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Mejoran las perspectivas de crecimiento de México por el impulso del ciclo externo

BBVA Research publica su primer informe ‘Situación Global’ y un nuevo número de ‘Situación México’. ‘Situación Global’ es el nuevo informe de BBVA Research, la plataforma integrada de análisis económico y financiero de BBVA. El informe ‘Situación Global’ de BBVA Research surge de la necesidad de ofrecer un análisis global del escenario económico y financiero más cercano a las necesidades de las distintas unidades de negocio del Grupo BBVA y de sus clientes.
El informe ‘Situación Global’ destaca que en los últimos trimestres la situación cíclica ha mejorado significativamente debido a la recuperación en las economías emergentes y EE.UU. Las previsiones de BBVA Research apuntan hacia un crecimiento de la economía mundial en el entorno del 4% en 2010.
Las medidas adoptadas recientemente en Europa -la creación de un mecanismo de estabilización financiera, la puesta en marcha en algunos países de planes de consolidación fiscal más intensos y las medidas excepcionales del BCE- reducen los riesgos en el corto plazo. En este sentido, BBVA Research considera que el mecanismo de estabilización es una respuesta inteligente y satisfactoria para crear disciplina fiscal en Europa, al armonizar la disciplina de mercado con reglas fiscales creíbles.
Mientras que se generaliza la recuperación económica a comienzos de 2010, su intensidad varía significativamente entre países. En Estados Unidos y China, las políticas fiscales y monetarias han sido particularmente efectivas a la hora de impulsar el ciclo económico. Al mismo tiempo, las economías emergentes se están beneficiando de la mayor fortaleza de su demanda doméstica, por lo que en esta región la recuperación se presenta mucho más consolidada. En las economías desarrolladas, a medida que las políticas expansivas se diluyen, surgen dudas sobre la sostenibilidad de la recuperación más allá de 2010.

En México, las mejores perspectivas de crecimiento descansan en el impulso cíclico externo
La recuperación de la economía mexicana fue más intensa de lo esperado en los últimos meses de 2009. Este mejor comportamiento ha llevado a revisar a la alza las perspectivas de crecimiento económico para 2010 desde el 3.8% estimado a comienzos de año hasta una tasa cercana al 5.0% previsto ahora, aunque con un balance de riesgos sesgado ligeramente a la baja, tanto en lo global como en lo doméstico. En lo global, por el impacto que finalmente pudieran tener en las primas de riesgo las incertidumbres existentes sobre el necesario proceso de consolidación fiscal en los países más desarrollados. En lo doméstico, por la capacidad de la demanda doméstica de acompañar el arrastre que viene dando a la actividad la demanda externa.
En esta recuperación, los dos componentes de la demanda, externa e interna, han mostrado dinámicas bien distintas en México. Por un lado, la demanda externa se ha caracterizado por un fuerte empuje, lo que ha impulsado a las exportaciones y con ello a la producción manufacturera a lo largo del segundo semestre de 2009 y comienzo de 2010. En cuanto a la demanda interna, si bien su recuperación está en marcha, lo hace a un ritmo más lento de lo que cabría esperar. El consumo privado por ejemplo, creció 0.5% en el último trimestre del año pasado luego de haber crecido 2.1% en el trimestre previo. Indicadores más oportunos del consumo de los mexicanos –ventas al menudeo, confianza- apuntan en la misma dirección para el primer trimestre de 2010.
Mención especial merece la dinámica de la inversión, clave para mejorar la capacidad de crecimiento y que mantiene la evolución más rezagada dentro de la demanda interna, con continuadas caídas en tasa trimestral en los últimos seis trimestres (3T08 a 4T09). Con todo, en la medida en que las condiciones financieras se mantengan más favorables que en 2008 y 2009, se vaya agotando la capacidad instalada ociosa y la recuperación estadounidense continúe, la formación de capital debe terminar creciendo.

La recuperación del consumo, limitada por un ingreso salarial bajo y volátil
El principal determinante del consumo de los hogares es su perspectiva de ingreso permanente, resultado del ingreso presente efectivo y de las expectativas futuras del mismo. Este último se suele aproximar con el ingreso efectivamente registrado, ya que las perspectivas se asume que son, en mayor o menor medida, resultado de él. A su vez, el componente de más peso en el ingreso disponible de los hogares es su ingreso salarial, resultado de agregar número de empleos y salarios percibidos.
Como se ilustra en “Situación México”, la economía mexicana crea empleo desde el segundo trimestre de 2009, lo que refleja, en contra de las conclusiones de algunos análisis parciales, la flexibilidad del conjunto del mercado laboral mexicano ante cambios en el entorno y las perspectivas económicas. Ello es similar a lo que ocurre en economías más desarrolladas, en las que los cambios en la legislación laboral y el aumento de la importancia del empleo temporal han llevado a mercados laborales más flexibles. Sin embargo, en México, esa flexibilidad compensadora de una legislación laboral rígida, que no ha cambiado al menos en los últimos 19 años, se logra con un mercado segmentado, en el que el componente informal, sin ningún grado de protección por la propia falta de marco legal, compensa las rigideces y barreras del sector formal. En este, por su parte, se observa un peso reducido aunque creciente del empleo temporal que no suele venir acompañado por una mayor productividad. Como consecuencia de todo ello, los ingresos por el trabajo en el sector informal de la economía son relativamente volátiles –sometidos al ajuste de la oferta y la demanda, sin rigideces dada la falta de regulación- y bajos, en coherencia con la menor productividad de las actividades realizadas en el ámbito informal. Si a ello se le añade el repunte de la inflación en 2010, la capacidad de gasto de los hogares parece que permanecerá relativamente limitada, al menos en el corto plazo a pesar del repunte del empleo. De esta manera, la informalidad supone un freno a la consecución de un ingreso disponible permanente, formada a partir de expectativas de ingresos presentes efectivos más o menos estables.

La propuesta de nueva regulación de la competencia, reforma estructural clave

En relación a otras economías, la evolución de los precios al consumidor en México se ha caracterizado por un rápido ajuste de alza frente a choques de costos (v.gr. encarecimiento de insumos de alimentos), con efectos más perdurables y un proceso de bajada inflacionaria más lento. Esta dinámica da a entender la existencia de rigideces de mercado que afectan el proceso de determinación de precios en la economía, algo que corroboran estudios de organismos internacionales en lo relativo a su estructura de competencia. La economía mexicana se caracteriza por tener un gran tamaño de mercado —interno y externo—, sin embargo, dicho mercado parece estar, en una buena parte, cautivo de pocos oferentes de bienes y servicios y altas barreras reales de entrada y, por lo tanto, con un nivel de competencia bajo comparado con el de otros países. A ello se une una implementación de la política anti-monopolio poco efectiva. De ahí la importancia de las recientes propuestas de reforma en su regulación, que serían un paso en la buena dirección.
Un avance en competencia económica en los mercados generaría beneficios asociados a una mayor productividad y precios de productos que tenderán a ser menores, lo cual implica un aumento de la renta de los consumidores en la economía (además, obviamente, de elevar su crecimiento potencial). Como se muestra en la publicación, un modo de aproximar el margen de mejora existente en este asunto puede ser analizar la dinámica relativa de los precios de subíndices comparables de la canasta de consumo en México con la de otros países otros países. El cotejo, aún considerando la diversidad de factores que inciden en el proceso de formación de precios, como el tipo de cambio, permite concluir que en aquellos mercados en los que el grado de competencia en el mercado es mayor, las divergencias en las evoluciones relativas de los precios son menores.

Las variables financieras, al ritmo de los factores globales
Los mismos factores globales que contribuirán a determinar el sesgo que tenga finalmente el escenario de crecimiento incidirán en las variables financieras locales. Un ejemplo de ello es el tipo de cambio del peso, afectado por una diferenciación negativa frente a sus pares de otros mercados emergentes buena parte de 2009. Desde el último trimestre del año pasado y hasta muy recientemente, el impulso cíclico de EEUU, especialmente favorable para México, y la resolución de algunas incertidumbres domésticas –Presupuesto de 2010, calificación de la deuda pública- favorecieron una diferenciación positiva que se ha mantenido hasta las primeras semanas de abril, cuando se inició con la deuda griega un episodio de aversión al riesgo que alcanzó su máximo la primera semana de mayo. En todo caso, dado que no se vislumbran factores específicos de diferenciación negativa para la economía mexicana, el tipo de cambio y las tasas recogerán los fundamentales económicos de crecimiento e inflación conforme la aversión global al riesgo se disipe.

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