“Pedro es un orgullo para México”
Tener en mis manos este extraordinario libro MIRADA Y MEMORIA de Pedro Valtierra, me quita el sueño. Me emociona de tal manera que no puedo dejar de leer los bien documentados textos basados en una larga y profunda investigación. Las fotos de Pedro Valtierra representan para mí EL EJE. Al Eje que se refiere el gran maestro francés Cartier Bresson cuando el ojo, el alma y el corazón están alineados o sea con otras palabras, los ojos enfocados, el alma encendida y el corazón latiente. Reconozco a Pedro en cada una de sus imágenes: Suya es la mano sobre el alambre de púas, EL es el que carga una enorme canasta en un solitario camino en Michoacán, Él es el hombre sobre la bicicleta cargando su perro, o bien pues su equipo de cámaras, El sentado en el río frontera, observando a la migra, Pedro es la Venus frente al edificio derrumbado en el terremoto, el fulmina a Salinas en el bosque de Chapultepec durante su ejercicio mañanero, Pedro es el que carga el rifle camuflajeado a toda velocidad por la selva del Peten, Él es el gallo en los brazos del niño zacatecano, será también el Tarahumara parado en medio de su milpa, como interpretando las palabras de Martin Luther aquí estoy, no puedo más, que dios me ayude. Pedro en sus fotos corre, sufre, observa, baila, escribe, come, descansa, consuela, agrede, protesta, medita, llora, fisgonea, nunca deja de enfocar, a veces con infinita poesía en la tragedia, ese es mi hermano querido, compañero desde hace 35 años cuando siendo jóvenes nos peleábamos por los viajes y reportajes en nuestro entrañable periódico Uno más Uno.
Recuerdo sus primeras fotos destacados en primera plana, una altísima nube negra de una explosión de un pozo petrolero en Poza Rica y un enorme rayo iluminado el cielo nocturno de su natal Zacatecas. Entendí de inmediato que Pedro era un fotógrafo guerrero. Pedro es a la vez un fotógrafo misionario.
Teniendo una sola meta en la vida, ser testigo de lo que acontece y documentarlo con enorme valentía, inteligencia, energía y conciencia social.
Recuerdo a Pedro siempre modesto, de pocas palabras, viajaba constantemente y cuando llegaba al diario entregaba su trabajo y dejaba a todos impactados.
Una pequeña LEICA adornaba su joven pecho. Estatus symbol de un gran fotógrafo. Nuestros caminos se separaron en diferentes diarios. Pero nos une el amor a esta hermosa profesión que es la fotografía. Años después, siendo director de la fototeca de Zacatecas, Pedro nos invita a Adriana Malvido y a mí a Zacatecas a un memorable viaje. Pedro nos llevó a Fresnillo, su pueblo, en donde por primera vez a los 7 años vio la luz eléctrica en un foco colgado en un humilde cuarto de hotel. Nos enseñó la ruta donde antes del amanecer repartía los periódicos en los negocios. Recorrimos el zócalo de Frenillo escuchando las vivencias del fotógrafo, los tres abrazados, emocionados hasta las lágrimas hasta que Pedro nos arrastraba a una cantina con paredes verdes y llenos de recuerdos suyos. Comparo mucho a Pedro con el gran fotógrafo che Joseph Koudelka. Ambos logran romper la barrera entre el que retrata y el retratado. Ejercen una fascinación a veces mística para obtener su imagen. Le tengo un enorme respeto y gran admiración. Pedro es Zacatecano y un fotógrafo universal.
Pedro es un orgullo para México.
Por Christa Cowrie