Editorial

Rebelión en el PAN

Sorpresivamente y, como decían los antiguos, por los renglones torcidos de la política, el PAN está dividido: por un lado Felipe Calderón y su señora y por otro el partido y los Precandidatos Presidenciales, excepto uno.

Hasta el gobernador de Jalisco, Emilio González, bien rasurado y maquillado le dijo a Joaquín López Dóriga en su programa de televisión: “yo también quiero ser Presidente de la República y estoy listo para ganarle las elecciones a Peña Nieto”. “¿Entonces, va a ser Peña Nieto el Candidato del PRI, según Usted cree?”, le preguntó Joaquín al gober de los asquitos, quien respondió: “sí, va a ser Peña Nieto y yo le voy a ganar, porque tengo mejores resultados que él”, y López Dóriga se rió.

Lo que pasa es que el licenciado Felipe Calderón jugó demasiado con su propio partido y con los aspirantes; primero hace unos meses, fue y les dijo en su asamblea general que ninguno de ellos iba a ser el Candidato, dando a entender que podría ser uno de la sociedad civil, “un candidato ciudadano”, haciendo pensar a todos que Calderón se refería al ex rector Juan Ramón de la Fuente o Alejandro Martí, el empresario que todos conocemos por el caso de su hijo.

Pero no, tampoco fue eso, sino que, de repente, ante una asamblea muy grande de funcionarios federales panistas, incluido el Gabinete Presidencial, señaló al Secretario de Hacienda para decir el único discurso, lo que fue entendido por todos los asistentes y los politólogos, como el lanzamiento de Ernesto Cordero, el cual después ocurrió por medio de una carta a la opinión pública firmada por 134 “notables del PAN”, entre ellos gobernadores, ex gobernadores, diputados, presidentes municipales y otros, cuyo denominador común es que son gente cercana al licenciado Calderón y a su esposa Margarita Zavala.

Ese destape por medio de lo que algunos panistas llamaron “una cartita”, creó enorme confusión al interior del PAN, que puso de puntitas tanto al Presidente de ese partido Gustavo Madero como a los otros seis precandidatos entre los que están: Santiago Creel, Josefina Vázquez Mota, Javier Lozano, Alonso Lujambio, Heriberto Félix, el gobernador Emilio González Márquez, todos ellos altos funcionarios del Ejecutivo o del Legislativo, quienes de una u otra forma manifestaron su desacuerdo e insatisfacción con lo que se ha llamado “el dedazo de Calderón”.

El resultado de estas acciones fallidas ha sido la división tajante del PAN, y una agitación política del interior de ese partido cuyo resultado es imprevisible, y que pudiera llevar a un rompimiento político entre ese partido y el propio licenciado Felipe Calderón y su esposa, ya que el dedazo no lo aguanta ni siquiera el dócil senador Gustavo E. Madero, Presidente de ese partido.

Todos han protestado: Santiago Creel exige piso parejo y que se le reconozca que lleva mayoría en las encuestas; Josefina Vázquez Mota le pide a Dios que la haga viuda pero de quien dió el dedazo; Alonso Lujambio, con todo, políticamente correcto, rechazó “la cultura de la cargada”, y dijo: estoy “vivito y coleando”; el gober de Jalisco, se presentó en la televisión  y dijo que “Cordero es buena persona, pero mejor voy yo”; Javier Lozano insiste que “él es el gallo azul” y el único que ha apechugado es Heriberto Félix, quien no quiere broncas ni con Cordero ni con Calderón.

Pero, ¿qué va a pasar con el PAN? Con esta rebelión se va a poner interesante la lucha interna en ese partido.

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