AnálisisEconomía

Un mundo libre de Tributo

Bajo el sistema monetario internacional que prevaleció en el mundo hasta agosto de 1971, no era necesario que países tuvieran superávit en sus balanzas de pago.
Desde un punto de vista técnico, México podía, en aquellos tiempos, exigir oro del Tesoro de EU para que quedara saldada a cero la cuenta de Balanza de Pagos. A fines de la Segunda Guerra Mundial, en el cónclave de Bretton Woods en 1944, se había decidido que el dólar podía usarse como reserva monetaria junto con el oro, así que técnicamente, era posible no mantener saldos monetarios a favor de México en dólares, sino exigir la entrega de oro.
Claro, políticamente resultaba imposible que México hiciera esto; el General Charles de Gaulle exigió pago en oro de los EU, por las cuentas de comercio a favor de Francia, y en 1968 los EU le organizaron una revolución estudiantil que por poco lo tumba. Poco después, dejó el poder. Con más razón México no podía exigir oro a EU, y hasta la fecha las tenencias de oro de Banxico son minúsculas, por la misma influencia de EU. En efecto, Banxico es la XIII extensión regional de la Reserva Federal de EU: doce en EU, más una que es Banxico.
Bajo el actual sistema monetario internacional es totalmente imperativo que cualquier gobierno en el mundo logre un saldo permanente de superávit en su balanza de pagos. O sea, todos los que no emiten moneda de reserva tienen que forzosamente exportar mercancías o servicios por un valor superior al valor de a las mercancías y servicios que importan.
Cualquier gobierno, de cualquier país que no logra esto, llama inmediatamente la atención de los analistas financieros y la consecuencia es que el costo de su deuda nacional aumenta porque le suben los intereses; se juzga que la economía nacional de tal país es débil y tiene que ajustarse para lograr exportar más de lo que importa. Comienza una fuga de divisas por temor a una devaluación, cuya llegada es acelerada por la misma fuga.
Todos los países del mundo, que no emiten monedas de reserva, tienen este problema perpetuo: exportar más de lo que importan.
Ahora bien, si todo mundo tiene que exportar más de lo que importa, ¿quién va a recibir todos esos excedentes? La respuesta es sencilla: los excedentes tendrán que ser recibidos por los países emisores de monedas de reserva: EU, la Unión Monetaria Europea, el Reino Unido, Japón y Suiza.
Si éstos no pueden absorber toda esta producción excedente (de los países que no emiten monedas de reserva) entonces no les queda otra alternativa a éstos últimos más que devaluar sus monedas para poder competir con ventaja con los demás, que tienen los mismos objetivos. Así, se inicia una carrera devaluatoria desastrosa, para ver quién devalúa más y con mayor prontitud.
Por esta razón, como la economía de Europa en estos días está estancada, Europa no podrá comprar a México lo que estaba comprando hasta hace poco. Señal que México se verá tentado a devaluar, para atraer las compras de Europa en mayor cantidad. Otros países harán lo mismo…
Así las cosas, comparemos lo anterior, con el estado que prevalecía hace cien años, cuando operaba un “Patrón Oro”- que no era un patrón oro puro, sino ya viciado, pero al fin y al cabo, un patrón oro.
Bajo ese sistema, aunque parezca increíble hoy en día, no había posibilidad de superávit en la balanza de pagos de ningún país, ni mucho menos era un objetivo de política económica nacional, tener superávit de exportaciones. En realidad, ni siquiera existía la idea de “balanza de pagos”. ¡Todos los pagos estaban al día, forzosamente!
Las exportaciones que hacía México en aquel entonces, estaban equiparadas a sus importaciones en forma natural, al través de su sistema bancario, de tal forma que no se presentaban déficit de exportaciones, ni podían presentarse. Lo mismo ocurría en todo el mundo.
El oro servía para pagar pequeños saldos remanentes y transitorios, entre exportaciones e importaciones. Se exportaba nada más lo necesario para cubrir las importaciones.
El equilibrio en el comercio internacional era tan natural entonces, como hoy lo es el desequilibrio: todos los países efectuaban exportaciones suficientes para pagar sus importaciones. No quedaban saldos por cobrar, o por pagar – el oro se usaba para extinguir esos pequeños y transitorios saldos. Por contraste, en el mundo de hoy: ¡$12 millones de millones de dólares de saldos no pagados, por desbalances de comercio entre los países del mundo! (Ver mi artículo anterior: http://www.plata.com.mx/Mplata/articulos/articulosFilt.asp?fiidarticulo=479)
México, siendo rico en minería de oro, podía importar más que otros países que no tenían minas de oro. Así fue como bajo el Porfiriato, México logró un desarrollo extraordinario, nunca replicado por subsecuentes gobiernos.
México no estaba ensillado con la permanente necesidad ingente de exportar para lograr un superávit en la balanza de pagos, y así sobrevivir.
La riqueza producida nacionalmente, se quedaba en el país, no tenía que exportarse parte de ella, para lograr superávit que se nos paga con bonos que nunca se van a cobrar, como sucede hoy.
No pagábamos tributo a los países que emiten monedas de reserva mundial; para nosotros,  los mexicanos, principalmente ese tributo es a favor de EU. Sólo se exportaba lo que no nos hacía falta, para importar bienes del exterior.
Tal organización del sistema monetario internacional es lo que hace falta con urgencia para el mundo: un sistema donde los países no se vean obligados, quieran o no, a exportar tributo al imperio de los emisores de monedas de reserva, entre ellos, el principal: EU.
Por esta razón, es de importancia primaria para la nación que nuestros gobernantes apoyen, en la medida posible, un movimiento para la reorganización del sistema monetario mundial a base del Patrón Oro.
Las universidades (ITAM, ITESM, ANAHUAC, IBERO, UNAM etc.) que en la actualidad están formando los hombres y mujeres que serán futuros gobernantes, deben dejar de imitar toda la falsedad que se enseña en la universidades más prestigiadas de EU; deben comenzar a enseñar la doctrina del Patrón Oro, que actualmente pasa por desapercibida, como si nunca existió, cuando que fue el cimiento de la prosperidad histórica del mundo en el Siglo XIX; porque sin duda el Patrón Oro nos espera en el futuro, como esperanza para un mundo que hoy está al borde del colapso total.

Por Hugo Salinas Price

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