China un competidor formidable para México
México inició su proceso de apertura comercial con la entrada al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) en 1986 (hoy la Organización Mundial de Comercio), estrategia que fue potenciada con la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994.
Las expectativas oficiales, y de una gran cantidad de analistas, versaban sobre que dicho camino detonaría una nueva etapa de crecimiento, fundamentado en el sector exportador. Su razonamiento era que se formarían encadenamientos productivos con la economía de Estados Unidos, además de que México se transformaría en un exportador neto gracias a las ventajas comparativas que algunos sectores económicos poseían antes de la apertura.
El extraordinario aumento del intercambio comercial que siguió a la política de apertura aparentemente justificó lo descrito: entre 1986 y 1994 las ventas al exterior pasaron de 21.8 mil millones de dólares a 60.8 mil millones, en tanto que para el 2000 superaron los 166 mil millones. En el mismo periodo de tiempo, México incrementó su participación en el mercado de Estados Unidos hasta que en 2002 alcanzó un
máximo de 11.6 % del total (ver cuadro 1). Asociado con el patrón señalado, la estructura de la exportación mexicana se modificó: los segmentos más beneficiados fueron aquellos relacionados con la fabricación de manufacturas.
El vigor de las exportaciones estuvo liderado por las pertenecientes al ramo automotriz, maquinaria y equipo eléctrico o electrónico así como las clasificadas como de maquinaria y aplicaciones mecánicas. El aumento de sus exportaciones fue continuo hasta el 2001, cuando la recesión de Estados Unidos limitó su intercambio comercial con México, especialmente en la maquila.
Durante el periodo comprendido entre 2001 y 2003 surgieron evidencias de un creciente
dinamismo en las exportaciones de China hacia Estados Unidos, las cuales involucraban una merma en la participación de las mexicanas. Las crecientes exportaciones chinas le permitieron incrementar su presencia en el mercado norte- americano: en 1990 le correspondía el 3.1%, pero en 2011 alcanzó el 18.1% (Cuadro 1).
Al considerar los 5 países que mantienen la mayor proporción en las importaciones de Estados Unidos, China no solo ocupa el primer lugar, su crecimiento denota la competitividad y la productividad lograda. Las estrategias de desarrollo implementadas le han permitido ubicarse incluso por arriba de grandes economías con altos niveles de avance tecno- lógico, como Japón y Alemania.
China se ha colocado en el primer lugar como proveedor del mercado más importante del mundo, en base a exportaciones de manufacturas con un mayor con- tenido tecnológico. Lo anterior tiene el potencial de constituir parte de la explicación del por qué en 2003 algunos de los bienes mexicanos de exportación se vieron favorecidos marginalmente por el nuevo impulso económico de Estados Unidos.
Al mismo tiempo, era evidente que otro grupo de productos comenzó a ver mermada su participación en dicho mercado. Lo citado aconteció con el ascenso en las compras a China (Gráficas 1 a la 6). Compren- der las implicaciones que tiene para México la pérdida de una parte del mercado norteamericano, conlleva a realizar un análisis de sus principales productos de exportación. La revisión debe priorizar las clasificaciones de maquinaria y equipo eléctrico o electrónico, maquinaria y aplicaciones mecánicas, de equipo óptico, así como los vinculados con el sector textil y con la industria metalmecánica.
Para el caso de la maquinaria y equipo eléctrico o electrónico (gráfica 1), la merma radicó en una disminución de las ventas pertenecientes a transformado- res eléctricos, convertidores estáticos e inductores así como los aparatos eléctricos para uso telefónico, aparatos para transmisión de radio y televisión.
En la clasificación de maquinaria y aplicaciones mecánicas (gráfica 2), los principales rubros afectados fue- ron las computadoras y sus periféricos, accesorios para computadoras además de las tapas y válvulas. Como puede observase en las gráficas 1 y 2 entre 2002 y 2003 México y China exportaban un valor similar a Estados Unidos, en tanto que para 2011 el país asiático vendió casi 100 mil millones de dólares en cada uno de los grandes rubros. México se ha quedado rezagado.
En el caso de los bienes ligados a la producción textil (elaboración de ropa y vestido) así como en los muebles, asientos y lámparas (Gráficas 3 a 5), puede acotarse que existen signos de una fuerte contracción de las exportaciones mexicanas. La evidencia hace plausible observar que la textil ha declinado desde fines de 2000, mismo año en que las ventas al exterior, especialmente las prendas de vestir dirigidas al mercado de Estados Unidos, comenzaron su declive (Gráficas 3 y 4). Asociado con el comportamiento antes descrito, puede encontrarse que el empleo textil ha disminuido de manera persistente.
Por el lado del mercado externo, debe observarse que dicha situación no es atribuible a una disminución de las compras en Estados Unidos ya que otros países como China, Vietnam, la India y algunos centroamericanos siguen incrementando su participación en dicho mercado.
En lo que se refiere a las exportaciones de pro- ductos de plástico es evidente que desde 1990 la brecha comenzó a ampliarse, sin embargo también es palpable que a partir del 2004 las exportaciones de origen chino se incrementaron a un ritmo significativamente mayor que las mexicanas (gráfica 6).
Las exportaciones de México hacia Estados Unidos de hierro y acero (código 72 del Sistema Armonizado) revelan un estancamiento en la participación de mercado frente a China. En este rubro México aún se encuentra por arriba del país asiático, no obstante su pérdida ha sido muy elevada: las exportaciones nacionales representaba el 480% de las chinas en 2002, para 2011 única- mente constituyen el 146% (Gráfica 7).
Más delicado es lo que ocurre en lo correspondiente a las manufacturas de hierro y acero (código 73 del Sistema Armonizado). Este sector industrial genera exportaciones de mayor valor agregado y cuantía económica hacia el mercado de Estados Unidos. En éste rubro México no solo ha permanecido por debajo de China a lo largo de toda la década, sino que además la brecha continúa creciendo. Una revisión a cuatro dígitos de los productos más relevantes del código 73 permite observar que únicamente tres de ellos
han ganado mayor participación de mercado a lo largo de la década, mismos que representan solo el 28% de la participación total en el sector: 7304 (Tubos, caños y perfiles huecos de hierro o acero), 7306 (Otros tubos, caños y perfiles huecos de hierro o de acero) y 7325 (Otros artículos moldeados de hierro o de acero).
Lo anterior permite entender por qué la proporción de las exportaciones mexicana en manufactura de hierro y acero solamente representa el 38% con respecto a las de origen chino (Gráfica 7).
Con la perspectiva previa, debe apreciarse que el entorno económico externo favorable que existió para las exportaciones mexicanas entre 1989 y 2000 se ha modificado, planteándose un ambiente más competitivo en amplios segmentos de la canasta exportadora mexicana, principalmente para aquellos que han visto reducir sus encadenamientos productivos, economías de escala y que en general compiten con los productos de terceros países únicamente mediante un esquema de ventajas comparativas, como podrían ser los bajos costos de mano de obra, altamente vulnerables ante la entrada de nuevos competidores como China, la India, Vietnam y Brasil.
El desafío de China: crecimiento y competencia
El desempeño chino influye sobre casi todo el mundo. Ampliamente conocida es la estrategia de inversión que el país asiático ha instrumenta- do en África y América Latina. El destino de los recursos chinos fundamentalmente se ha vinculado con la extracción de materias primas y en una segunda instancia con el desarrollo de proyectos de infraestructura asociados al sector energético. Además, la consolidación de sus empresas ha permitido el inicio de una diversificación de inversiones. Los nuevos flujos van hacia la industria de manufacturas de otras naciones, y en conjunto todo ello ha dado como resultado una interacción que por ejemplo impulsó el intercambio comercial de América del Sur con el país oriental; situación que le permitió sortear el periodo de crisis con menores sobre- saltos que aquellas economías que han centrado su relación con los países desarrollados, particularmente con Estados Unidos y la Unión Europea.
La trascendencia de la economía china también puede observarse en el ascenso que tiene como socio comercial de Estados Unidos, Canadá, Japón y la Unión Europea. Un vistazo a la evolución de las exportaciones de China permite observar un patrón de aumento sostenido. Lo anterior se debe a la estrategia que las propias empresas trasnacionales han seguido para mu- dar sus inversiones y producción a favor de la nación asiática, sin embargo ello no es la única explicación. En los últimos años el florecimiento del mercado interno chino ha comenzado a ser atractivo para los productores internacionales. Si bien en términos de PIB per cápita China aún se encuentra lejos de los estándares para ser considerado como un país de ingreso medio, ello no exime que ciudades como Shangai ya tengan un nivel de vida similar al de algunas urbes europeas o norteamericanas.
Igualmente llamativo es el desarrollo de infraestructura que el gobierno chino realiza. Nuevos aeropuertos, puertos, caminos, trenes de alta
velocidad, parques industriales y el propio crecimiento urbano que ello implica son una fuente de nuevos negocios para quienes han apostado por China. En este sentido puede entenderse que algunas naciones se encuentren más integradas a dicha dinámica, y que por lo tanto se vean beneficiadas por el progreso de una nación que hace sesenta años era predominantemente agrícola y en grandes regiones hasta con población nómada.
El éxito de la estrategia china se ha visto acompañado por la disposición de otros países para aprovechar las ventajas comparativas que ese país ofrece y en donde un ejemplo relevante lo constituye Japón, país que ha influido sobre las elecciones de sus inversionistas privados para colocar recursos en China, situación que ha le generado vínculos económicos importantes en algunos sectores manufactureros, especialmente en los ligados a la industria electrónica. De manera general, 450 de las quinientas empresas más importantes del mundo han invertido en China así como inversionistas de 202 países, situación que hace posible una profunda inter- acción entre los productores chinos y el resto del planeta.
En todo este desempeño, una influencia importante proviene del modelo de desarrollo seguido por China: una presencia sustancial del Estado en el control del sector financiero, apoyo a las empresas propiedad del gobierno, un proceso de substitución de importaciones, alto ahorro interno así como una dependencia del sector exportador como fuente de crecimiento que no excluye al desarrollo del mercado interno. Además, el modelo seguido por la economía china le ha permitido permanecer al margen de los eventos financieros que detuvieron el crecimiento de otros países asiáticos entre 1997 y 1998. Dentro de las principales características que permiten explicar dicha fortaleza se pueden encontrar el control del Estado sobre los flujos de capital, el fuerte superávit comercial, la llegada continúa y creciente de inversión y sus cada vez mayores reservas internacionales. De igual manera la mayor parte de los beneficiarios por los préstamos bancarios continúan siendo las empresas pertenecientes al Estado por lo que dichas entidades continúan disponiendo de un apoyo eco- nómico sustancial para competir tanto en el mercado doméstico como en el mundial.
México frente a la competencia de China
En principio, la liberalización debió propiciar la posibilidad de generar encadenamientos pro- ductivos, economías de escala y una transferencia tecnológica capaz de consolidar el crecimiento económico de México, sin embargo en la práctica los resultados no avalan que el país se encuentre en capacidad de enfrentar la creciente competencia de China. En este sentido, la política enfocada hacia la profundización del intercambio comercial con Estados Unidos y Canadá, dos de las principales potencias económicas, parecía acertada. No obstante, la falta de un programa nacional y regional de desarrollo industrial, los limitados apoyos a la industria nacional, el aumento de impuestos, las crisis y estancamientos económicos suscitados en 1995, 2001, y 2009, la falta de financiamiento banca- rio, la ineficacia de la banca de desarrollo, la debilidad del mercado interno, la inseguridad, los elevados costos de energéticos y de la inversión, constituyen algunos de los elementos que han dislocado la estrategia de apertura comercial implementada por México.
Otro elemento central es que la mayoría de las exportaciones mexicanas se concentran en bienes manufacturados pero en aquellos vincula- dos con la maquila (alrededor del 45 % del total). Alrededor de este perfil exportador debe notarse que la mayoría de los productos asocia- dos a la maquila están concebidos para el mercado norteamericano no para competir en los
mercados globales, ¿Cuál es la razón?: una pro- porción importante de las empresas exportado- ras pertenecen a grupos trasnacionales que han basado su producción en México como parte de una estrategia enfocada en aprovechar las ven- tajas comparativas que el país ofrece y que les permite disminuir sus costos para ofrecerlos en el mercado norteamericano a un precio competitivo.
No puede dejarse de lado que la evolución de las exportaciones de China tiene una explicación en un programa cuidadosamente elaborado desde su gobierno. La creciente penetración de China en el mercado de Estados Unidos se ha dado en conjunción con un cambio sustantivo en la composición de su canasta exportadora. Para 1989, el principal producto de exportación hacia el mercado norteamericano se encontraba conformado por juguetes y artículos para re- creo, los cuales representaban el 14.5 % del total. El segundo lugar correspondía a máquinas y material eléctrico, mientras que el tercero eran prendas y accesorios para vestir (excepto de punto) que constituían el 13.6 y el 13.2 % respectivamente.
En contraste, las cifras de 2011 colocaron como los principales rubros a bienes con una mayor composición tecnológica. En primer lugar, se consolidó la clasificación de máquinas y material eléctrico y electrónico, 25.2 %, seguidas muy de cerca por aparatos y aplicaciones mecánicas (dentro de las cuales se encuentran las computadoras, sus periféricos y accesorios), con 24 %, mientras que en un lejano tercer lugar se encontró a juguetes y artículos para recreo con 5 % del total. Dicha evolución se encuentra acorde con la creciente participación de los productos chinos en la venta de bienes tecnológicos, particularmente en las tecnologías de la información. De manera simultánea, debe observarse que si bien es cierto que los productos manufactura- dos mantienen su primacía en la atracción de inversión extranjera también lo es que dentro
de esta dinámica los sectores asociados a la tecnología han incrementado su importancia en la recepción de inversión foránea.
Por tanto, la estabilidad de su crecimiento eco- nómico, el incremento de los flujos de inversión que cada año llegan, su acceso a la OMC así como la entrada en vigor del Acuerdo Multifibras se han conjuntado para presentar un escenario que afecta negativamente los mercados labora- les y la exportación de países con un uso intensivo de mano de obra y que tienen una canasta exportadora ligada a las manufacturas como lo son México, India, algunos países del sudeste asiático y en general a una parte sustantiva de los países miembros de la OMC. De igual manera, el ascenso de China también afecta negativa- mente a los productores y trabajadores norte- americanos ligados a algunas industrias textiles poco competitivas.
En este sentido para México es prioritario evitar que el proceso de ruptura de los encadenamientos productivos avance. Cuidar que China compita en igualdad de condiciones con el país pasa por reconocer que su tipo de cambio subvaluado es un factor que juega en contra de dicho requerimiento. Abrir la economía en sectores estratégicos, como el siderúrgico, debe revisarse cuidadosamente, es un pilar fundamental en la cadena automotriz, de maquinaria y equipo y en la construcción, por lo que no puede ser expuesto a lo que ya ha ocurrido en el mercado de Estados Unidos.
El mensaje que la integración de China con Estados Unidos, Canadá, Japón y la Unión Europea le envía a México es evidente, y versa sobre el hecho de que los vínculos entre ambos países son de competencia y no de cooperación. Dado que México está supeditado a la evolución de la actividad productiva norteamericana, la irrupción de China ha sido un factor de competencia que lo ha marginado de las nuevas inversiones que durante la década de los años noventa disfrutó.
En realidad el país hoy vive de lo ya establecido, de las reinversiones que realizan las empresas que siguen viendo al país como un lugar adecua- do para sus exportaciones hacia América del Norte. Sin embargo esta inercia no es suficiente, ya que la falta de seguridad y el avance de otras economías obligan a modificar las políticas públicas que no están generando un crecimiento más vigoroso y a cuidar aquellas industrias que están expuestas a la competencia desleal de China.
Los años por venir pondrán a prueba al modelo económico y social mexicano, su capacidad de adaptación al entorno global, en donde los polos de poder están cambiando. Pero de igual manera cuestionará si México es capaz de reactivar un mercado interno que fue sacrificado por una política económica que buscó alcanzar el crecimiento al supeditarse a los Estados Unidos y a un modelo de apertura que no implicó el desarrollo integral del país.