Economía

Comer es importante

Por Hugo Salinas Price

En la sobremesa hace unos días, le pregunté a un buen amigo si sabía qué porcentaje de la economía mexicana era “informal”, o sea, que no paga impuestos. Me dijo que recientemente había leído que del 50 al 60% de la economía mexicana es informal. Fue una agradable sorpresa para mí.
Los representantes oficiales del sector empresarial en México siempre se oponen a las alzas de impuestos y uno de sus argumentos es: “No aumenten los impuestos sobre los que ya están pagando, mientras haya tantos que no pagan impuestos.” Me parece un argumento un tanto débil, por un par de razones:
En primer lugar, creo que el sector “informal” – el que no paga impuestos – realmente no puede pagarlos. Cobrar impuestos a esta gente significa aplastar su medio de supervivencia, y eso significa cólera social y desorden. La gente hambrienta se vuelve bronca.
En segundo lugar, el gasto gubernamental es insaciable. ¿Hemos a creer que si todos pagan impuestos, entonces el gobierno ya dejará de aumentar su dispendio? Claro que no.
Me parece bien que tengamos tan grande sector informal. Es buena noticia para el país. La gente se las arregla para sobrevivir con el escaso capital que tiene. Con minúscula cantidad de dinero ponen a trabajar a sus familias y se ganan el sustento. Los negocios organizados, que pagan impuestos, requieren de grandes cantidades de capital para crear empleos; de plano, no cuentan con las sumas enormes de capital que se requerirían para dar empleo a toda la población mexicana.
México tiene una cabeza de gobierno que es demasiado grande para su cuerpo productivo pequeño. La gran proporción de la economía informal en México demuestra muy claramente que no necesitamos este gobierno inflado; nos las podemos arreglar muy bien, con mucho menos gobierno.
La economía informal sobrevive y prospera porque los “impuestos” que paga son las mordidas que entrega a los inspectores. Los inspectores recogen enormes cantidades de dinero producto de innumerables pequeñas mordidas; este dinero lo comparten más arriba con sus jefes.
El resultado es muy importante: de 50 a 60% de México que es “informal” logra comer tres veces al día.
En todo el mundo, problemas similares producen soluciones similares. En 1960, durante una visita a Turquía, descubrí que los taxistas trabajaban ciertas rutas de la ciudad transportando varios pasajeros a la vez, a cambio de una cuota fija. Los pasajeros subían y bajaban según sus planes. Nadie planeó eso, simplemente sucedió. Al regresar a la Ciudad de México, me percaté que ya existía la misma solución aquí: los “peseros”. La misma solución a un problema similar, que no existía antes y que no se planeó.
Creo que es probable que los americanos también busquen la solución a su problema existencial en la “economía informal”. Es más, creo que ya está sucediendo. Con una tasa de desempleo oficial de 10.2%, no me parece probable que esta gente simplemente esté en casa viendo televisión. Lo más probable es que estén trabajando en la economía informal para alimentar a sus familias y que no estén reportando sus ingresos. Conseguir empleo dentro de la economía formal, que paga impuestos, simplemente no es posible en las circunstancias actuales.
Nuestro gobierno odia la “economía informal” y la quiere exterminar. Por eso se ha legislado para que todo depósito en cuenta bancaria que exceda de $15,000 pesos depositado en un mes, pagará un impuesto de 3%. Anteriormente, la legislación de exterminio partía de excedentes de $20,000 pesos en un mes, con impuesto de 2%.
Lo que sucederá es que la gente que no paga impuestos y que tiene algún negocito que le permite sobrevivir, simplemente dejará de depositar efectivo en su cuenta bancaria. La tarjeta de crédito y la computadora han topado con un enemigo formidable – el estómago.
Una vez más, cuando un gobierno oprime a la población se vuelve irrelevante. La vida tiene que seguir adelante. Comer es importante; más importante que todas las leyes y reglamentos que se puedan inventar.
* * *
Ahora bien, si logramos que los líderes políticos de México lleven adelante la monetización de la onza de plata, con toda seguridad veremos un incremento impresionante en el ahorro nacional; no me puedo imaginar cosa más saludable para el país.
Necesitamos hacer algo nuevo, algo que vaya más allá de la retórica diaria que nos inunda y que ya nadie puede creer. Me he dirigido a innumerables grupos de estudiantes y líderes cívicos en todo el país en años recientes y mis discursos siempre han provocado aplausos fuertes y largos. La idea de la plata está bien sembrada en la mente de los mexicanos.
La realización de esta sorprendente medida de monetizar la onza de plata ocurrirá una vez que los políticos comprendan que al favorecerla promueven su propio interés.

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