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México no se intimida ante Trump y se prepara para un “Nuevo Trato” con Estados Unidos

No le será fácil a Donald Trump deshacer el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN): desquiciaría la economía interna de los Estados Unidos al provocar el alza de los precios de muchísimos productos de consumo importados y paralizaría a sectores agrícolas e industriales que se quedarían sin trabajadores.

Aunque Donald Trump sea un empresario, no puede desconocer las leyes del mercado, que se rige por la oferta y la demanda; las medidas que propone de desaparecer el TLCAN, podría llevar al caos económico a sectores y regiones de la economía norteamericana como Chicago, Nueva York, Texas, California, Arizona, Florida y otros.

La economía de los Estados Unidos, que se rige por el libre mercado y que está metida totalmente en la globalización, no puede ser afectada o modificada por un simple voluntarismo que impusiera aranceles y reglamentaciones económicas sin ton ni son, que produciría un desquiciamiento económico con alza de precios en numerosísimos sectores, que incluyen el comercio y producción de vehículos automotores; bienes de consumo agrícolas e industriales de importación y la paralización económica de sectores importantes de la economía por falta de trabajadores, que serían despedidos y expulsados a México y otros países.

Si la campaña electoral llevó a Donald Trump a decir y exponer una serie de despropósitos económicos y sociales; a partir del 20 de enero tendrá que corregir el rumbo al toparse con una realidad económica y social que no se plegará a su voluntad personal.

La economía de los Estados Unidos, que es una economía de libre mercado y el comercio internacional se rigen por sus propias leyes que fueron descubiertas desde hace mucho tiempo y compiladas por Adam Smith, Karl Marx, John Maynard Keynes, Milton Friedman y Francis Fukuyama.

Cuando Donald Trump tome posesión como Presidente de los Estados Unidos de América, el próximo 20 de enero, en el Capitolio, se verá rodeado por consejeros especialistas que le dirán lo que sí puede hacer y lo que no, y se verá obligado a seguir sus consejos, a menos que quiera ver el caos económico en su nación y hacer el ridículo frente al mundo.

Por lo pronto, la idea de construir el “muro”, a lo largo de la frontera con México, ha pasado a otro nivel y ahora el propio Presidente Electo Trump, se da cuenta que una locura así no es posible, y que hay otras medidas legales, policiacas y diplomáticas, que se pueden tomar, con menos daño a la ecología, a las personas, al comercio y a la economía.

Como se le explicó aquí en México, cuando vino por la invitación del Presidente Enrique Peña Nieto, diariamente un millón de personas cruzan la frontera entre México y Estados Unidos; 25 millones de ciudadanos estadounidenses pasan cada año a México en calidad de turistas, a disfrutar de las delicias del clima mexicano, la comida y todo lo que incluyen los tours.

Cada día cruzan la frontera en ambos sentidos decenas de miles de automóviles, tráileres y otros vehículos, así como ferrocarriles de carga que se internan en territorio norteamericano y mexicano sin revisión aduanal en la frontera, por haberse realizado esta en el lugar de embarque, por agentes aduanales norteamericanos instalados en México y viceversa.

Le van a informar a Donald Trump que recientemente se firmó un convenio aéreo entre México y Estados Unidos para que aviones de un país y otro puedan volar directamente a cualquier ciudad norteamericana o de México.

 

TERMINÓ LA CAMPAÑA ELECTORAL; VIENE LA REALIDAD

Una vez terminada la campaña electoral, Trump tendrá que ajustarse a la realidad, y dejar atrás el “voluntarismo”, no sólo con México, sino con el resto del mundo; es verdad que la súper potencia norteamericana debe ser considerada y en el caso de México es “como dormir con un elefante”; pero México “ya es un bocado demasiado grande”, que no tan fácilmente se puede comer el nuevo mandatario estadounidense; lo mismo acomoda para China, Europa, Japón y Corea.

 

MEXICO CONTINUARÁ SU PLAN DE CRECIMIENTO ECONÓMICO

El comercio México-Estados Unidos, dentro del TLCAN, es actualmente de 550 mil millones de dólares; es decir, de un millón de dólares por minuto, contando domingos y días festivos; un comercio así, que es de los más grandes del mundo entre dos países, no se puede frenar de un momento a otro, sin provocar un choque que dañe a los dos países.

Para comparar el nivel de comercio con Estados Unidos, podemos ejemplificar que el comercio de México con China es de 50 mil millones de dólares al año: once veces menor.

México no puede amedrentarse ni desviar su programa de desarrollo económico a causa de un voluntarismo personal sin base y razón; el desarrollo industrial de México que permite la exportación de dos millones de automóviles a los Estados Unidos cada año, es benéfico para ese país, porque los consumidores pueden comprar automóviles nuevos al mejor precio posible; lo mismo ocurre con artículos electrónicos y de otra naturaleza, así como productos agropecuarios muy demandados en aquel país: aguacate, jitomate, carne, ganado en pie, hortalizas, naranjas, plátanos, algodón, agua, camarón, atún, metales preciosos: oro, plata, cobre, zinc y otros productos minerales, en primer lugar el petróleo.

Nuestro país no puede parar su desarrollo, y en caso de topar con obstáculos serios, se verá en la necesidad de buscar nuevas salidas a sus productos y optar por un crecimiento interno más acelerado.

Después de todo, no es un caso para suicidarse: Donald Trump sólo estará en el gobierno cuatro años.

 

Por el Lic. Mauro Jiménez Lazcano, Director General de la revista Macroeconomía.

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