de esas personas de origen mexicano son jóvenes. Los inmigrantes mexicanos son propietarios de más de 570, 000 empresas, una de cada 25 en los EE.UU. Esto es, uno de cada 10 mexicanos que viven en EE.UU. son propietarios de sus propias empresas, que entre 1990 y 2015, generaron ganancias por más 17 mil millones de dólares.

Más de 6 millones de empleos en EE.UU. dependen de la relación comercial con México. Cuarenta centavos de cada dólar gastado en productos mexicanos apoyan empleos en EE.UU. Las exportaciones de EE.UU. a México son mayores que sus exportaciones a China y Japón juntas. La inversión de México en EE.UU. suma un total de 17.6 miles de millones de dólares y ha crecido más de 35 % en los últimos 5 años. La red de 12 tratados de Libre Comercio de México, con 46 países, significa que las compañías estadounidenses que manufacturan en México tienen acceso libre de aranceles al 60 % del mercado mundial. El comercio bilateral anual entre México y EE.UU. representa 531 mil millones de USD. México exporta a EE.UU. 2.7 veces más que Brasil, Rusia, India y Sudáfrica juntos. Desde 1994 al 2015 el comercio bilateral ha aumentado más de 483 %. Todo lo anterior representa que cada minuto se comercia un millón de USD., debido a esa profunda relación bilateral. Es decir, la comunidad mexicana en EE.UU. contribuye diariamente al crecimiento económico y el desarrollo social de EE.UU. Además, a través de la frontera compartida, un millón de personas y cerca de 370 mil vehículos cruzan legalmente todos los días.

En ese tenor, el presidente Donald Trump renegociará acuerdos internacionales de comercio, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), o se retirará de ellos si no está satisfecho. Trump y sus asesores deberían de pensar más a fondo sobre esa política regresionista y aislacionista, pues es altamente probable que el mercado mexicano y estadounidense presentarían una contracción importante con impacto regional y mundial. México es el segundo mercado más importante de las exportaciones estadounidenses y el tercer socio comercial de Estados Unidos. Esta es la relación bilateral colindante más importante a nivel global, pues el comercio de México con Estados Unidos en un solo día se equipara a todo el comercio de América Latina por un año. Dicha acción afectaría la economía, las inversiones y el desarrollo de ambos países. Los sectores que tendrían un mayor impacto ante la salida de Estados Unidos del TLCAN serían el agropecuario y el automotriz, además del energético, manufacturero, aeroespacial, y farmacéutico. Los estados estadounidenses más afectados serían Arizona, California, Luisiana, Nuevo México y Texas, por el nivel de comercio que tienen con México.

Finalmente, es importante destacar que el gran afectado con esta decisión sería el propio Estados Unidos, ya que de lo que produce ese país el 40 por ciento son con insumos mexicanos. Ante ello, se requiere de una gran dosis de mesura.

Además, vale la pena hacer una reflexión en cuanto a la población mexicana se refiere, ¿quién mejoró con el TLCAN? Hay estudios profundos de investigadores de El Colegio de México, de la UNAM y de instituciones de los Estados Unidos, en los que se expone que los grandes ganadores fueron los estados del norte del país. En el sureste de México fue todo lo contrario, el comercio no mejoró en absoluto. Hubo un desbalance en el desarrollo, no hubo proyectos de cohesión social o para canalizar la inversión a esos estados pauperizados. Concentrarse en la región norte del país fue un error lo cual tiene que corregirse y evitarse en el futuro. No, no, no queremos un norte rico y un sur pobre. Además, tampoco se dio continuidad y estrategia en la promoción integral de las exportaciones. Se tenían altos y bajos, y no se dio la transformación. Es cierto, el comercio aumentó en 400% con los socios del TLCAN. Estamos muy nor-tea-dos. Seguimos des-orien-ta-dos. Hay que ver más al oriente y menos al norte. Llegó la hora de corregir.

Basta señalar que de 1994 a 2016, la proporción de comercio prácticamente sigue siendo igual. Estamos concentrados en un grupito de naciones y no nos diversificamos, tal como lo han hecho los socios comerciales. Canadá es prueba de ello. Este país era exportador de madera, cereales y pescado en 1993 y 1994, y hoy, lo es de alta tecnología. De México ¿Podríamos decir lo mismo? Rotundamente no. Hay algo que falló y no queremos quedarnos en el pasado. Es vital corregir lo malhecho y tener una nueva visión hacia el futuro. Entre 1994 y 2016, el Producto Interno Bruto (PIB) mexicano cayó. Estábamos en la novena posición, hoy ocupamos la decimoquinta, el PIB per cápita pasó de la posición 47 a la 71. Los salarios entre 1994 y 2015 solamente subieron 2.3%; hoy el desempleo se ubica en casi 5% frente al promedio de 3.1 entre 1990 y 1994. Hoy somos más de 120 millones de mexicanos. La pobreza sigue estable en un poco menos del 50% de la población, conforme a las cifras del Center for Economic and Social Research of New York, y el INEGI.

Ante estos hechos reales de la era Trump, entre otras acciones, como señala acertadamente el internacionalista Manuel Martínez Bustos, se tendrá que verdaderamente diversificar los mercados de exportación, los inversionistas extranjeros y mejorar la infraestructura   nacional para lograr esos objetivos. Se tendrá que dar una enorme prioridad al mercado interno y al consumo de productos hechos en México. Y finalmente fortalecer a profundidad y con enorme seriedad las relaciones con Rusia, China etc.

En relación al muro, hay que recordar que la frontera entre México y EE.UU. originalmente no tenía muros, sólo postes que indicaban el inicio de cada país. El flujo migratorio tuvo un auge después del establecimiento del ferrocarril que acercó más a los dos países a principios del siglo XX, y debido a la demanda de mano de obra creada por el proceso de industrialización de EE.UU. y a la generación de flujos y contra flujos provocados por las guerras en las que EE.UU. se vio involucrado.

A raíz de la instrumentación de la Operación Guardián en 1994 se empezó a erigir el gran Muro, para cubrir la zona Tijuana-San Diego. En 2005, se estableció el Plan para reforzar el muro y es en el 2006, que por medio de la Secure Fence Act se apruobó la ampliación para seguir construyendo el Muro con una longitud de 1,125 kms.

Con la Resolution 6061 se autorizó el incremento de la presencia de la Patrulla Fronteriza. En el 2010, el presidente B. Obama ordenó parar la construcción. Esto es, la Iniciativa de la Frontera Segura (Secure Border Initiative Network – SBI-net) fue suspendida en 2011, después de seis años de funcionamiento y debido a su ineficiencia y altos costos asociados. En esta tesitura tenemos que entender que la obcecación de Donald Trump -como señala Pedro García Otero- también tiene como fondo el interés y el involucramiento de los negocios y cabilderos en el proyecto de amurallamiento de las grandes industrias. Todas ellas ligadas a la producción de bienes y servicios de la defensa y seguridad, desde los productores del acero, del alambre de púas, de automotores y de los uniformes de guardias, hasta los gigantes productores de drones y de aparatos de alta tecnología como Boeing, Lockheed Martin, Northrop y General Dynamics,etc. Es evidente, que los intereses económicos y políticos involucrados son poderosos y están muy comprometidos. Basta echar un vistazo a lo que representa y ofrece la feria de seguridad fronteriza Border Security Expo donde se exhiben desde cactus con cámaras ocultas hasta dispositivos que superan los límites de la imaginación y de la ciencia ficción.

El nuevo presidente de EUA, Donald Trump, plausiblente terminará de construir entre la frontera de México y E.E.UU. un muro de más 3,400 kms. de longitud con un costo de más de 10,000 millones de dólares para evitar la entrada de inmigrantes mexicanos y de otras nacionalidades. No nos asustemos, con muros y sin muros, la relación continuará por su interdependencia histórica. Dicha acción no es una varita mágica y que con ello se solucionarán todos los problemas existentes en los EE.UU. que achaca a los migrantes. De ahí la necesidad de fortalecernos internamente para lidiar desde la fortaleza y no desde la debilidad con Trump y la nueva plutocracia gobernante en EUA.

Vale la pena recordar -en ese contexto- que el trato de socios que tomó tiempo para consolidar y predominar entre México y Estados Unidos después de afrentas históricas, está diluyéndose rápidamente desde que el entonces candidato presidencial Trump tomó el tema de la discriminación a mexicanos y del odio a migrantes como bandera política. Dicha posición ha despertado, entre un sector de la población de EUA, un sentimiento de animadversión o xenofobia a lo mexicano en particular y a lo extranjero en general. Se tendrá que lidiar contra ello también con inteligencia y estrategia.

Trump debiera revisar la historia sobre la Muralla China, la Muralla de Adriano, la Muralla de Antonino, el muro de Berlín, el muro EUA-México, etc. Sobre este último, las razones que se aluden para su construcción son múltiples: combatir la violencia, el narcotráfico, la inmigración ilegal o incluso la fiebre aftosa, pero el resultado es siempre el mismo: separar y atemorizar. Hay casi una veintena de Muros que siguen en pie en el mundo. Los muros no han caído pero caerán, pues los Muros no unen. etc. Además, demuestran que eso de levantar muros no viene de ahora, que es una vieja y perversa solución que ha recluido temporalmente a las sociedades y naciones por diversas razones; pero que esos muros han durado y duran sólo un instante en el contínum de la historia de la humanidad y han sido y serán derrumbados más pronto que tarde por la misma realidad internacional de nuestros tiempos.

Líderes con visión histórica han dicho con toda razón que: “Una nación se encarcela con muros”. Tienen toda la razón, la autarquía en esta etapa de la historia mundial es imposible, pues los muros excluyen, aíslan, crean resentimiento y descalifican. Contrario a ello se debe fortalecer la cooperación ante un mundo ya dividido. Los muros son políticamente incorrectos. La gente que vive de un lado y del otro conviven con sus beneficios y sufre sus consecuencias también. Los muros no son un síntoma de fortaleza de parte del Estado que los construye sino de debilidad y fragilidad ante el exterior. Los muros no son la solución a los problemas, sólo generan más problemas. Caerán siempre y cuando se ataquen los problemas reales que persisten en la sociedad internacional que son la desigualdad, la impunidad, la corrupción, la falta de respeto a los derechos humanos, la falta de rendición de cuentas, la inseguridad, la inestabilidad, la falta del imperio de la ley, la degradación de las normas sociales de convivencia, la falta de reformas económicas, políticas y sociales.

En este entorno tenemos que entender, como señala Tito Maciá, que “los ciclos y la sincronización de las causas que generan los cambios sociales a través de la historia provocan grandes migraciones humanas en las que se inician éxodos importantes, colonizaciones, despoblaciones y movimientos de masas. Los aspectos de simultaneidad de este ciclo se aprecian directamente en el plano social, en la sociedad, en las gentes. Es índice de importantísimos movimientos sociales.” Estamos en la cresta de esos cambios sociales y migratorios. Se requiere de una verdadera voluntad política para enfrentar racionalmente dichos cambios y encauzarlos hacia una solución real y no ficticia y mucho menos narcisista y destructiva.

En síntesis, para fortalecer y engrandecer la relación de México con EUA y el mundo, no descuidemos nunca más la capacitación de la juventud en el trabajo y para el trabajo creativo; para hacer justicia social a esos jóvenes que están ávidos de una excelente formación, de trabajar y de dar lo mejor de sí, para sus familias y a la nación. No los sigamos desperdiciando. Si se desatiende esa tarea habrá mayor descompostura del tejido social. Estamos a tiempo de hacer la corrección indispensable. Requerimos de una nación unida por la justicia, en la libertad y en la paz social. Es la meta más elevada de todos nuestros esfuerzos.

Estos son tiempos difíciles que nos manifiestan la unidad existente entre democracia política y democracia económica; y además nos muestran que no se puede hablar más, sólo de una sin tomar en cuenta la otra. Tenemos que innovar para afrontar los problemas existentes de manera distinta a las formas en que los hemos enfrentamos en el pasado. Miremos hacia el futuro con una nueva ética en el sector público y en el sector privado y con gran inteligencia.

 

Por Eduardo Roldán, Diplomático, internacionalista, analista político y escritor.

 

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