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Los Rotarios mexicanos celebran el 5 de mayo, día del triunfo de la libertad de México

Club Rotario Plateros Centro Histórico le dedica una sesión

“Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”: Benito Juárez, Presidente de la República, Manifiesto a la Nación el 15 de julio de 1867, a su regreso a la ciudad de México después de haber vencido al Imperio

¡Oh, cuántos héroes ha tenido nuestra patria! ¡Cuánto hemos luchado los mexicanos por alcanzar la libertad y mantenerla! ¡Tantos que Giuseppe Garibaldi y el gran Víctor Hugo nos lo reconocen junto con muchos otros líderes políticos y escritores!

La Batalla de Puebla del 5 de mayo anunciaba ya el triunfo de México sobre las ambiciones imperiales de Europa; por eso también se celebra en Estados Unidos, tanto por mexicanos que residen allá como por los propios norteamericanos, que ven ese día como la fecha en que derrotamos para siempre al imperialismo europeo.

Las tres grandes potencias, España, Francia e Inglaterra se habían puesto de acuerdo para atacar a México, que había suspendido el pago de la deuda momentáneamente y veían abiertas posibilidades; luego de negociaciones diplomáticas, Inglaterra y España retiraron sus amenazas militares en los Convenios de la Soledad, en Orizaba, Veracruz, y solo Francia prosiguió definitivamente, con una invasión militar sobre México.

El sitio francés sobre Puebla duró 61 días; el ejército mexicano se dispersó y un año después entraron los franceses a la ciudad de México.

Por instrucciones de Napoleón III el ejército que comandó Forey y en el mando superior el Mariscal Bazaine hizo traer del Sudán a 480 soldados egipcios que se sumaron a los zuavos y a los 28 mil elementos regulares del ejército de Francia, reconocido entonces como el mejor del mundo.

Las guerrillas de mexicanos, conocidos como chinacos causaban grandes daños a los invasores, tanto así, que el general Forey había ordenado al Coronel Dupin integrar una fuerza antiguerrillera para neutralizar los estragos causados.

Los franceses pensaron siempre que la invasión a México iba a ser miel sobre hojuelas así que mientras se celebraban en Orizaba los primeros acuerdos y Convenios de la Soledad, se organizaban bailes en los salones coloniales, fiestas que daban por hecho la victoria sobre México pero cinco años después, la tragedia histórica se iba a consumar el 19 de junio de 1867 en el Cerro de Las Campanas con la ejecución del archiduque y emperador de México Fernando Maximiliano de Habsburgo, hecho que llevó no sólo al fin del imperialismo europeo sino que condujo a la locura de “María Carlota de Bélgica, emperatriz de México y América; María Carlota Amelia, prima de la Reina de Inglaterra; María Carlota Amelia Victoria Clementina, hija de Luisa María de Orleans, la Reina Santa de los ojos azules y la nariz borbona que murió de consunción y de tristeza por el exilio y la muerte de Luis Felipe  su abuelo, cuando todavía era Rey de Francia”, según narra en su libro “Noticias del Imperio” el gran escritor mexicano Fernando del Paso.

El 5 de mayo de 1862 la Batalla de Puebla fue sangrienta; hubo muertos por decenas de ambos bandos, según narra Don José María Vigil en el quinto tomo de la Enciclopedia Histórica de Don Vicente Riva Palacio denominada “México a través de los siglos”.

En la intervención Francesa no solo había contado el cese temporal de la deuda pública decretado por Don Benito Juárez, sino la política europea dominada entonces por Napoleón III. El archiduque de Austria Fernando Maximiliano de Habsburgo había renunciado a sus derechos sucesionales al aceptar ser emperador de México; fue a Roma a obtener la bendición Papal y en Civitavecchia se embarcó en Novara para ir a Gibraltar rumbo a Veracruz donde desembarcó y fue recibido fríamente por la población; Maximiliano casi reclamó a los mexicanos “si ustedes me fueron a pedir que viniera”.

En efecto, fue un grupo de mexicanos que solicitó en Miramar a Maximiliano que nos viniera a gobernar; el puso condiciones que le fueron aceptadas; en aquel entonces nuestro país estaba dividido.

Aquel 19 de junio de 1867 Fernando Maximiliano emperador de México les solicitó a los soldados del pelotón que lo ejecutó en el Cerro de Las Campanas que no le pegaran en la cara porque lo iba a recibir en el ataúd su madre la Emperatriz Sofía de Baviera.

Cuando el catafalco de Maximiliano llegó a México, Juárez lo fue a ver brevemente y comentó “no era tan grande”.

CONVENCION DE LONDRES

El 31 de octubre de 1861, se llevó a cabo en Londres una convención en la que Inglaterra, España y Francia organizaron una expedición contra México para asegurar el pago de sus créditos, suspendido por dos años por el Gobierno de Benito Juárez. En la convención, se estableció que ninguno de los tres países procuraría sacar ventajas particularmente, adquirir territorios o ejercer influencia que tendiera a menoscabar el derecho de México para escoger y constituir libremente la forma de su gobierno. Posteriormente esto fue desconocido por Francia.

PRELIMINARES DE LA SOLEDAD

Una vez que el Gobierno de México aceptó negociar las reclamaciones de los países de la Convención de Londres, se firmaron, el 19 de febrero de 1862, los Convenios de la Soledad, en los que se estipulaba que las negociaciones se realizarían en Orizaba, Veracruz, y mientras tanto las fuerzas europeas ocuparían las poblaciones de Orizaba, Córdoba y Tehuacán.

CARTA DE ZARAGOZA AL MINISTRO DE GUERRA

Españoles e ingleses aceptaron un arreglo con el gobierno mexicano, pero no los franceses, quienes realmente pretendían ocupar México. Los franceses desconocieron los Convenios de la Soledad y avanzaron sobre Puebla, donde fueron vencido por Ignacio Zaragoza. Concluida la batalla, Zaragoza envió un comunicado al Ministro de Guerra en el que daba a conocer los hechos y ponía de manifiesto la valentía de sus soldados. Dicho comunicado fue enviado desde el Cuartel General de Puebla el 9 de mayo de 1862.

MANIFIESTO DEL GENERAL FOREY A LA NACION MEXICANA

Habiendo ocupado la capital, Forey expidió el 12 de junio de 1863 este manifiesto en el que desconocía al Gobierno de Juárez pero mantenía en vigor las Leyes de Reforma.

JUNTA DE NOTABLES PARA ADOPTAR LA MONARQUIA

Compuesta por 215 conservadores (dato generalmente aceptado, aunque algunos historiadores señalan 250), y presidida por Teodosio Lares, la Junta de Notables declaró el 10 de julio de 1863, que México adoptaba la monarquía como forma de gobierno y ofrecía la corona al Archiduque de Austria, Fernando Maximiliano.

OFRECIMIENTO DE LA CORONA A MAXIMILIANO

El 11 de julio de 1863, la Junta de Notables cambió su nombre por el de Regencia del Imperio y nombró una comisión que ofreciera el trono a Maximiliano de Habsburgo. Componían esta comisión: José María Gutiérrez Estrada, José Hidalgo, Antonio Escandón, Tomás Murphy, Adrián Woll, Ignacio Aguilar y Marocho, Joaquín Velázquez de León, Francisco Javier Miranda y Angel Iglesias. Esta comisión fue recibida oficialmente por Maximiliano el 3 de octubre de 1863. En tal ocasión, José María Gutiérrez Estrada fue el encargado de ofrecer la corona a Maximiliano. Maximiliano puso como condición para aceptar la corona, que el pueblo mexicano avalara el ofrecimiento. Llevado a cabo un remedo de plebiscito, la documentación respectiva fue enviada a la diputación mexicana en Trieste, los diputados fueron recibidos en Miramar el 9 de abril de 1864 y el 10 Maximiliano aceptó ante ellos la corona imperial de México.

TRATADOS DE MIRAMAR

El 10 de abril de 1864 Maximiliano aceptó el trono de México y firmó con Napoleón III los Tratados de Miramar, por los cuales el Emperador de Francia se comprometía a mantener un ejército de 25 mil hombres que apoyarían al Imperio de Maximiliano durante seis años, y que se irían reduciendo a medida que se organizaran las tropas del Imperio Mexicano. Estos tratados fueron firmados por Herbert, como representante de Francia y Joaquín Velázquez de León, como representante de los conservadores.

COMUNICADO DE MARIANO ESCOBEDO AL MINISTRO DE GUERRA

Los últimos momentos de la toma de Querétaro son oscuros, según algunos historiadores. Los imperialistas sostuvieron siempre que la plaza fue ocupada el 15 de mayo de 1867 por una traición del coronel Miguel López. Sin embargo, según un informa presentado veinte años más tarde por el general Mariano Escobedo, López obró por órdenes secretas recibidas de Maximiliano. Publicamos el comunicado del General Mariano Escobedo al Ministro de Guerra, Ignacio Mejía, informándole de la toma de la ciudad.

TELEGRAMA DE PORFIRIO DIAZ AL MINISTRO DE GUERRA

Después de la toma de Querétaro, Porfirio Díaz, al frente de la primera división del ejército liberal sitió la ciudad de México, que fue tomada el 21 de junio de 1867. Con la toma de la ciudad de México desaparece el Imperio.

CARTA DE GARIBALDI A JUAREZ

Al ser tomada la ciudad de Querétaro, Maximiliano se dirigió al Cerro de las Campanas. Se entregó como prisionero al general Corona, quien lo condujo ante el general Escobedo, que a su vez lo remitió preso al Convento de la Cruz. Posteriormente el Gobierno de Juárez dispuso que fuera juzgado y fue condenado a muerte. El héroe italiano Garibaldi dirigió una carta a Juárez, el 5 de junio de 1867. Desde Castelleti, en la que elogia el valor del pueblo mexicano y pide que sea concedido el indulto a Maximiliano.

CARTA DE VICTOR HUGO A JUAREZ

Víctor Hugo escribe a Juárez desde Hauteville House, el 20 de junio de 1867. Reconoce la valía de Juárez y la valentía del pueblo mexicano al derrotar al usurpador. Pide el perdón para Maximiliano.

CARTA DE SEWARD A MATIAS ROMERO

Cuando Maximiliano es condenado a muerte, William H. Seward, (Secretario de Estado Norteamericano), dirige, el 21 de junio de 1867, una carta a Matías Romero, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de México en Estados Unidos, y le pide que la haga llegar a Juárez. En la carta informa que el Emperador de Austria restablecerá a Maximiliano todos sus derechos de sucesión en cuanto sea puesto en libertad.

MANIFIESTO DE JUAREZ A LA NACION

Cuando Juárez regresó a la ciudad de México, después de haber vencido al Imperio, el 15 de julio de 1867 dirigió un Manifiesto a la Nación en el que recapituló las bases sobre las que debía fincarse la República restaurada.

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