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Mauro Jiménez Lazcano aceptado en la Academia de Letras “Juan Rueda Ortiz”

Emotiva ceremonia a distancia por zoom, en que se honró al periodismo

Ciudad de México, 12 de noviembre de 2021.

“VIVENCIAS DE UN PERIODISTA MEXICANO”

“Te amo como el hombre a sus recuerdos”: Raphael

Ensayo que para recibir el grado de miembro de la Academia de Letras “Juan Rueda Ortiz”, presenta el Lic. Mauro Jiménez Lazcano.

Honorable señora María del Socorro Cortés Mayorga, Presidenta Vitalicia de la Academia de Letras “Juan Rueda Ortiz”;

Honorable Doctor José Roque Quintero, Presidente de la Academia “Juan Rueda Ortiz”;

Honorable Mtro. Virgilio Arias Ramírez, Vicepresidente de la Academia” Juan Rueda Ortiz”;

Honorables integrantes de la Mesa Directiva de la Academia de Letras “Juan Rueda Ortiz” y miembros de ella;

Estimadísimas señoras invitadas;

Estimadísimos señores invitados:

Es para mí un honor presentar este Ensayo “Vivencias de un Periodista Mexicano”, para obtener el grado de miembro de esta Honorable Academia de Letras “Juan Rueda Ortiz”; vengo por invitación de su Presidenta Vitalicia, señora María del Socorro Cortés Mayorga; de su Presidente José Roque Quintero, de su Vicepresidente Virgilio Arias y de otros miembros de esta distinguida Academia; y lo hago con un gran gusto además del honor que representa para mí el ser convocado para formar parte de esta Benemérita  institución nacional mexicana.

Me atrevo a exponer un tema autobiográfico por considerar que podría tener algún interés para quienes lean estas líneas y sobre todo para jóvenes que siempre se interesan por las relaciones públicas, la comunicación social y el periodismo.

Intento presentar y describir algunas vivencias que experimentó éste su servidor y amigo a lo largo de toda una vida que ha transcurrido en el ideal de conocer el mundo, nuestro país, nuestra sociedad, la política y las relaciones humanas.

Me impresionó cuando leí en Heidegger (Martin Heidegger, es considerado el pensador y el filósofo alemán más importante del siglo XX) sobre el significado de la vivencia: “Una vivencia es cuando estás frente a la Catedral de Notre Dame, a diferencia de cuando tienes en tu mano una postal con la fotografía de esa gran Catedral”.

Las vivencias que todos tenemos y hemos tenido; los recuerdos de nuestra actuación en nuestra vida.

CÓMO ME HICE PERIODISTA

El periodismo es una vocación; en mi caso, tal vez, es algo que traía en la sangre o como se dice hoy en mi ADN, ya que mi padre, Don Mauro Jiménez Mora era periodista y así desarrolló su carrera.

Ser periodista es cuando asistes vestido de etiqueta a una recepción diplomática en la Secretaría de Relaciones Exteriores, que estaba en el viejo edificio de la Avenida Juárez, en honor del Presidente de Brasil Joao Goulart, y cuando termina, sales a la calle y tomas un camión de a veinte centavos para irte a tu casa; así empecé mi carrera; todavía estudiaba en la Escuela Nacional Preparatoria No. 1 de San Ildefonso, y empezaba a observar las diversas esferas de la vida nacional.

En la preparatoria tenía yo los mejores maestros de literatura, entre ellos Don Pancho Liguori, y tomaba cursos de latín y griego con el maestro José Ignacio Dávila Garibi; de historia nacional y mundial; clases de filosofía con el gran maestro José Romano Muñoz, autor del libro “Más Allá del Bien y del Mal”; de Psicología con el profesor Luis Rivera Pérez y Sociología con los más grandes catedráticos del momento, discípulos y contemporáneos de los grandes filósofos Erasmo Castellanos Quinto y también Alfonso Reyes y de Jean Paul Sartre, quien en Francia había causado desde los años 30’s del siglo pasado una revolución en el pensamiento de entonces, al publicar “La Náusea” divulgando los principios del existencialismo.

El periodista Don Antonio Lara Barragán me recomendó con Armando Fisher, Jefe de Redacción del Periódico “El Zócalo” que se había fundado recientemente, y me dio la oportunidad de trabajar en ese “Diario de la Nación”, en la Sección Cultural que dirigía el distinguido periodista Luis Sánchez Arriola; el Subdirector de esa sección, el reportero Aurelio García Oliveros, quien actualmente es mi compañero en el “Club Primera Plana” de periodistas, me dio mi primera orden de trabajo: “Vaya y entreviste a Salvador Novo, porque hay un lío en Bellas Artes”, no me dijo más. Cuando llegué al Palacio de Bellas Artes, el gran escritor mexicano y dramaturgo estaba ensayando una obra que él mismo dirigía; lo entrevisté y tiempo después proseguí no una amistad, pero si una serie de entrevistas en “La Capilla”, en su restaurant de Coyoacán, en la calle que hoy lleva su nombre y donde construyó un teatro que todavía se abre al público. Son famosos los pleitos que sostuvo primero con Diego Rivera y luego con Luis Spota, este último quien fue mi amigo muy dilecto.

El periodismo es una profesión que te lleva de un lugar a otro a gran velocidad, y que te hace pasar de situaciones agradables, difíciles y contrarias. Vienen a mi mente, de pronto, las imágenes donde estoy en una cena en el Palacio Imperial de Tokio, con el Emperador Hirohito, vistiendo frac, en compañía del Presidente de México, Luis Echeverría Álvarez y su comitiva, incluyendo los grandes periodistas de la época: Jacobo Zabludovsky, Guillermo Ochoa, Jorge Coca de El Universal, César Silva, de La Prensa; Horacio Estavillo de Informex; Gustavo Mora, de Novedades y muchos otros, algunos que se han adelantado y otros que seguimos adelante; o también el momento de otra gran cena igual de elegante, en el Castillo de Windsor, con la Reina Isabel II, en la mesa más larga en que haya yo estado, con más de 100 comensales; y en la recepción, otra noche en el Palacio de Buckingham, a donde asistió la Reina Isabel, la Reina Madre.

De pronto, me veo muy cerca del General Charles De Gaulle, Presidente de Francia, casi hombro con hombro, que me sacaba media cabeza, considerándome yo alto, en el elevador que sube a la Rectoría en la Ciudad Universitaria, donde iba a saludar al Rector Dr. Ignacio Chávez; me habían mandado a cubrir su visita a México en marzo de 1964; lo había recibido en Palacio Nacional el Presidente Adolfo López Mateos, en una reunión histórica, después de que México había recibido las banderas mexicanas que había conservado el Ejército Francés de la Batalla de Puebla del 5 de mayo, que ellos perdieron por el heroísmo del gran General mexicano Ignacio Zaragoza al mando del Ejército de Oriente, de Benito Juárez.

El General Charles De Gaulle, figura de la historia mundial, libertador de Francia de la invasión hitleriana y vencedor con las potencias aliadas de la Segunda Guerra Mundial; tres años después de venir a México fue a Canadá y en Quebec, cuyos habitantes exigían entonces la Independencia y separación del territorio canadiense, pronunciaría un discurso desde el Balcón del Palacio de Gobierno que terminó gritando: “¡Vive le Québec livre!”. Fue expulsado inmediatamente por el Gobierno de Canadá y llevado al Aeropuerto para regresar a su país.

Y como periodista, fui testigo, cuando vino a México John F. Kennedy y su esposa Jacqueline Kennedy, invitados por el Presidente Adolfo López Mateos y su esposa Doña Eva Zamano de López Mateos, una profesora muy respetada y querida por la población; fue una recepción maravillosa, por las calles de México llenas de gente y de confeti; se firmó un acuerdo dentro de un programa amplio de colaboración de Estados Unidos para América Latina, que se llamó la Alianza para el Progreso, que dio como resultado, entre otras cosas, la construcción de la gigantesca Unidad Habitacional “John F. Kennedy”, de viviendas populares, en la Magdalena Mixhuca, en la Ciudad de México.

CON EL EMPERADOR HIROHITO, DE JAPON

Ya como funcionario de la Presidencia de la República, en mi calidad de Director de Difusión y Relaciones Públicas, me tocó realizar diversas negociaciones con el Embajador de Japón en México, sobre la visita del Presidente Luis Echeverría y su esposa Doña María Esther Zuno de Echeverría al Emperador Hirohito de Japón. El Presidente de México llegó al aeropuerto de Tokio y descendió vestido de frac, con el sombrero de copa en la mano, acompañado de su esposa la señora María Esther Zuno de Echeverría, quienes fueron recibidos por el propio Emperador Hirohito, vestido de frac y con sombrero de copa puesto; fue una visita de Estado muy productiva de beneficio para ambos países. La cena con el Emperador Hirohito fue toda una experiencia inolvidable, en el amplio comedor del Palacio Imperial.

LA VISITA A CHINA Y LA ENTREVISTA CON EL PRESIDENTE MAO TSE-TUNG

Otro de los momentos inolvidables en mi carrera profesional fue la visita a China, siendo el “Gran Timonel” Mao Tse-tung, Presidente de la República Popular China; ahí el Presidente Luis Echeverría acordó con el Presidente Mao Tse-tung el establecimiento de las relaciones diplomáticas con ese país, que estaba aislado entonces de la política mundial y que todavía no tenía relaciones con Estados Unidos de América; justamente una semana después llegó a China el Presidente Richard Nixon, del 21 al 28 de febrero, por gestiones secretas del Secretario de Estado Henrry Kissinger.  Meses adelante el Presidente Luis Echeverría Álvarez se presentó ante la Asamblea General de la ONU para exigir el reconocimiento de la República Popular China como miembro activo de ese organismo y, por tanto, integrante del Consejo de Seguridad, ya que la representación de la nación China había quedado en manos de la República China, de Taiwán, que había fundado el General Chiang Kai-shek, apodado “El Ganster” por el Presidente Mao Tse-tung. La propuesta del Presidente de México en la ONU se aceptó y la República Popular China tomó la representación que le correspondía en la Organización de Naciones Unidas.

CUBRIENDO EL ASESINATO DE ROBERT KENEDDY

Empezando mi carrera periodística, y por una mera casualidad, como dice Milan Kundera (“La Insoportable Levedad del Ser”) que la vida está llena de casualidades estaba yo sentado viendo la televisión en el bar del Hotel Lucerna de Tijuana, hotel en que me hospedaba por haber ido a cubrir las primeras elecciones municipales de esa ciudad fronteriza, y siendo como las 5 de la tarde del 5 de junio de 1968, un noticiero norteamericano transmitía por televisión un gran desorden en las afueras del Ambassador Hotel de Los Ángeles, California, porque alguien le había disparado al Candidato triunfante de las elecciones demócratas primarias, que era Robert Kennedy, quien con ese triunfo aseguraba su postulación para Candidato Presidencial y con muchas posibilidades de ganar la Presidencia de ese país. Hablé de inmediato a México al Jefe de Información de La Prensa, para avisarle lo que estaba pasando y me comisionó para trasladarme a Los Ángeles y cubrir todo el evento. Robert Kennedy fue trasladado a un hospital y ahí falleció; le había disparado un joven de origen palestino llamado Sirhan Sirhan, que por cierto salió de la cárcel recientemente, después de 53 años de prisión, en agosto de este año de 2021.

De ese crimen escribí un libro con el reportaje completo, en coautoría con el periodista mexicano Jorge Herrera Valenzuela, mi compañero de La Prensa, quien ahí plasmó las causas que llevaron a ese acto criminal; el libro fue publicado por la Editora de Periódicos, S.C.L. “La Prensa”, dentro de una serie que se llamó “Populibros La Prensa”; tuvo un gran éxito y fue un “best seller” del momento, más de 50,000 libros vendidos.

LAS PERSONALIDADES QUE YO HE CONOCIDO EN MI VIDA PERIODISTICA 

A lo largo de mi vida periodística he tenido la suerte de conocer a numerosas personalidades de México y del mundo, que en una forma u otra han influido en mi propia vida profesional, en mi pensamiento, en mi filosofía y en mi comprensión del mundo; han sido personajes tan disímbolos como John F. Kennedy, Presidente de Estados Unidos y Chou En-lai, Primer Ministro de China en los tiempos de Mao Tse-tung; como el ex Presidente de México Miguel Alemán Valdés y la Reina Isabel de Inglaterra; el Emperador Hirohito y el Presidente Adolfo López Mateos; la Primera Ministra de la India, Indira Gandhi y Carlos Hank González.

He asistido a recepciones y cenas en el Palacio de Buckingham y en el Castillo de Windsor; y el Palacio del Emperador de Tokio y en la Casa Blanca, con Richard Nixon; en el Kremlin de Moscú; en el Palacio de las Minorías Nacionales de China, con el Primer Ministro Chou En-lai; en la Casa del Sha de Irán Mohammad Reza Pahlaví; en la Casa Presidencial de Belgrado, con el Mariscal Josip Broz “Tito”, y recepciones en Alejandría, la India con la Primera Ministra Indira Gandhi, Canadá, Argentina, Brasil, Perú, Ecuador; en el Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, con el Presidente Allende; en el Palacio Nacional de La Habana, con el Presidente Fidel Castro Ruz.

Y todo dentro de una tarea periodística y de comunicación social: con Presidentes y Primeros Ministros del Continente Africano: Anwar el-Sadat, Presidente de Egipto; Houari Boumediene, Presidente de Argelia; y los Presidentes Léopold Sédar Senghor, Presidente Poeta de Senegal y Julius Nyerere, Presidente de Tanzania; el Rey Fahd bin Abdulaziz, de Arabia Saudita y a la Primera Ministra de Israel Golda Meir, país que ya no existe; al Primer Ministro de la URSS, Leonid Brézhnev y otros lideres mundiales, entre ellos el General y Presidente de Argentina Juan Domingo Perón y su Viuda María Estela Martínez de Perón, también Presidenta llamada “Isabelita”; con Jean Pierre Trudeau, Primer Ministro de Canadá y padre del también Primer Ministro Justin Trudeau.

A muchos de los personajes a los que me referí los conocí en mi calidad de Director de Difusión y Relaciones Públicas de la Presidencia de la República, en los tiempos del Presidente Luis Echeverría Álvarez; y a otros en el curso en mi carrera periodística antes y después de esa etapa de mi servicio en el Gobierno, del 1 de diciembre de 1970 al 30 de noviembre de 1976.

En estos sesenta años que llevo de vida periodística aprendí que muchos funcionarios y ex funcionarios públicos de los diferentes países que visite y también de México; y también periodistas y escritores, maestros universitarios y otros profesionistas decidieron plasmar sus memorias con el objeto de que alguien pudiera encontrar en ellas alguna información de utilidad, y ese es el propósito de este trabajo.

Vienen a mi mente y se agolpan personajes fantásticos, de novela, como Henry Kissinger, David Rockefeller y Jorge Luis Borges, el General Juan Domingo Perón, Héctor José Cámpora, Pierre Trudeau, José María Figueres, Anastasio Somoza Debayle y Fidel Castro; el Papa Paulo VI y José López Portillo y Heladio Ramírez López, Luis Donaldo Colosio, José Antonio Meade, Adolfo Christlieb Ibarrola, Vicente Lombardo Toledano, Fidel Velázquez, Enrique Ramírez y Ramírez, General Lázaro Cárdenas del Río, Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Alfonso Martínez Domínguez, Emilio Portes Gil, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Humberto Romero Pérez, Ifigenia Martínez, Porfirio Muñoz Ledo, Arq. Pedro Ramírez Vázquez, Octavio Sentíes Gómez, Mario Moya Palencia, Manuel Buendía, y  muchos más.

LAS HUELLAS AL ANDAR

Las huellas que han dejado en mi vida desde luego mis padres: Sara Lazcano González, mujer ilustrada y maestra de la vida, y Mauro Jiménez Mora, periodista y maestro del periodismo; mis maestros desde la primaria, de quienes recuerdo sus nombres y sus enseñanzas, de la secundaria, la preparatoria y la universidad, a quienes quise tanto y recuerdo tanto, hombres y mujeres; mis grandes maestros del periodismo nacional; los grandes escritores, pintores y otros artistas mexicanos y extranjeros que conocí en el curso de mi vida; de todos recuerdo el nombre y su enseñanza; de ellos aprendí a amar la vida y su significado, aprovechar cada minuto de la existencia; para todos mi gratitud eterna.

Conocí y traté a Alfonso Reyes, a quien entrevisté en su casa sobre la calle que hoy lleva su nombre en la Ciudad de México; a Jorge Luis Borges, quien ya ciego vino a México, precisamente a recibir el Premio Alfonso Reyes y visitó al Presidente Echeverría en Los Pinos; luego, en Buenos Aires, organizó un encuentro de escritores argentinos y mexicanos con motivo de la visita de Estado del Presidente Echeverría cuando acababa de morir Juan Domingo Perón y la Presidenta era la señora María Estela Martínez de Perón “Isabelita”;  a Juan Rulfo, a Gabriel García Márquez, Salvador Novo, a Ricardo Garibay, a Octavio Paz, a Carlos Fuentes, a Hugo Argüelles, a Rafael F. Muñoz, Luis Spota, con quien me desayunaba en el Centro Libanes, un escritor político sensacional que me mencionó en su obra “El Viaje”, y a quien admire profundamente como ser humano, protector de voceadores, excelente mexicano y critico como el que más; a Carlos Monsiváis, a Fernando Benítez, excelente analista de la realidad mexicana, quien por las funciones que desarrollaba yo en Los Pinos me apodo “El Señor Obispo”, con sana ironía, porque yo lo llevaba con el Presidente a entrevistarlo sobre temas difíciles de nuestro país; Rosario Castellanos, desde que era Jefa de Prensa de la Universidad Nacional Autónoma de México, cuando fue nombrada Embajadora en Israel, donde murió muy lamentablemente; a José Luis Cuevas, en la Zona Rosa, donde exhibió su “Mural Efímero”, a David Alfaro Siqueiros, a quien entrevisté en Cuernavaca y en el Word Trade Center de México, su esposa Angelica Arenal de Siqueiros, me llevaba a la redacción de La Prensa, los boletines para ayudarlo a salir de la cárcel; a Oswaldo Guayasamín, en Ecuador, Carlos Mérida y demás.

Desayunando con Luis Spota en un restaurante al sur de la ciudad se unió a nosotros el gran dramaturgo y director de teatro Héctor Azar, que acababa de estrenar una obra en el Teatro de los Insurgentes, y nos contó cómo a principios del siglo XX llegó a México muy jovencita quien luego fue su madre, y al pisar tierra en Veracruz, procedente del Líbano, el agente aduanal le preguntó su nombre y se lo dijo, pero estaba algo complicado para escribirlo, y el empleado de población le puso Guadalupe, que porque así parecía el sonido de su nombre original, y así, dijo entonces, “el burócrata bautizó a quien luego fue mi mamacita”.

Luis Spota a quien todo México conoce y ha devorado sus libros con avidez, siempre políticos, desnudando la realidad social y política de nuestro país, desde “Más Cornadas da el hambre” “Casi el Paraíso” hasta palabras mayores, “Retrato Hablado” y “El Viaje”, me brindó su amistad desde antes que viajáramos juntos por África, Europa y Asia en el famoso periplo tricontinental que hizo el Presidente Luis Echeverría Álvarez; Spota era un conversador fascinante, pero además de periodista, había sido el Comisionado Nacional de Box, tarea que realizó con pasión para protección de los boxeadores mexicanos y extranjeros, que en aquellos tiempos eran casi siempre carne de cañón y de explotación de parte de managers y empresarios de box; muchos boxeadores morían por daños cerebrales, por cirrosis, producto del alcoholismo y otros más, y siempre fue muy reconocido en el medio pugilístico, menos que en las esferas literarias, donde no lo dejaron entrar los escritores de alto nivel, alegando que sus libros eran simplemente reportajes pero no tenían la calidad necesaria; y así lo consideraron hasta que murió. 

Entre los científicos y técnicos de alto nivel y gran influencia en nuestro país, no puedo dejar de mencionar al ingeniero Antonio Dovalí Jaime, que fue Director de la Escuela de Ingeniería de la UNAM, Director del Instituto Mexicano del Petróleo y Director de PEMEX, quien me regalo una piedra extraída a 4 mil metros debajo del mar en las costas de Campeche, de formaciones contenedoras de petróleo, piedra que aún conservo en la sala de mi casa como un recuerdos de los grandes descubrimientos petroleros que realizó Dovalí en el Gobierno del Presidente Echeverría, y que dejó la mesa puesta del gran desarrollo petrolero que se realizó en el Gobierno siguiente del Presidente José López Portillo.

CON ELIZABETH TAYLOR Y RICHARD BURTON; “LOS INTOCABLES” Y EL PERIODISTA MANUEL BUENDIA

La vida periodística te lleva a donde quiera en mis primeros pasos en el periódico “La Prensa”, donde me dio el empleo Don Manuel Buendía, ilustre periodista que encontró una muerte trágica, se me asignaron tareas relativamente marginales donde se va aprendiendo el trabajo muchas veces rudo y otras divertido. De pronto, el Jefe de Información Mario Santoscoy, me indica que debo cubrir la presencia en la Ciudad de México del Elizabeth Taylor y Richard Burton, fenomenales artistas de Hollywood y de fama mundial, que venían a la Ciudad de México para terminar la escenas “interiores” de la película “La Noche de la Iguana”, cuyas escenas “exteriores” se habían filmado en Puerto Vallarta, que en ese entonces era un pueblecito prácticamente desconocido (1960); la película la dirigía Sam Houston. Me pareció algo muy divertido e interesante y me presenté con un fotógrafo en los Estudios Churubusco y de ahí estuve entretenido en esa tarea dos semanas.

Elizabeth Taylor y Richard Burton, que ya eran de una fama mundial iniciaban un romance en su vida real siendo casados; andaban de escapada y se las arreglaron para vivir en la “Suite Presidencial” del Hotel María Isabel, que era el más lujoso y estaba de moda entonces.; los perseguí por toda la ciudad y logre los reportajes más leídos de ese momento y las fotografías sensacionales de la Taylor que vendían y vendían más periódicos, hasta que me “me pidieron paz”; y como la vida es así de extraña, 15 años después recibí a los dos en mi despacho de Los Pinos, en mi carácter de Director General de Difusión y Relaciones Públicas de la Presidencia de la República, porque el Presidente Luis Echeverría los había invitado a recibir una condecoración y un diploma, en una ceremonia en el “Salón Carranza”, donde cientos de campesinos de Puerto Vallarta les agradecieron también el haber proyectado a nivel mundial ese pequeño puerto de pescadores en el Pacifico de Jalisco, porque la película “La Noche de la Iguana” tuvo un éxito formidable y hoy, 60 años después de haberse esa obra de arte, Puerto Vallarta es un emporio turístico deslumbrante.

Después de aquella persecución que como reportero les hice a Taylor y a Burton, vinieron a México por aquel entonces “Los Intocables”, que eran los protagonistas de una serie de televisión entonces en blanco y negro que entretenían a la audiencia mexicana todas la noches; los reportajes que realice llamaron también la atención del Director del periódico La Prensa, entonces, que era el periodista Don Manuel Buendía, quien me había admitido como reportero, después de que una tarde había ido yo a pedir empleo, recién casado; pero el éxito logrado por los reportajes mencionados, me valió un ascenso a nuevas oportunidades en el periódico, hasta que me reconocieron como cooperativista.

HACIENDO NOTAS PARA AYUDAR A SIQUEIROS A SALIR DE LA CARCEL 

Los domingos son los días más muertos para los periódicos; o por lo menos eran para los de entonces; y había que esperar que surgieran noticias y buscarlas también; mi suegro, a quien respete y admire siempre, nunca me creyó que iba yo a trabajar los domingos en la tarde a La Prensa; y una tarde, llegó a la redacción una señora de aspecto muy serio, con un rostro de sufrimiento profundo y me entregó estando yo en mi escritorio una nota echa en maquina relativamente prevé donde resumía la lucha jurídica que estaba realizando en favor de su marido preso en la Penitenciaria de Lecumberri, Don David Alfaro Siqueiros; a partir de entonces publicamos varios reportajes sobre la situación del gran muralista mexicano, hasta que salió libre. Muchos años después, como dije antes porque la vida da muchas sorpresas (según “Pedro Navajas”), fui comisionado, en mi calidad de Director de Difusión y Relaciones Públicas de la Presidencia de la República (1971), por el Presidente Echeverría sobre diversos asuntos para la inauguración del Auditorio Siqueiros en el Word Trade Center, construido por Don Manuel Suárez, donde salude a Don David y a su esposa Doña Angelica Arenal de Siqueiros.

El maestro y guía con el que me formé más allá del periodismo, en la política y en el conocimiento de México y del mundo entero fue sin duda el licenciado Luis Echeverría Álvarez a quien la casualidad periodística me llevó a conocer y a formar parte de su Gabinete Presidencial como Director General de Difusión y Relaciones Públicas de la Presidencia de la República del 1° de diciembre de 1970 – 76 y luego como Subsecretario de la Presidencia de la República encargado de la Información y Relaciones Públicas de febrero de 1976 al 30 de noviembre del mismo año; fue para mí una enseñanza permanente no de los seis años sino de los siete, porque también fui parte de su equipo de Comunicación Social durante toda la Campaña Electoral, desde que se inició, en octubre de 1969 y hasta que terminó en julio de 1970.

Fueron siete años de conocimiento intenso de México y del mundo, que me dieron acceso a los más altos palacios y oficinas del mando mundial, incluyendo la Casa Blanca, en Washington, durante el mandato del Presidente Richard Nixon; el Palacio de Buckingham, el Castillo de Windsor, sede de la Reyna de Inglaterra Isabel II, y a la casa del Primer Ministro Inglés en 10th Downing Street; a una cena con el Emperador Hirohito en Tokio; a una visita oficial con la Primera Ministra de la India, Indira Gandhi en el Palacio de Gobierno de la India, Rashtrapati Bhavan, antes de que muriera trágicamente por la traición de uno de sus guardias (8 de julio de 1976); también conocí a su hijo Rajiv Gandhi, quien la sustituyó a su muerte como Primer Ministro y quien después fue también asesinado por sus enemigos políticos; realice, representando al Presidente Echeverría, una visita a la Presidenta de Sri Lanka, señora Sirimavo Bandaranaike, quien puso paz en un país divido.

Uno de los grandes capítulos de mi vida profesional y como comunicador social fue con motivo de la visita de Estado del Presidente Luis Echeverría Álvarez a la República Popular China para establecer relaciones diplomáticas con el gobierno del Presidente Mao Tse-tung y del Primer Ministro Chou En-lai; esto constituyó todo un capítulo aparte.

Fue un paso político y diplomático audaz y muy inteligente de parte del Presidente Luis Echeverría Álvarez; precisamente, unos días después llegaba el Secretario de Estado Henry Kissinger en secreto, a gestionar las relaciones diplomáticas de Estados Unidos, entonces bajo la presidencia de Richard Nixon, con el Presidente Mao Tse-tung. El Presidente Echeverría se había adelantado a la diplomacia norteamericana.

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