México: Tiempo de Turbulencia
Increíblemente, Felipe Calderón y Agustín Carstens no calcularon debidamente el daño que iban a causar a la economía nacional con el envío del “Paquete Fiscal” para 2010, lo cual ha provocado un clamor de desaprobación en los sectores productivos del país, tanto del sector privado como del sector laboral, en los sectores universitarios, en el Colegio Nacional de Economistas e inclusive en las familias de clase media, alta y baja; todo mundo se siente afectado por unas medidas draconianas que se proponen.
Los señalamientos de desaprobación provienen lo mismo del Consejo Coordinador Empresarial, que de la Coparmex, de la Concanaco, de la Concamín, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, del Colegio Nacional de Economistas, de la Confederación Nacional Campesina, de sindicatos obreros y confederaciones y de padres y madres de familia que se sienten absolutamente desprotegidos en un momento de crisis económica generalizada.
Los partidos políticos con excepción del PAN, aunque no hay que olvidar que su nuevo presidente, licenciado César Nava, se había pronunciado en principio contra el 2% adicional de IVA generalizado y que se extiende a alimentos y medicinas; los partidos políticos, comenzando por el PRI, el PRD y otros, han expresado su absoluto rechazo al Paquete Fiscal y anunciaron que darán una batalla en el Congreso de la Unión para que se modifique ese Paquete Fiscal y no se dañe tan gravemente a la economía nacional, a las empresas y a las familias.
Se ha iniciado, de esta manera, un “Tiempo de Turbulencia” económica, política y social que tendrá efectos graves y que se reflejará indudablemente en las elecciones presidenciales de 2012, como ya se anunció en los resultados electorales del 5 de julio pasado, cuando la mayor parte de la gente mostró su rechazo a una política económica y social equivocada del gobierno.
Es por eso que el actual Titular del Ejecutivo, Felipe Calderón, debería poner oído atento al clamor del pueblo y sus diversos sectores, porque en este caso no son solamente los pobres o las empobrecidas clases medias las que le reclaman el encarecimiento de la vida que vendrá con esa alza de impuestos que se reflejará en todos los precios; sino en las advertencias y señalamientos que le hacen al propio Felipe Calderón los sectores empresariales más importantes de país encabezados por el Consejo Coordinador Empresarial, la Coparmex, la Concanaco y otros.
Y por si lo anterior no bastara, las propias universidades del país, públicas y privadas, encabezadas por la UNAM, le advierten a Felipe Calderón y a Agustín Carstens que debe retirar esa propuesta porque paralizará al país, disminuirá los niveles de vida de la población y profundizará la crisis económica que se vive, y que no solamente es de origen internacional, sino que tiene también un fuerte segmento de causas nacionales, como son la disminución de la producción petrolera y el despilfarro que se hizo de la renta petrolera en los 9 años recientes, en gasto corriente del sector público que no ayudó al equipamiento del país con nueva infraestructura productiva.
Se desperdiciaron estos recientes 9 años de “vacas gordas”, de excedentes petroleros provocados por los altos precios a los que llegó el barril y la elevación de los niveles de la producción, a más de 4 millones de barriles diarios en los últimos años de Fox, lo que llevó al agotamiento de los mantos de “Cantarell”.
Hoy, todo son lamentaciones y un deseo irrefrenable del gobierno de recuperar los ingresos perdidos del petróleo, que son miles de millones de pesos y que se quiere que sean cubiertos por nuevos impuestos para todos: para las familias y personas, a través del 2% de IVA generalizado adicional al 15% anterior, pero ahora incluyendo alimentos y medicinas; para las empresas a través del ISR y el IETU y para el resto de los agentes productivos a través del IDE, de nuevos impuestos a la telefonía y a otras telecomunicaciones, en fin, a través de un “Paquete Fiscal” esencialmente recaudatorio, que se olvida de las necesidades del crecimiento económico del país y del impulso de una economía desfalleciente en la que ha caído la nación.
Felipe Calderón y Agustín Carstens no pueden ignorar lo que expresa la población; no pueden o no deberían más bien, poner oídos sordos a lo que está diciendo todo México, sus sectores productivos: empresarios altos, grandes y medianos. No deben olvidar el viejo dicho romano destinado a los gobernantes: “Dios ciega a los hombres que quiere perder”.
Felipe Calderón y Agustín Carstens no deberían cerrar los ojos a la realidad ni poner oídos sordos al clamor popular contra el “Paquete Fiscal”.