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“Putin no puede permanecer en el poder”: Joe Biden, Presidente de Estados Unidos

Debemos defender la libertad y la democracia en Ucrania

Discurso del Presidente Biden sobre los esfuerzos unidos del mundo libre en apoyo al pueblo de Ucrania. La Casa Blanca. 26 de marzo de 2022. Castillo Real de Varsovia. Varsovia, Polonia.

EL PRESIDENTE: Gracias, muchas gracias. Les pido que tomen asiento, si tienen donde sentarse. (Risas). Si no, suban al escenario.

Muchísimas gracias. Es un gran honor para mí estar aquí. Sr. Presidente, me dicen que está por allí en algún lado. Allí está. Gracias, Sr. Presidente.

“No tengan miedo”. Esas fueron las primeras palabras en el primer discurso público que pronunció el primer Papa polaco tras ser elegido en octubre de 1978. Son palabras que llegarían a definir al papa Juan Pablo II. Palabras que cambiarían el mundo.

Juan Pablo trajo el mensaje aquí a Varsovia en el primer viaje de regreso a su país como papa en junio de 1979. Fue un mensaje sobre el poder, el poder de la fe, el poder de la resiliencia y el poder del pueblo.

Ante un sistema de gobierno cruel y brutal, fue un mensaje que contribuyó a poner fin a la represión soviética en Europa Central y Oriental hace 30 años. Fue un mensaje que también trascenderá a la crueldad y la brutalidad de esta guerra injusta.

Cuando el papa Juan Pablo trajo ese mensaje en 1979, la Unión Soviética gobernaba con mano dura tras una Cortina de Hierro.

Luego, un año después, el movimiento de Solidaridad se afianzó en Polonia. Y si bien sabemos que no está aquí hoy, todos estamos agradecidos en Estados Unidos y en el resto del mundo con Lech Wałęsa. (Aplausos).

Me recuerda la frase el filósofo Kierkegaard: “La fe ve mejor en la oscuridad”. Y realmente hubo momentos oscuros.

Diez años más tarde, la Unión Soviética colapsó y Polonia y Europa Central y Oriental serían libres poco después. La batalla por la libertad no fue para nada simple ni fácil. Fue un esfuerzo largo y doloroso, no de días y meses, sino de años y décadas.

Pero surgimos renovados en la gran batalla por la libertad: una batalla entre democracia y autocracia, entre libertad y represión, entre el orden basado en reglas y otro gobernado por la fuerza bruta.

En esta batalla, debemos ser muy claros. Tampoco esta batalla se ganará en días ni meses. Necesitamos armarnos de fortaleza para lo que tenemos por delante.

Sr. Presidente, Sr. Primer Ministro, Sr. Alcalde, miembros del Parlamento, distinguidos asistentes, pueblo de Polonia y sospecho que hay personas de Ucrania aquí: estamos… (aplausos) reunidos aquí en el Castillo Real en esta ciudad que tiene un lugar en la historia no solo de Europa, sino también en la incesante búsqueda de libertad de la humanidad.

Durante generaciones, Varsovia se ha mantenido ante situaciones en las que se desafió la libertad, y la libertad ha prevalecido.

De hecho, fue aquí en Varsovia donde una joven refugiada, que huyó de su país de origen, Checoslovaquia, bajo el dominio soviético, regresó para hablar y solidarizarse con los disidentes.

Su nombre era Madeleine Korbel Albright. Se convirtió… (aplausos) en una de las defensoras más fervientes de la democracia en el mundo. Era una amiga con quien tuve oportunidad de trabajar. La primera Secretaria de Estado de los Estados Unidos. Falleció hace tres días.

Durante toda su vida luchó por los principios democráticos esenciales. Y ahora, en la lucha permanente por la democracia y la libertad, Ucrania y su gente están actualmente en la primera línea de combate para salvar a su nación.

Su valiente resistencia es parte de una lucha mayor por los principios democráticos esenciales que unen a todos los pueblos libres: el Estado de derecho, las elecciones libres e imparciales, la libertad de hablar, escribir y reunirse, y la libertad de culto; así como la libertad de prensa.

Estos principios resultan esenciales en una sociedad libre. (Aplausos). Pero siempre han estado asediados. Siempre han sufrido embates. Cada generación ha tenido que derrotar a enemigos acérrimos de la democracia. Así es el mundo, sabemos que el mundo es imperfecto. Los deseos y las ambiciones de unos pocos pretenden imponerse por sobre las vidas y las libertades de muchos.

Mi mensaje al pueblo de Ucrania es el mensaje que transmití hoy al Ministro de Relaciones Exteriores y al Ministro de Defensa de Ucrania, quienes, según creo, están aquí esta noche: Estamos junto a ustedes. Punto. (Aplausos).

El combate de hoy en Kiev y en Mariúpol son las batallas más reciente de una larga lucha: Hungría, en 1956; Polonia, en 1956 y nuevamente en 1981; Checoslovaquia, en 1968.

Los tanques soviéticos aplastaron las protestas democráticas, pero la resistencia continuó hasta que, finalmente, en 1989, cayeron el Muro de Berlín y todos los muros de la dominación soviética. Se desmoronaron. Y prevaleció el pueblo. (Aplausos).

Pero la batalla por la democracia no podía concluir y no concluyó con el fin de la Guerra Fría.

En los últimos 30 años, las fuerzas de la autocracia han revivido en todo el mundo. Sus señas de identidad son conocidas: desprecio por el Estado de derecho, desprecio por la libertad democrática y desprecio por la verdad misma.

Actualmente, Rusia ha asfixiado a la democracia, y ha intentado hacerlo también en otros sitios, además de en su territorio. Invocando falsos señalamientos de solidaridad étnica, ha invadido a naciones vecinas.

Putin tiene el descaro de afirmar que está “desnazificando” a Ucrania. Esa es una mentira. Es algo cínico. Él lo sabe. Y también es algo obsceno.

El presidente Zelenski resultó electo en forma democrática. Es judío. La familia de su padre fue aniquilada durante el holocausto nazi. Y Putin tiene la audacia, al igual que todos los autócratas que lo antecedieron, de creer que la fuerza da la razón.

En mi propio país, un expresidente llamado Abraham Lincoln, manifestó un ideal totalmente opuesto en su esfuerzo por salvar a nuestra Unión en el contexto de una guerra civil. Dijo al respecto: “Tengamos fe en que la razón hace la fuerza. La razón hace la fuerza”. (Aplausos).

En el día de hoy, debemos recobrar esa fe. Propongámonos poner en acción la fortaleza de las democracias para frustrar… los planes de la autocracia. Recordemos que la prueba de esta época es la prueba de todos los tiempos.

El Kremlin quiere mostrar la ampliación de la OTAN como un proyecto imperialista que busca desestabilizar a Rusia. Nada más alejado de la verdad. La OTAN es una alianza defensiva. Nunca ha tenido por objeto la desaparición de Rusia.

En el período que antecedió a la crisis actual, Estados Unidos y la OTAN trabajaron durante meses para lograr que Rusia evitara una guerra. Me reuní con él personalmente y hablé con él varias veces por teléfono.

Una y otra vez, ofrecimos una diplomacia genuina y propuestas concretas para fortalecer la seguridad europea, reforzar la transparencia y generar confianza para todas las partes.

Pero Putin y Rusia respondieron a cada propuesta con desinterés en cualquier tipo de negociación, mentiras y ultimátums. Rusia se inclinó por la violencia desde un primer momento.

Sé que no todos ustedes me creyeron a mí y a nosotros cuando insistíamos en que “Van a cruzar la frontera. Van a atacar”.

Afirmó reiteradamente: “No tenemos interés en una guerra”. Dio garantías de que no actuaría.

Afirmó reiteradamente que no invadiría Ucrania.

Dijo insistentemente que los soldados rusos en la frontera estaban allí con fines de “entrenamiento”; la totalidad de los 180.000 soldados.

Sencillamente no hay justificación ni provocación para que Rusia haya elegido la guerra. Es un ejemplo de uno de los impulsos humanos más antiguos: usar la fuerza bruta y la desinformación para calmar la sed de poder y control absolutos.

Esto no es más que un desafío directo al orden internacional basado en normas que se estableció desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Y amenaza con volver a las décadas de guerra que asolaron a Europa antes de que se estableciera el orden internacional basado en normas. No podemos volver a eso. No podemos hacerlo.

La gravedad de la amenaza explica por qué la respuesta de Occidente ha sido tan rápida, potente y unificada, abrumadora y sin precedentes.

Las consecuencias inmediatas y severas son lo único que va a lograr que Rusia revierta el curso.

A días de la invasión, Occidente había avanzado en forma conjunta con sanciones para debilitar la economía de Rusia.

El Banco Central de Rusia ahora se encuentra bloqueado del acceso a los sistemas financieros mundiales, y esto priva al Kremlin del acceso a los fondos de guerra que acumuló en todo el mundo.

Hemos apuntado contra el corazón mismo de la economía de Rusia al detener las importaciones de energía rusa a Estados Unidos.

Hasta la fecha, Estados Unidos ha sancionado a 140 oligarcas rusos y a sus familiares y ha confiscado sus ganancias mal habidas: yates, departamentos de lujo y mansiones.

Hemos sancionado a más de 400 funcionarios gubernamentales rusos, incluidos los principales arquitectos de esta guerra.

Estos funcionarios y oligarcas han conseguido inmensos beneficios como resultado de las maniobras corruptas vinculadas con el Kremlin, y ahora tienen que soportar las consecuencias.

El sector privado también está actuando. Más de 400 empresas privadas multinacionales han dejado de desarrollar actividades en Rusia; se fueron de Rusia completamente, desde compañías petroleras hasta McDonald’s.

Como resultado de estas sanciones sin precedentes, el rublo casi se ha reducido a escombros. La economía rusa (aplausos)… es así, por cierto. Un dólar equivale a cerca de 200 rublos.

La economía se reducirá a la mitad en los próximos años. La economía de Rusia estaba posicionada como la 11.º mayor economía del mundo antes de esta evasión … invasión. Pronto ya no estará ni entre las 20 principales. (Aplausos).

En conjunto, estas sanciones económicas son una nueva herramienta económica con capacidad para infligir un daño que compite con el poderío militar.

Estas sanciones internacionales están mellando la fortaleza rusa, su capacidad de reabastecer a sus fuerzas militares y su posibilidad de proyectar poder. Y es Putin… es Vladimir Putin el culpable. Punto final.

A su vez, paralelamente a estas sanciones económicas, el mundo Occidental se ha reunido para dotar al pueblo de Ucrania niveles extraordinarios de asistencia militar, económica y humanitaria.

En los años previos a la invasión, antes de que cruzaran la frontera, nosotros, Estados Unidos, habíamos enviado más de US$ 650 millones en armas a Ucrania, incluidos equipos antiaéreos y antiblindaje.

Desde la invasión, Estados Unidos se ha comprometido a destinar otros US$ 1350 millones en armas y municiones.

Y gracias al coraje y la valentía del pueblo ucraniano (aplausos), los equipos que hemos enviado y que nuestros colegas han enviado se han usado con efectos devastadores para defender el territorio y el espacio aéreo ucranianos. Nuestros aliados y socios también han dado un paso adelante.

Pero como ya lo he dicho antes: las fuerzas estadounidenses están en Europa… no están en Europa para entrar en conflicto con las fuerzas rusas. Las fuerzas estadounidenses están aquí para defender a los Aliados de la OTAN.

Ayer me reuní con los soldados que están en servicio junto a nuestros aliados polacos para reforzar las defensas fronterizas de la OTAN. El motivo que queríamos dejar en claro es su movimiento en Ucrania: no piensen ni un instante en avanzar un centímetro sobre el territorio de la OTAN.

Tenemos una obligación sagrada —(aplausos)— conforme al artículo 5 de defender cada centímetro del territorio de la OTAN con todo el peso de nuestro poder colectivo.

Previamente en el día de hoy, visité el Estadio Nacional, donde miles de refugiados ucranianos buscan ahora respuesta a las preguntas más difíciles que puede plantearse un ser humano: “Dios mío, ¿qué va a ser de mí? ¿Qué va a ser de mi familia?”.

Vi lágrimas en los ojos de muchas de las madres a quienes abracé; sus hijos pequeños… no sabían si sonreír o llorar. Una niña dijo “Sr. Presidente” —hablaba algo de inglés— “mi hermano y mi papá… ¿van a estar bien? ¿Volveré a verlos?”. Están sin sus esposos, sus padres y, en muchos casos, sus hermanos o hermanas que se quedaron para luchar por su país.

No fue necesario que yo hablara o entendiera el idioma para sentir la emoción que había en sus ojos, la forma en que me tomaron la mano y cómo se aferraron a mi pierna niñas y niños pequeños, rogando con desesperación que todo esto sea algo momentáneo; el terror ante la posibilidad de nunca más poder volver a sus hogares, con el abatimiento debilitante que genera ver que todo esto esté ocurriendo nuevamente.

Pero también me impactó la generosidad del pueblo de Varsovia —y de hecho, de todo el pueblo polaco— por lo sincero de su compasión, su deseo de ayudar…(aplausos) y abrir sus corazones.

Le decía al alcalde que se están preparando para abrir sus corazones y sus hogares con la sola intención de ayudar. También quisiera agradecer a mi amigo, el gran chef estadounidense, José Andrés, y su equipo que ayudaron a …(aplausos) dar de comer a quienes buscan ser libres.

Sin embargo, ayudar a estos refugiados no es algo que Polonia ni otra nación puedan hacer por sí solas. Todas las democracias del mundo tienen la responsabilidad de ayudar. Todas. Y el pueblo de Ucrania puede contar con que Estados Unidos cumplirá con su responsabilidad.

He anunciado, hace dos días, que recibiremos a 100.000 refugiados ucranianos. Ya tenemos a 8000 por semana que llegan a Estados Unidos de otras nacionalidades.

Proporcionaremos casi US$ 300 millones de asistencia humanitaria, con decenas de miles de toneladas de alimentos, agua, medicamentos y otros suministros básicos.

En Bruselas, anuncié que, además, Estados Unidos tiene planificado aportar más de US$ 1000 millones en ayuda humanitaria.

El Programa Mundial de Alimentos nos ha informado que, pese a que se enfrentan obstáculos significativos, al menos algo de ayuda está llegando a las principales ciudades de Ucrania, pero no a Mariúpol, porque las fuerzas rusas están impidiendo que la asistencia llegue a destino.

No obstante, no abandonaremos nuestros esfuerzos por llevar asistencia humanitaria a todos los lugares que lo necesiten en Ucrania, y para las personas que han dejado el país.

Pese a la brutalidad de Vladimir Putin, es indudable que esta guerra ya ha sido un fracaso estratégico para Rusia. (Aplausos). Yo mismo he perdido hijos, y sé que esto no sirve como consuelo para las personas que han perdido familiares.

Pero él, Putin, pensó que los ucranianos iban a entregarse sin luchar. No debe haber sido muy bueno en Historia. Por el contrario, las fuerzas rusas se toparon con una resistencia fuerte y valiente por parte de Ucrania.

En lugar de quebrar la voluntad de los ucranianos, las tácticas brutales de Rusia han fortalecido esa determinación. (Aplausos).

En lugar de asistir al desmembramiento de la OTAN, vemos que Occidente está en un momento de máxima fortaleza y unión. (Aplausos).

Rusia deseaba que hubiera menos presencia de la OTAN en su frontera, pero ahora tenemos una presencia mayor, una presencia más fuerte, con más de cien mil tropas estadounidenses aquí, junto con todos los demás miembros de la OTAN.

De hecho (aplausos), Rusia ha logrado causar algo que —estoy seguro— nunca se propuso: las democracias del mundo se han revitalizado con un sentido de propósito y unidad que se alcanzó en meses, mientras que en otro contexto esto llevó años.

No son solo las acciones de Rusia en Ucrania las que nos recuerdan las ventajas que implica vivir en democracia. En su propio país, el Kremlin está encarcelando a quienes se manifiestan en contra del régimen. Se presume que doscientas mil personas ya han abandonado el país. En Rusia, se está produciendo una fuga de cerebros. Se están cerrando medios de comunicación independientes. Los medios del Estado solamente transmiten propaganda y bloquean las imágenes de los objetivos civiles, las fosas comunes, las tácticas para generar hambruna que están aplicando las fuerzas rusas en Ucrania.

No es de extrañar, como señalé, que 200.000 rusos hayan salido del país en un mes. Se ha producido una notable fuga de cerebros en un período muy breve, lo cual me retrotrae al mensaje que transmití al pueblo ruso:

He trabajado con líderes rusos durante décadas. Me senté a la mesa de negociación, en tiempos del premier soviético Alexei Kosygin para hablar sobre control de armas en los momentos más álgidos de la Guerra Fría.

Siempre hablé de manera directa y honesta con ustedes, el pueblo ruso.

Permítanme decir esto, si pueden escuchar: ustedes, el pueblo ruso, no son nuestros enemigos.

Me niego a creer que ustedes aprueban la matanza de niños y ancianos inocentes, o que aceptan que hospitales, escuelas, maternidades, por el amor de Dios, estén siendo devastados por bombas y misiles rusos; o que las ciudades sean rodeadas para que los civiles no puedan escapar; o que se interrumpa la provisión de suministros para forzar a los ucranianos a rendirse o morir de hambre.

Millones de familias están siendo expulsadas de sus hogares, incluida la mitad de la totalidad de niños y niñas de ucrania. Estas no son las acciones que lleva adelante una gran nación.

Entre todos los pueblos, ustedes, el pueblo ruso, como así también los pueblos de toda Europa, aún tienen el recuerdo de una situación similar que se dio a fines de la década de 1930 y 1940, la situación de la Segunda Guerra Mundial. Este recuerdo sigue vivo en la memoria de muchos ancianos de la región.

Lo que sea que su generación haya experimentado; sea que hayan vivido en primera persona el sitio de Leningrado o lo conozcan a través del relato de sus padres o abuelos; las estaciones de trenes atestadas de familias aterrorizadas que abandonaban sus hogares; noches de refugiarse en sótanos y bodegas; mañanas en las que encontraban sus casas reducidas a escombros… Estos no son recuerdos del pasado. Ya no. Porque es exactamente lo que el ejército ruso está haciendo en Ucrania en este momento.

Al 26 de marzo de 2022. Solo pocos días antes, ustedes eran una nación del siglo XXI con las mismas esperanzas y los mismos sueños que las personas de todo el mundo tienen para sí mismas y para sus familias.

Ahora, la agresión de Vladimir Putin los ha separado del resto del mundo y está llevando a Rusia de nuevo al siglo XIX.

Esto no es lo que ustedes son. Este no es el futuro que ustedes merecen para sus familias y sus hijos. Yo les digo la verdad: esta guerra no está a la altura de ustedes, del pueblo ruso.

Putin puede y debe poner fin a esta guerra. El pueblo estadounidense los apoya, a ustedes y a los valientes ciudadanos ucranianos que quieren paz.

Y mi mensaje para el resto de Europa es el siguiente: esta nueva batalla por la libertad ya ha dejado sumamente claras algunas cosas.

En primer lugar, Europa debe dejar de depender de los combustibles fósiles rusos. Y nosotros, Estados Unidos, ayudaremos a que eso ocurra. (Aplausos). Por eso ayer, en Bruselas, anuncié un plan con la presidenta de la Comisión Europea para hacer que Europa supere la crisis energética inmediata.

A largo plazo, como una cuestión de seguridad económica y seguridad nacional, y para ayudar a que el planeta pueda sobrevivir, todos debemos hacer la transición más rápida posible hacia la energía limpia de fuentes renovables. Y trabajaremos juntos para ayudar a que eso se logre, para que queden atrás los días en los cuales una nación esté sujeta a los caprichos de un tirano para satisfacer sus necesidades energéticas. Eso no debe seguir ocurriendo. Esto debe terminar.

En segundo lugar, debemos combatir la corrupción que proviene del Kremlin para dar al pueblo ruso una posibilidad justa.

Y por último, lo más urgente, es que debemos mantener la unidad absoluta entre las democracias del mundo.

No es suficiente hablar con elegancia retórica, con términos ennoblecedores como “democracia”, “libertad” e “igualdad”. Todos nosotros, incluso aquí en Polonia, debemos llevar adelante el difícil trabajo de vivir en democracia, todos los días. Mi país también.

Por eso (aplausos), por eso vine a Europa otra vez esta semana, con un mensaje claro y determinado para la OTAN, para el G7, para la Unión Europea, para todas las naciones que veneran la libertad: debemos asumir ahora el compromiso de impulsar esta lucha a largo plazo. Debemos continuar unidos hoy y mañana y el día después de mañana, y por años y décadas en el futuro. (Aplausos).

No será fácil. Esto tendrá un costo. Pero es un precio que debemos pagar. Porque la oscuridad que alimenta la autocracia, en definitiva, se contrapone a la llama de la libertad que ilumina el alma de las personas libres, en todas partes del mundo.

Una y otra vez, la historia demuestra que de los momentos más oscuros surgen los mayores avances. Y la historia muestra que esta es la gran tarea de nuestro tiempo, la tarea de esta generación.

Recordemos que el golpe de martillo que derribó el Muro de Berlín, el poder que levantó la Cortina de Hierro no fueron las palabras de un solo líder: fue el pueblo de Europa el que, durante décadas, luchó por la libertad.

Su enorme valentía abrió la frontera entre Austria y Hungría para el Pícnic Paneuropeo. Se unieron para la Cadena Báltica. Apoyaron el movimiento de Solidaridad aquí en Polonia. Y juntos, conformaron una fuerza inconfundible e innegable del pueblo que la Unión Soviética no pudo resistir.

Y lo estamos volviendo a ver hoy con el valiente pueblo ucraniano, que demuestra que el poder de muchos es mayor que la voluntad de cualquier dictador. (Aplausos).

Entonces, en este momento, dejemos que las palabras del papa Juan Pablo se enciendan hoy con la misma luz: “Nunca, nunca pierdan la esperanza, nunca duden, nunca se cansen, nunca se desanimen. No tengan miedo”. (Aplausos).

Un dictador empecinado en reconstruir un imperio nunca podrá hacer desaparecer el amor de un pueblo por la libertad. La ferocidad nunca destruirá su vocación de libertad. Ucrania nunca será una victoria para Rusia, porque las personas libres se niegan a vivir en un mundo de desesperanza y oscuridad.

Tendremos un futuro diferente, un futuro más auspicioso arraigado en la democracia y en los principios, la esperanza y la luz, de decencia y dignidad, de libertad y posibilidades.

Por el amor de Dios, este hombre no puede permenecer en el poder.

Que Dios los bendiga a todos. Que Dios proteja nuestra libertad. (Aplausos). Y que Dios proteja a nuestras tropas. Gracias por su paciencia. Gracias. (Aplausos). Gracias. Gracias.

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