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México-Japón ¿Quiénes serán los campeones?

Un nuevo impulso se dio la semana pasada  a las relaciones México-Japón, con la visita del Primer Ministro Shinzo Abe a nuestro país.

El interés mostrado fue patente y la simpatía entre los dos mandatarios ha demostrado las grandes perspectivas que se pueden alcanzar entre los dos países en una enorme cantidad de campos lo que permitió firmar 14 Acuerdos de diferente índole.

Japón es el único país en lejano oriente con el que México tiene un acuerdo amplio de cooperación económica, y se demuestra en las inversiones especialmente en el ramo automotriz tan es así, que una de las plantas, como es el caso de Nissan produce más vehículos en México que en Japón.

A su vez el grupo del más alto nivel de empresarios que acompañaron al Primer Ministro mostró un interés inusitado por las reformas emprendidas en México.

Si bien persisten las perspectivas de un muy moderado crecimiento económico y con las dos economías con una relación comercial modesta, a pesar de existir un Acuerdo de Asociación  Económica entre ambos desde el año 2005.

Japón es el décimo país más poblado del mundo con una población que alcanza los 127 millones de habitantes. Es la tercera economía del mundo por el tamaño de su producto interno bruto, que en términos per cápita alcanzó los 34,510 millones de dólares. Japón importa básicamente todos sus productos energéticos y luego de la tragedia de Fukushima incrementó sus importaciones de gas, ya que decidieron cerrar y apagar la planta de energía nuclear.

Asimismo los japoneses importan la gran mayoría de sus alimentos, aunque han utilizado sus recursos a elevar la calidad de la mano de obra y destacar fuertemente en desarrollos de nuevas tecnologías, lo que los coloca como la cuarta economía exportadora del mundo, sólo detrás de Estados Unidos, China y Alemania. En el  2011 su comercio incurrió en un déficit, por primera vez en muchos años, alcanzando una cifra de 32,000 millones de dólares, luego de muchos años con superávit superior a 100 mil millones de dólares, lo cual los ha obligado recientemente a pensar, como muchas economías del mundo, en reformas estructurales.

La economía japonesa se ha desacelerado, debido, entre otras cosas, a la baja en el crecimiento económico mundial, a la deflación por la que atravesó su economía durante algunos años y que todavía no terminan de superar por completo y a los nuevos desarrollos tecnológicos, que obligan a redirigir sus esfuerzos constantemente para mantenerse a la vanguardia, llevándolos a invertir un 24% de su PIB para este fin.

México mantiene una balanza comercial deficitaria con Japón, a pesar de tener firmado un Acuerdo de Asociación Económica entre ambos desde el año 2005, que alcanzó 14,833 millones de dólares en 2013. Las dos economías mantienen una relación comercial modesta; esta cifra no ha variado mucho
desde 2010. Entre las principales exportaciones mexicanas a Japón se encuentran productos alimentarios, como carne de cerdo y bovino, sal, aguacate y algunos minerales; también exportamos algunos vehículos de cilindrada baja y artículos de tecnología media y alta, en muy reducidas cantidades.

Del lado de las importaciones, México compra de Japón vehículos, partes y accesorios de dispositivos de cristal líquido, ensambles para pantallas planas, partes y accesorios automotrices y otros componentes y partes de la industria eléctrica, electrónica y automotriz.

Con el cambio que se ha registrado en la estructura de la oferta y demanda de productos energéticos en el mundo y dada la elevada dependencia de Japón del gas y el petróleo mundial, México podría sacar ventaja al tratar de posicionarse como un nuevo proveedor confiable de petróleo, al tiempo que podríamos abrir la oportunidad con la reforma energética para atraer inversiones al área de petroquímica y extracción de gas, gasoductos y gas shale, así como producción de electricidad, acero y otros productos de la industria metal mecánica, en los que Japón tiene una clara ventaja competitiva.

Otra de las áreas en las que México podría atraer inversiones japonesas, es en todo aquello que Japón exporta a Estados Unidos y Canadá, invitándolos a abrir nuevas plantas, aprovechando no sólo la cercanía y los más de 3,000 kilómetros de frontera con el mercado más grande del mundo, sino nuestra ventaja en la elevada productividad de la mano de obra, que ha sido demostrada en el surgimiento y expansión de la industria automotriz.

Con esta estrategia México podría beneficiarse de un proceso de atracción de tecnologías de producción avanzadas, capacitación de recursos humanos y formación de nuevos especialistas profesionales y técnicos, así como del posible inicio de centros para la investigación y desarrollo en nuestro país.

La declaración conjunta tanto del Primer Ministro, como del Presidente Peña Nieto ha sido enfocarse también en el mercado de Centro y Sudamérica, por lo que la perspectiva para atraer inversiones japonesas a México es más amplia, ya que no se trata solamente de Norteamérica.

A todo este esfuerzo político y diplomático deberá corresponder un nueva dinámica de los Empresarios Mexicanos que deberán de ver el futuro con el Japón mucho más dinámico que como hasta hoy han reaccionado.

El reto está ahí, vale preguntarnos ¿quiénes serán los campeones?

Por julio A. Millán B., Presidente de Consultores Internacionales S.C.

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