Internacional

¿Respeta EE.UU. los derechos humanos?

Estados Unidos no puede seguir  presentándose como “el juez de los derechos humanos” en el mundo pues al interior de  su propio territorio prevalece la violación a los derechos humanos y  un continuo deterioro de ellos. En este sentido todos los especialistas en derechos humanos concuerdan en que: “Hay que tomar en cuenta que el Departamento de Estado de Estados Unidos no tiene una mayor calidad moral para lanzar la primera piedra en materia de derechos humanos cuando en su país existen mucho más violaciones de los derechos de los niños y las niñas en materia penal, en temas de violencia de género y otros grandes asuntos por resolver. Además EEUU tiene muchos vacíos en sus mecanismos para proteger a sus ciudadanos en materia económica y social, así como en el terreno de la justicia y en las intervenciones hechas a otros países. En los últimos años, la población de EEUU ha registrado una creciente desigualdad económica, aparejada a una reducción de derechos sociales como la educación, la salud, pero también en la vivienda”.

Es bien conocido el hecho  que EE.UU. no ha firmado ni ratificado importantes tratados internacionales sobre  derechos humanos, como la Convención sobre los derechos del niño, el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, ni el Convenio contra los crímenes de guerra y de lesa humanidad y la Prohibición de los ensayos nucleares. Al respecto, vale la pena resaltar que EE.UU. fue el promotor y presionó para  que muchos países negociaran, firmaran y ratificaran  la creación de la Corte Penal Internacional y hasta ahora EE.UU. no la ha ratificado.

Cuando el gobierno de  EE.UU. quiera poner en la mesa de negociaciones la cuestión de los derechos humanos como forma de presión contra México, México primero debe  cumplir  y respetar los derechos humanos de los mexicanos y segundo debe de  rechazar  dicha acción de presión  política y poner  en evidencia  la falta de respeto de los derechos humanos en el propio territorio de los EE.UU. Y no dejarse chantajear al respecto.

Amnistía Internacional en su informe anual de 2016, critica el expediente del ex presidente Barack Obama sobre los derechos humanos, cuando afirma  que dejó “un legado con muchas fallas graves en la defensa de los derechos humanos durante sus ocho años de mandato”. Y además, señala que de  acuerdo a las acciones tomadas durante los primeros meses del gobierno de  Donald Trump se han dado graves faltas  de respeto  a los derechos humanos de los migrantes. En particular por los decretos ejecutivos anti migrantes que su gobierno ha decretado  e instrumentado de manera unilateral y que desafían los  acuerdos internacionales de los cuales EE.UU. es signatario y está obligado a cumplir y respetar.

Al respecto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió en febrero  del 2017 un comunicado relativo a las órdenes ejecutivas giradas por el gobierno de Donald  Trump. En dicho comunicado se expresa  que: “Estados Unidos tiene la obligación de implementar todas las medidas que sean necesarias para proteger la vida, integridad y seguridad de todas las personas migrantes bajo su jurisdicción. Los procedimientos migratorios, en particular los que puedan conllevar la deportación de migrantes, deben analizarse, fundamentarse y decidirse de forma individual y respetar garantías mínimas tales como el derecho a ser escuchado por la autoridad competente en el marco del procedimiento tendiente a su deportación y a tener una oportunidad adecuada para ejercer su derecho de defensa; a contar con interpretación y traducción; a contar con representación legal; a la protección consular; a recibir una notificación de la decisión que ordena su deportación; a acceder a un recurso efectivo para impugnar la decisión de deportación; a impugnar la decisión de deportación; y a que los recursos interpuestos tengan efectos suspensivos sobre la decisión de deportación”.

El ex asesor para asuntos de seguridad nacional en la Administración del presidente estadounidense Richard Nixon y ex secretario de Estado Henry Kissinger pidió “dar una oportunidad” al inquilino de la Casa Blanca. “El presidente  Trump es el más genuino que he visto. No tiene ningún equipaje ni obligaciones ante ningún grupo y ha sido elegido conforme a su propia estrategia” y “deberíamos darle una oportunidad para desarrollar objetivos positivos”. Pues bien, hay un proverbio que dice que “Cada uno recoge el fruto de lo que dice y recibe el pago de lo que hace”. Sin duda a  EE.UU. pagará la pérdida de su liderazgo mundial en materia de defensa de los derechos humanos por las acciones que ha dejado de hacer en ese campo  con la toma de medias unilaterales y actuando contra los principios universales de los derechos humanos. Angela Merkel, tiene toda la  razón cuando  afirma que: “Ningún país puede resolver solo los problemas del mundo….sólo se pueden enfrentar las grandes crisis globales … de migración en particular, si estamos todos juntos”

Sobre las órdenes ejecutivas o decretos presidenciales anti migrantes, 134 ex funcionarios y expertos en política exterior de Estados Unidos de gobiernos demócratas y republicanos,  tales como el ex diplomático Nicholas Burns, el ex director contra-terrorismo del Consejo de Seguridad Nacional, Richard Clarke, la ex subsecretaria de Defensa, Michele Flournoy, la ex secretaria de Estado, Madeleine Albright, las ex secretaria y ex consejera de Seguridad Interior, Janet Napolitano y Susan Rice, entre otros, expresaron  en una carta dirigida al presidente Donald Trump “que dichas  acciones debilitaban  la seguridad y los intereses del país”. Agregaron  que : “Las prohibiciones como las incluidas en dichos decretos son dañinas para la seguridad nacional de Estados Unidos y están por debajo de la dignidad de nuestro gran país”.

Aún más, António Guterres en calidad de nuevo secretario general de las Naciones Unidas hizo un llamamiento a “la necesidad de reconstruir las relaciones entre los ciudadanos y los dirigentes políticos, para así responder al descontento que amenaza los valores universales, como los derechos humanos,  sobre los que se sustenta el organismo multilateral”. Agregó que “el miedo impulsa las decisiones de mucha gente por todo el mundo”. Y emplazó así a los líderes mundiales, en alusión a EE.UU. y a otros países, a que entiendan los temores de los ciudadanos sin perder de vista los valores humanos. “Llegó el momento de que los dirigentes escuchen sus ansiedades y entiendan  sus necesidades”, reiteró citando el incremento de la desigualdad social, el cambio climático, la trata de seres, el terrorismo y la competencia creciente por los recursos naturales.

La Declaración Universal de Derechos Humanos fue adoptada y proclamada por la Asamblea General de la ONU en su resolución 217 A (III), del 10 de diciembre de 1948. Ésta señala en su preámbulo que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”. En particular su  Artículo 1 resalta que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Y en su Artículo 2 explicita  que “Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía”. Etc. Declaración promovida , negociada, firmada y ratificada por los EE.UU.

En pocas palabras, los derechos humanos son universales e inalienables, interdependientes e indivisibles, iguales y no discriminatorios, son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Donde todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna.

Así mismo, los derechos humanos incluyen tanto derechos como obligaciones. Los Estados asumen las obligaciones y los deberes, en virtud del derecho internacional, de respetar, proteger y realizar los derechos humanos. La obligación de respetarlos significa que los Estados deben abstenerse de interferir en el disfrute de los derechos humanos, o de limitarlos. La obligación de protegerlos exige que los Estados impidan los abusos de los derechos humanos contra individuos y grupos. La obligación de realizarlos significa que los Estados deben adoptar medidas positivas para facilitar el disfrute de los derechos humanos básicos. En el plano individual, así como debemos hacer respetar nuestros derechos humanos, también debemos respetar los derechos humanos de los demás.

En esta tesitura, los hechos concretos muestran que el año pasado se produjo un continuo deterioro en algunos aspectos clave relativos al respeto a los derechos humanos en  EE.UU. Vale la pena resaltar la investigación acuciosa que hizo La Oficina de Información del Consejo de Estado de la República Popular China sobre las “Violaciones de Derechos Humanos de Estados Unidos en el año  2016,   (http://spanish.peopledaily.com.cn/n3/2017/0309/c31621-9188109.html) En ese tenor se menciona que: Estados Unidos es el país con la segunda mayor tasa de encarcelamiento del mundo, con 693 presos por cada 100,000 personas. Aproximadamente 2.2 millones de personas estaban encarceladas en Estados Unidos en 2014. En total ha habido 70 millones de estadounidenses encarcelados, lo que supone que casi uno de cada tres adultos tiene algún tipo de antecedente criminal. Se muestra que las armas de fuego se usaron en el 71.5 por ciento de los homicidios ocurridos en el país, el 40.8 por ciento de los robos y el 24.2 por ciento de los asaltos agravados en 2015. En 2016 en Estados Unidos ocurrieron un total de 58,125 incidentes de violencia relacionada con las armas de fuego, incluyendo 385 tiroteos masivos, que dejaron 15,039 muertos y 30,589 heridos.

Además, uno de cada siete estadounidenses, es decir, al menos 45 millones de personas, vivían en situación de pobreza.  Se señala que la probabilidad de que un afroamericano fuera muerto a tiros por un uniformado era 2.5 veces más que la de un ciudadano de piel blanca. Los hombres afroamericanos desarmados eran cinco veces más propensos a ser abaleados y asesinados por los agentes de la ley que sus compatriotas de piel blanca. En Estados Unidos, alrededor de 6.8 millones de personas con edades entre los diez y los 17 años no tienen garantizado el acceso a la alimentación. Se estima que se cometieron 1,197,704 delitos violentos en todo el país en 2015, un 3.9 por ciento más que el año anterior. De las 509 personas muertas a manos de la policía de Estados Unidos, al menos 124 padecían enfermedades mentales.  Los agentes de policía que matan a civiles en rara ocasión se enfrentan a cargos criminales. En torno a 1,000 civiles mueren a manos de la policía cada año, pero solo 77 agentes han sido acusados de homicidio involuntario o asesinato por alguna de esas muertes entre 2005 y 2016.

Al cierre de 2015, las personas sin hogar eran unas 500,000 El número de sin techo se incrementó en las ciudades grandes. Había más de 60,000 personas en esta situación  solo en Wisconsin. El sistema de seguridad social mostró graves deficiencias pues había 1,136,849 solicitantes de prestaciones por discapacidad federales en lista de espera, lo que significó que podrían aguardar hasta 26 meses para lograr una audiencia administrativa sobre su petición de ayudas.

Una encuesta estableció que el 52 por ciento de los estadounidenses creía que el racismo en contra de los afroamericanos o hispanos era un problema “extremadamente grave”. El 69 por ciento de los entrevistados dijo que las relaciones raciales en Estados Unidos eran muy malas. Seis de diez estadounidenses dijeron que las relaciones raciales estaban empeorando. Una encuesta mostró que el 64 por ciento de los afroamericanos dijo que el maltrato por parte de la policía era un problema serio en sus comunidades. Más del 81 por ciento de los negros estadounidenses dijo que las muertes de afroamericanos a manos de la policía eran un fenómeno común. El Instituto Urbano de Estados Unidos emitió un informe el 11 de septiembre de 2016 en el que señaló que alrededor de 6.8 millones de personas con edades entre los 10 y los 17 años no tenían garantizada su alimentación.

Por todo lo anterior, valdría la pena preguntarnos si ¿Estados Unidos tiene la calidad moral para evaluar los derechos humanos de los demás países?, mientras existen numerosos casos de violación en su propio país. Todo ello nos hace reflexionar  que  EE.UU.  ya no podrá utilizar la violación de los derechos humanos como táctica  o estrategia de  presión o negociación con otros países como lo ha hecho en el pasado. Pues el buen predicador por su propia casa  empieza. A respetar los derechos humanos en su propia  casa primero. Al respecto. Sandra Serrano, coordinadora de la Maestría en Derechos Humanos y Democracia de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de México,  señala “Hay que tomar en cuenta que el Departamento de Estado de Estados Unidos no tiene una mayor calidad para lanzar la primera piedra en materia de derechos humanos cuando en su país existen mucho más violaciones de los derechos de los niños y las niñas en materia penal, en temas de violencia de género y que tiene otros grandes asuntos por resolver”. Apunta además que “EEUU tiene muchos vacíos en sus mecanismos para proteger a sus ciudadanos en materia económica y social, así como en el terreno de la justicia. En los últimos años, la población de EEUU ha registrado una creciente desigualdad económica, aparejada a una reducción de derechos sociales como la educación, la salud, pero también en la vivienda”. Además, es bien conocido el hecho  que EE.UU. no ha firmado ni ratificado importantes tratados internacionales sobre  derechos humanos, como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, ni la Convención sobre los derechos del niño, el Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena, el convenio contra los crímenes de guerra y de lesa humanidad y la prohibición de los ensayos nucleares. Al respecto, vale la pena resaltar que EE.UU. fue el promotor y presionó par  que muchos países negociaran, firmaran y ratificaran  la creación de la Corte Penal Internacional y hasta ahora EE.UU. no la ha ratificado.

En ese tenor, resalta el hecho que de acuerdo con cifras del Departamento de Estado de EE.UU. casi un millón de estadounidenses viven en México y de ellos 934,698 lo hacen de manera irregular. Desde 2015 el número de estadounidenses que viven en México en situación irregular aumentó 37.8 por ciento. En tanto, de acuerdo con el INEGI, 739,168 ciudadanos estadounidenses vivían en México en 2015, y sólo 65,302 tenían en regla sus papeles de residencia. Las cifras significan que 91.2 por ciento de los estaounidenses que vivían en México en 2015 lo hacían de manera indocumentada. Al respecto vale la pena destacar  que México no realiza deportaciones de ciudadanos estadounidenses, mientras que durante la administración de  Barack Obama se deportaron más de  3 millones de migrantes y en lo que  va de la administración de Donald Trump han sido deportados 11,328 mexicanos, de ellos sólo 723 con cargos criminales.

Por ello, es importante recordar que el trato de socios que tomó tiempo para consolidar y predominar entre México y Estados Unidos después de múltiples afrentas históricas, se está diluyendo rápidamente desde que Trump tomó el tema de la discriminación a mexicanos y del odio a migrantes como bandera política. Dicha posición, sin duda, despertó entre un sector de la población de EE.UU., un sentimiento de animadversión o xenofobia a lo mexicano en particular y a lo extranjero en general. Todo esto está generando un retroceso a la historia mexicana y del mundo al antiamericanismo

Finalmente, el daño en la relación bilateral está dado por ambas partes y es claro que durante los próximos dos años se va  a dar una difícil relación bilateral; por lo que el nuevo gobierno mexicano en el 2018 caminará cuesta arriba para restañar heridas y generar una nueva relación política de confianza y de quid pro quo donde no se confunda la coordinación con la subordinación. Por ello, México no deberá caer en los juegos políticos de la administración Trump en el uso político de la cuestión de derechos humanos. Y si es necesario recordar a  EE.UU. que respete también los derechos humanos de los mexicanos en su territorio. Es claro que México debe de respetar los derechos humanos en su territorio como un cumplimiento a las leyes nacionales e internacionales a las  cuales está obligado. Estoy de  acuerdo en que “México debe  seguir reafirmado su  compromiso con las instituciones y mecanismos multilaterales de derechos humanos y destacar la importancia de que la comunidad internacional defienda los principios y normas universales de derechos humanos y no discriminación”. Además, México debe  “mostrar su rechazó a cualquier acto de estigmatización o criminalización basada en el origen, la nacionalidad o cualquier otra causa. Enfatizar su compromiso para proteger los derechos de los mexicanos que viven en el exterior e impulsar estrategias conjuntas con el Consejo de  Derechos Humanos de la ONU”.

La fortaleza de un país reside en darse a respetar y así se le respetará en el exterior. La imagen de un país no se mejora sólo pagando millones de dólares a una compañía extranjera para mejorarla como si fuera marca. La fortaleza se logra también siendo un país donde se respetan los derechos humanos, no hay impunidad, se lucha contra la corrupción, existe la distribución de la riqueza, se da  excelente educación, se reconoce a la gente por su formación y méritos y no por el amiguísimo y nepotismo. Además, los países son fuertes cuando la sociedad civil participa y no se deja sola a la partidocracia hacer lo que quiera. No se debe echar la culpa todo al exterior y si enfrentar con entereza las  tareas pendientes  que se  requieren desarrollar al interior del país. Estamos convencidos que México saldrá adelante con estrategia  e inteligencia.

Por Eduardo Roldán, Diplomático, internacionalista, analista político y escritor.

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