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Desempleo y Pobreza en un Mundo en Crisis

Las actividades para impulsar el desarrollo sostenible entrañan ajustes y oportunidades tripartitas a nivel nacional

Por el Dr. Héctor San Román A

Analista Socio Político

 

Desde la Cumbre de Río en 1992 y posteriormente; La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible celebrada en septiembre de 2002 en Johannesburgo, Sudáfrica el grupo trabajador (del que forme parte en ambas Cumbres) se pronunció por “Un Nuevo Pacto” centrado en la dimensión social de la economía, especialmente en un empleo de calidad como clave para erradicar la pobreza y conseguir un nivel de vida social aceptable. La evolución del pensamiento y de planificación por varias décadas ha sido larga y polémica, pero las organizaciones sindicales se fueron quedando atrás ante la embestida de un neoliberalismo brutal; Y se olvidaron de parafrasear las ideas de Nelson Mandela, Premio Nobel de la Paz 1993: “Vencer la pobreza no es un gesto de caridad, es un acto de justicia.”

Jan Tinbergen, uno de los dos economistas que compartieron el Primer Premio Nobel de Ciencias Económicas en 1969, concebía la distribución del ingreso en evolución, no como podría haberse concebido en el pasado, como una batalla entre capital y trabajo, sino como una carrera entre el desarrollo tecnológico y los aumentos de escolaridad. La neotecnología que se utiliza en el trabajo requiere destreza y capacitación o quizá sólo adaptabilidad que proviene de una buena educación general. Si la educación de los trabajadores se rezaga respecto de lo que el mercado requiere, el precio de la educación aumentará, los ingresos de los trabajadores más educados aumentarán más y, en consecuencia, la desigualdad aumentará.

La deficiente educación conlleva a la discriminación en el empleo, exacerbando y perpetuando la pobreza, la cual se agudiza dentro de un círculo socio económico adverso. El desempleo, o el trabajo precario, carente de protección, son causas principales de las carencias materiales y de la vulnerabilidad que experimentan las personas pobres. La discriminación en el mercado de trabajo, ya sea mediante la exclusión de integrantes en determinados colectivos por su baja escolaridad disminuye sus oportunidades para desarrollar aptitudes adecuadas al mercado laboral, limitando la calidad de los puestos de trabajo a los que pueden aspirar. Esto, a su vez se traduce en incapacidad para conseguir un trabajo formal que les permita salir de la pobreza.

Las actividades para impulsar el desarrollo sostenible entrañan ajustes y oportunidades tripartitas a nivel nacional: gobierno; empresarios; y trabajadores que se cuentan como los principales interesados. Los sindicatos, en su carácter de representantes de los trabajadores, debieran constituirse en factores esenciales para mitigar la pobreza y defender un trabajo digno sostenible que contribuya al logro de ese desarrollo, habida cuenta de su relación con los cambios tecnológicos en la industria, su lucha por un salario digno, prioridad en la protección del medio ambiente laboral y el medio ambiente natural, deben encabezar un ejército de trabajadores cuya misión sea combatir la desigualdad, promoviendo objetivos hacia un desarrollo económico, socialmente responsable.

En el año 2000, los Objetivos de Desarrollo del Milenio establecían en el Objetivo-1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre para 2015, pero los avances que se habían alcanzado fueron minimizados con la crisis económica-financiera en el año 2008; Robert B Zoellick Presidente (por aquellos años) del Banco Mundial, señalaba que: “La crisis llegará a las economías emergentes”, vaticinando que las turbulencias financieras, muy focalizadas en EE UU y en Europa, acabarán afectando también a los países en vías de desarrollo, y así fue, el desempleo fue cruel y la pobreza se siguió extendiendo hasta la llegada de una calamidad llamada Covid-19 que ha sumido al mundo en una profunda crisis de tres vertientes; sanitaria, económica y social.

No pasemos por alto que también, en 2015 se aprueba por Naciones Unidas la Agenda 2030 con 17 Objetivos y los dos primeros llevaban el compromiso del Fin de la Pobreza y Hambre cero; la pandemia del coronavirus ha ocasionado que metas cruciales de desarrollo económico, social y ambiental se vuelvan inalcanzables, por lo que tendrán que replantearse para otro momento una vez llegada la “Nueva normalidad” que nadie puede responder con certeza cómo será una vez controlada la pandemia del COVID-19 (afortunadamente hay buenas noticias desde Reino Unido; la Universidad de Oxford y los laboratorios Astra-Zeneca han dado a conocer que la vacuna contra el COVID-19 si no hay algún contratiempo estará lista en septiembre).

Frente a esa “nueva normalidad”, nuestra capacidad de respuesta nos puede brindar una vía de escape, pero sólo si nutrimos potenciamos y protegemos varios proyectos de nivel micro mediante una transformación masiva partiendo al de las prácticas de nuestro Gobierno. El cambio debe venir impulsado, a su vez, por una modificación profunda de nuestra concepción de la tecnología, la educación y el trabajo mismo. Cuando hayamos creado los elementos del nuevo sistema, deberemos ser capaces de decirnos (a nosotros mismos y a los demás) que este ya no es un mecanismo de supervivencia, un refugio donde guarecerse del mundo neoliberal, pues será ya un nuevo modo de vida en pleno proceso de formación: Una nueva realidad.

La pandemia causada por el virus Covid-19 está causando terribles estragos en vidas humanas y en las economías, con magnitudes desconocidas. Las previsiones de los Gobiernos se ven desbordadas día a día, frente a pobreza y desempleo. Aún estamos cruzando un túnel donde no se percibe la luz de la salida. Con la nueva estimación, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el número de desempleados llegaría a 44,1 millones de personas, lo que representa un aumento cercano a 18 millones con respecto al nivel de 2019 (26,1 millones en desempleo). Estas cifras son significativamente mayores que las observadas durante la crisis financiera mundial, cuando la tasa de desocupación se incrementó del 6,7% en 2008 al 7,3% en 2009.

Ahora bien los efectos que estamos viendo desde nuestro refugio para protegernos de un posible contagio son devastadores, la caída de. -7,9% a -9,1% del PIB y el aumento del desempleo tendrán un efecto negativo directo sobre los ingresos en los hogares mexicanos, y su posibilidad de contar con recursos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas, se agravan por el crecimiento de la pobreza, el enemigo a vencer; la situación en el mundo en estos momentos tiene graves consecuencias para pueblos y economías, un ejemplo nuestro país, el crecimiento del ingreso mundial se ha detenido y nuestra economía no olvidemos antes de la pandemia cursaba por un crecimiento cero, hoy los pronósticos para nada son alentadores; la pandemia de la Covid-19 será la causa de la mayor crisis económica y social de nuestro país en décadas, con efectos negativos e incuantificables en tres rubros: empleo, combate a la pobreza y reducción de la profunda desigualdad. Lo cual revertirá décadas de desarrollo, dando lugar a problemas globales que no podrán superarse durante una generación y, como resultado metas cruciales del desarrollo económico, social y ambiental se vuelven inalcanzables.

Según las proyecciones más recientes, la pobreza mundial que se intentó detener desde 1990, aumentará, y 265 millones de personas pasarán hambre para fin de año y hasta 6000 niños podrían morir diariamente por causas prevenibles pero hoy inevitables por los impactos directos e indirectos de la COVID-19, eligiendo a sus víctimas, porque los datos de Europa, Asia, EE UU, Brasil y México, muestran vidas desperdiciadas.

“El progreso humano no es ni automático ni inevitable. El futuro ya está aquí y debemos enfrentar la cruda urgencia del ahora. En este acertijo constante que implica la vida y la historia, la posibilidad de llegar tarde existe. Podemos rogarle desesperadamente al tiempo que detenga su paso, pero el tiempo es sordo a nuestras súplicas y seguirá su curso. Sobre montañas de blancas osamentas y desperdicios de múltiples civilizaciones se observan las terribles palabras: Demasiado tarde“.

Martin Luther King Jr. “Que rumbo tomamos ahora: el del caos o el de la comunidad?”

La CEPAL proyecta una caída del producto interno bruto (PIB) “para México del -7,9%” debido a qué la caída en la actividad económica es de tal magnitud que llevará a que, al cierre de 2020, el nivel del PIB per cápita de América Latina y el Caribe sea similar al observado en 2010, es decir, habrá un retroceso de 10 años en los niveles de ingreso por habitante; plantea que el número de personas en situación de pobreza se incrementará en 45,4 millones en 2020, con lo que el total de personas en esa condición pasaría de 185,5 millones en 2019 a 230,9 millones en 2020, cifra que representa el 37,3% de la población latinoamericana. Dentro de este grupo, el número de personas en situación de pobreza extrema se incrementaría en 28,5 millones, pasando de 67,7 millones de personas en 2019 a 96,2 millones de personas en 2020, cifra que equivale al 15,5% del total de la población. Tal escenario nos recuerda que: el hambre proviene predominantemente de la pobreza y no de la falta de alimentos.

La pandemia de COVID-19 y la crisis mundial que ha provocado han colocado a los países de bajos ingresos al borde de la ruina. Si no se toman medidas urgentes, pronto veremos una serie de tragedias humanitarias brutales y destructivas, advierte la ONU al solicitar a las economías del G20 fondos por 10.300 millones de dólares para financiar el Plan Global de Respuesta Humanitaria, los fondos solicitados se destinarían al combate del coronavirus y al suministro asistencia de salud y humanitaria en 63 países vulnerables. Contemplando dar asistencia a 250 millones de personas.

Nuestro país ante los desastres provocados por la pandemia se encuentra frente a un parteaguas de la historia: Decide apoyar a los trabajadores, las clases medias- medias y la pequeña empresa que bajo la cultura del esfuerzo han apostado por México, y  hoy requieren apoyo de un gobierno que debe “mandar, obedeciendo”; o decide apoyar a una clientela electoral que no fortalece el desarrollo a pesar de los miles de millones entregados de las finanzas públicas, esta crisis le obliga a diseñar un modelo de desarrollo sin despilfarros y reconstruir una economía más igualitaria que impulse el crecimiento y el bienestar de absolutamente todos los mexicanos. Porque no hay tiempo ni espacio que perder, hay espacio -y necesidad- para un mayor enfoque, donde velocidad, audacia e innovación, es la respuesta.

No confundir: El <<Estado social>> basaba su legitimidad y sus demandas de lealtad y obediencia de sus ciudadanos en la promesa de defenderlos y asegurarlos contra la superfluidad, la exclusión, así como contra las azarosas embestidas del destino; No para derrochar el dinero de los contribuyentes, consintiendo a los holgazanes, adular a los malvados, o para encubrir a l@s corrupt@s.

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