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Distensión entre China y Estados Unidos, resultado de la reunión Biden y Xi Jinping

Hacen a un lado a Rusia

Por Tesi Tafich Romo

Hace unos días fuimos testigos de un encuentro entre dos líderes de las naciones más influyentes del mundo. El pasado miércoles 15 de noviembre de 2023, el mandatario Joe Biden y el Presidente de la República Popular China Xi Jinping, se reunieron en una cumbre crucial para platicar sobre los desafíos a los que se enfrentan y así buscar la manera de cómo solventar sus problemáticas dando soluciones a largo plazo. Dicha reunión se enfocó en temas fundamentales como la situación de Taiwán, la urgente lucha contra el narcotráfico, en especial con el fentanilo, y el creciente impacto que está teniendo la inteligencia artificial a lo largo del escenario mundial.

Muchas cosas han cambiado desde el último encuentro de estos líderes, el cuál tuvo lugar en la cumbre del G20 en noviembre de 2022. Ahora vuelven a dialogar en el marco del Foro de Cooperación Económica Asía- Pacífico (APEC). La intención de esta reunión era forjar una estrategia que le permitiera a ambos gobiernos acercar sus posturas en asuntos geopolíticos y sociales en donde uno de los principales objetivos era buscar abordar la competencia entre ambas naciones de manera responsable, reconociendo que si ambas potencias logran trabajar en conjunto y de manera alineada en asuntos geopolíticos pueden evitar problemáticas que repercutan a nivel global. La reunión era un acto preventivo con el objetivo de frenar los impactos negativos en temas de seguridad internacional.

Si recordamos su historia, durante el mandato del presidente Nixon en 1972, surgió un vínculo comercial entre Estados Unidos y China, que ha perdurado por más de cinco décadas. En aquel entonces, el comercio entre ambas naciones era inexistente. Fue a través del correr de los años que esta relación pudo florecer alcanzando cifras monumentales. Para el 2006, habían superado los 260 millones de dólares, consolidándose como el segundo socio comercial de los Estados Unidos.

A pesar de estos éxitos económicos, las diferencias profundas han sido una constante en la relación. En el comunicado de Shanghái, en 1972 se reveló que los puntos de convergencia se limitaban a su mutuo rechazo hacia la Unión Soviética. Sin embargo, un tema crucial se mantenía en las sombras: Taiwán, tema delicado que era evitado estratégicamente para prevenir tensiones diplomáticas que pudieran desembocar en un conflicto mayor.

El impacto entre Estados Unidos y China es innegable en la escena global actual, a pesar de sus diferencian han logrado crear una red comercial y económica que ha dejado huella en la historia. Sin embargo, el dilema persiste. ¿Cuánto podrán sostener esta alianza ante sus diferencias ideológicas y políticas?

Si regresamos al principio de la relación entre ambos países, podemos encontrar que se abarcan dos periodos fundamentales. La cooperación que tuvieron durante la guerra fría, que solo se limitaba a los ámbitos de seguridad, donde solo había un entendimiento bilateral en los que abarcaban ciertas áreas de interacción. Y la de los noventa, comenzando en 1991, que se inauguró como una etapa compleja y equilibrada. Este periodo se caracterizó por una dinámica particular, los factores internos de cada país ganaron peso al influir en las elecciones y decisiones que se mediaban entre la confrontación y la cooperación. Mientras que las políticas económicas avanzaban asimétricamente, con avances notables, seguidos de retrocesos por falta de compresión, este fue un vaivén que hacía que las políticas entre ellos se movieran con cierta inestabilidad.

Con este pequeño antecedente podemos hablar de la importancia que tiene Taiwán para ambos países al ser una discusión que ha mermado gran parte de los acuerdos entre ellos. Esta isla se fundó en 1911, luego de que colapsara la última dinastía imperial china.

Para China, Taiwán representa parte de su territorio, la consideran una provincia renegada que debe de reunificarse con el continente. Pero, Taiwán mantiene su propia identidad política y busca preservar su autonomía, lo que la coloca un punto de tensión constante. Este aspecto se convierte en un punto sensible en la relación entre Estados Unidos y China, que impacta en sus dinámicas bilaterales.

Aún compartiendo objetivos durante la Guerra Fría, Estados Unidos mantuvo su apoyo a Taiwán y no reconoció la legitimidad del gobierno comunista de China, quienes abordaban este conflicto con el slogan: “una sola china” que implicaba el reconocimiento de Taipéi como parte integral del país.

Parte de estas modificaciones llevaron a un punto de inflexión por parte de la ONU a quienes reconocieron oficialmente la legitimidad de la República Popular China en el año 1971, revocando el reconocimiento de Taiwán como gobierno legítimo de China. Esta acción hizo que la ONU eliminara su estatus como parte integral de la representación internacional al desconocerlo como país independiente.

Este cambio diplomático llevó a Estados Unidos a reconsiderar su política exterior. En 1979, formalmente retiraron su apoyo y reconocimiento de Taiwán y establecieron relaciones diplomáticas con la República Popular China. Como parte de este proceso, la embajada estadounidense se estableció en Beijing, lo que marcó un hito en la geopolítica global.

Como hemos visto, Estados Unidos ha sabido manejar una posición ambigua entre las relaciones de Taiwán y China. Según CNN esta postura: “Tiene como objetivo mantener el control sobre el enfrentamiento entre Taiwán y China, para disuadirla manteniendo abierta la posibilidad de una respuesta militar estadounidense. Al mismo tiempo que pretende privar a Taiwán de las garantías estadounidenses que podrían llevarlo a presionar su independencia. El objetivo principal, es preservar el ambiente que se vive entre ambas regiones y prevenir un conflicto bélico en Asia.

Es una estrategia que intenta tensar el hilo al máximo, por un lado evita tensiones excesivas con China al no respaldar la independencia de Taiwán, y por otro lado asegura que esta no se sienta abandonada por completo, manteniendo vínculos económicos y de seguridad bajo la Ley de Relaciones con Taiwán.

Lo alarmante de la situación es que desde que Biden está a cargo de los Estados Unidos ha declarado públicamente su compromiso de defender Taiwán en caso de un ataque por parte de China. La respuesta del presidente estadounidense fue contundente: “Apoyamos la política de una Sola China, apoyamos todo lo que hemos hecho en el pasado, pero eso no significa que China tenga la capacidad para entrar y usar la fuerza para apoderarse de Taiwán. Además de que la administración de Washington ha estado proveyendo armamento defensivo para que la isla aumente su capacidad de defense ante las posibles amenazas de una invasión.

Si reflexionamos el por qué Estados Unidos ofrece su apoyo incondicional a Taiwán, no solo encontraremos cuestiones de seguridad y política, sino que hay un apartado económico que hace actuar a los de la Casa Blanca. Esto se debe a que dicho territorio representa un papel crucial como líder en la industria de semiconductores. Lo que los ha llevado a plantear una iniciativa comercial que podría fortalecer sus lazos con la creación de un acuerdo libre de comercio. Sin duda beneficiaría a ambas partes, sin embargo, aquí la interrogante sería si China podría permitirse perder esto.

El problema para los analistas estadounidenses es que Taiwán no está preparada para enfrentar una invasión. Su armamento carece de la tecnología militar para solventar un ataque de estas magnitudes.

Por ello, desde Washington han decidido reformar y modernizar el ejército de Taiwán. Esta disparidad militar representa un desafío considerable para la seguridad de la isla. Lo que plantea interrogantes sobre la capacidad que tienen de defenderse de un conflicto bélico. Sin considerar las capacidades defensivas de Estados Unidos es importante mencionar que la guerra se lleva fuera de su territorio, por lo que hay mucho que ganar detrás de estas decisiones.

La reciente reunión nos deja ver que la relación de Estados Unidos con China es de las más significativas dentro del panorama global y que dentro de los discursos y la diplomacia existen aspectos delicados que abarcan cuestiones económicas, comerciales y militares. El fin de estas medidas es evitar desencadenar un conflicto que pueda tener consecuencias devastadoras.

Ver a ambos líderes ofrece una mezcla de optimismo y cautela esperando que las dos potencias sean capaces de relacionarse de manera responsable, a pesar de los dos bloques políticos que marcan contundentemente sus acciones, dada la complejidad y la sensibilidad que rodea este tema, la dificultad de encontrar una solución que satisfaga ambas partes puede ser el desafío que les queda a Biden y a Xi Jinping, en el que deben de anteponer la vida de inocentes a un juego económico militar.

Las palabras del presidente Xi Jinping reflejan la contundencia y la delicadeza que se vive en estos momentos, para el mandatario chino, solo hay dos opcione: una basada en la solidaridad y en la cooperación para abordar los retos globales que vivimos en la actualidad, donde se promueva la prosperidad a nivel mundial, y por el otro lado se encuentra la otra cara de la moneda la cual nadie quiere conocer; la posibilidad de terminar en confrontaciones llevando al mundo a un escenario de turbulencia y división.

Para el mandatario chino es de vital importancia que se respeten sus reformas de modernización, las cuales no se basan en seguir un camino de colonización y expolio, si no las cuales buscan la revitalización de la nación respetando sus raíces, y buscando que el desarrollo crezca desde la identidad cultural del país. Desde esta perspectiva no se trata de superar a Estados Unidos como potencia, sino de impulsar su crecimiento interno de manera sostenible para así permitirle a su comunidad, vivir su nación de la mejor manera posible.

Esto se debe a las acciones tomadas por Estados Unidos, las cuales impiden o retrasan el desarrollo chino con su control de exportaciones y las imposiciones de sanciones unilaterales como podemos observarlo con las limitaciones que han realizado a Huawei por sospechas de espionaje. Estas declaraciones solo demuestran la importancia que tiene el diálogo en la negociación con el fin de encontrar soluciones que promuevan un ambiente más equitativo. La cooperación internacional puede ser decisiva para el porvenir del planeta.

El presidente Biden, en cambio, se encuentra preocupado por la problemática de fentanilo, que sigue entrando al país de forma incontrolable. Por lo que fue uno los temas que decidió abordar solicitándole a China su cooperación con el cierre de empresas que exportan productos químicos empleados para fabricar esta droga: en palabras del presidente estadounidense: “China ha tomado medidas para cerrar empresas que se dedican al comercio ilícito de precursores químicos. No solo vamos a confiar en que esto pase, tenemos que comprobarlo.”

La urgencia por mostrar avances ante este problema es uno de sus mayores compromisos, sobre todo, cuando se está intentando estructurar una campaña de reelección, debido a que representa una crisis de salud pública y seguridad nacional. Mostrar avances que sean visibles para el pueblo americano puede decidir a quién le dan el voto final.

El acuerdo quedó como una iniciativa que pretende crear un grupo de trabajo con el que puedan comunicarse permanentemente. Como prueba de cooperación Estados Unidos levantó algunas sanciones que habían obstaculizado al Instituto de Ciencias Forenses. Al remover estos obstáculos se promueve un ambiente para que ambas partes trabajen en la identificación y prevención del tráfico de drogas.

Sin embargo, por parte del gobierno chino no se han dado noticias públicas que aseguren una cooperación sólida, lo único que han mencionado es que llegaron a un entendimiento para formar un grupo de trabajo que trabajará en temas de narcóticos. Podemos suponer que las discusiones sobre los términos del acuerdo aún se encuentran muy verdes para establecer los detalles indicados, o podría reflejar cautela por parte del gobierno chino para divulgar información detallada sobre las estrategias específicas que llevarán a cabo en la lucha contra el tráfico de drogas.

Los actores principales de las decisiones mundiales se han puesto en marcha, y tanto Biden como Xi Jinping han dejado claras sus posturas y lo que necesitan para poder coordinarse y encaminar sus decisiones en beneficio del planeta. Esta reunión cara a cara fue una oportunidad para discutir directamente temas que pueden ser motivo de conflicto o desacuerdos, sobre todo cuando se está decidiendo la economía de un país.

También fue una oportunidad para establecer límites en áreas comerciales, tecnológicas, de seguridad y derechos humanos, la idea de que dos bloques tan distintos logren establecer un compromiso en conjunto es una oportunidad que puede dejar una huella para el futuro, de aprovecharse dejarían un mensaje de unión a futuras generaciones en donde la diplomacia y el entendimiento va más allá de fines económicos.

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