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“Los petroleros seguiremos apostando por el futuro y la tranquilidad de México”: Carlos Romero Deschamps

MODERADORA: Sean tan amables de ocupar sus lugares, para escuchar a continuación al Senador Carlos Romero Deschamps, Secretario General del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.

-SENADOR CARLOS ROMERO DESCHAMPS: Muchas gracias.

Licenciado Enrique Peña Nieto, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Bienvenido a su casa, señor Presidente.

Doctor José Antonio González Anaya, Secretario de Hacienda y Crédito Público. Bienvenido, Pepe Toño.

Licenciado Pedro Joaquín Coldwell, Secretario de Energía y Presidente del Consejo de Administración de Petróleos Mexicanos. Bienvenido, Secretario.

Director General de Petróleos Mexicanos, mi tocayo, Carlos Alberto Treviño Medina. Bienvenido, señor Director.

Señores Secretarios de Estado que nos distinguen con su asistencia; señores Gobernadores de Campeche, de Oaxaca y de Tabasco que hoy nos acompañan; funcionarios de la Administración Pública Federal y local que se encuentran con nosotros.

Funcionarios de Petróleos Mexicanos; compañeras y compañeros Secretarios Generales, integrantes de nuestra organización sindical; compañeras y compañeros.

Señoras y señores:

Toda Nación, a lo largo de su historia, vive, en algún momento, un acto disruptivo, que redefine su rumbo y su destino.

Hoy conmemoramos 80 años del trascendental acto expropiatorio que permitió a México entrar a la competencia internacional.

PEMEX, como muchas otras instituciones creadas en esos años, fue soporte de los mejores esfuerzos desarrollados por el país a lo largo de ocho décadas.

En ese proceso, desde su inicio, los trabajadores petroleros comprometieron abiertamente su respaldo al desarrollo del país dentro de la vida institucional que se estaba construyendo.

No fue extraño, pues ellos mismos fueron promotores y destacados actores en el episodio que este día recordamos con emoción.

Recuperar la creación de instituciones es importante, porque eso permitió a México establecer un diálogo serio en términos de desarrollo con el resto de los países del mundo.

Más importante resulta esa recuperación, porque el apoyo de los trabajadores al proyecto del país no fue una mera declaración o el mediático desfile con gritos y pancartas, sino algo mucho más discreto, pero mucho menos llamativo, pero infinitamente más eficaz, fue el anónimo y dedicado trabajo del día a día que permitió consolidar a la empresa más importante del país.

A partir de aquel fundamental acto del Presidente Lázaro Cárdenas del Río, que culminaba la prolongada lucha de los trabajadores petroleros en defensa de sus reivindicaciones labores, hemos mantenido la misma convicción.

A lo largo de las ocho décadas de presencia en Petróleos Mexicanos como elemento fundamental en el equilibrio económico del país, el acompañamiento de sus trabajadores ha sido permanente.

Hemos vivido todo género de políticas que las diferentes administraciones han decidido aplicar, así, participamos en la época de la gran expansión de la industria petrolera mexicana y también, en los amargos momentos de astringencia financiera con el mismo compromiso y la misma dedicación.

Observamos como trabajadores, lo mismo los tiempos en que equipos de costo millonario se cubrían de (inaudible) en la agresiva intemperie del Sureste mexicano ante la indiferencia de las autoridades; igual que la angustiante etapa en la que faltaban recursos para una llanta nueva.

Vimos cómo el implacable régimen fiscal debilitaba, inevitablemente, la salud financiera de la empresa; y cómo la inexplicable contraparte, los recursos presupuestales que se le asignaban limitaban, cada vez más, sus proyectos de crecimiento.

Hemos visto, a lo largo de los años, a grupos y voces supuestamente progresistas recibir de PEMEX beneficios para después denunciar su falta e ineficacia.

En todos esos vaivenes sólo dos constantes se han mantenido: la dedicación de los trabajadores petroleros en su trabajo cotidiano, y la persistencia de Petróleos Mexicanos como garantía de estabilidad, a pesar de sus dificultades.

Por ello, al observar los cambios que en el escenario internacional han sucedido, durante estos 80 años, especialmente, en el universo del petróleo, entendimos la arriesgada apuesta del impactante cambio de paradigmas que significó la Reforma Energética.

Reconocemos la valentía del Presidente Enrique Peña Nieto, al proponer a la Nación la apertura del sector ante la atonía que manifestaba.

Ningún cambio de esa envergadura puede ser fácil. La reforma iniciada con el cambio constitucional de finales de 2013, apenas comienza a manifestarse con amplitud en las diferentes áreas de la industria petrolera del país.

Como cambio inédito que es la efervescencia que suscitado es notable. Muchos sectores sociales aún cuestionan acerca de la viabilidad del cambio. Sin embargo, los recursos comprometidos, más de 170 mil millones de dólares, confirman la incorporación de nuevos actores en la industria.

Ese escenario es el que esperamos. Esa competencia es la que nos estimula.

Los petroleros sabemos que no es escondiéndonos detrás de esquemas rebasados, que la realidad hecha por tierra como conseguimos contribuir al crecimiento de PEMEX, ni renegando de las condiciones que la dinámica mundial nos impone, como podríamos incorporarnos al exigente juego de los países emergentes.

Hoy, como hace 80 años, los petroleros apostaremos al futuro. Destacamos el esfuerzo realizado por nuestro Director General, el ingeniero Carlos Treviño Medina, amigo y compañero petrolero.

Y, por supuesto, por nuestro anterior Director de Petróleos Mexicanos, el doctor José Antonio González Anaya, quien con capacidad, talento y notable responsabilidad inició el complicado proceso para recuperar la estabilidad financiera de Petróleos Mexicanos, dándole viabilidad como competidor internacional.

En este contexto reiteramos nuestro reconocimiento a la decisión del Presidente Enrique Peña Nieto, quien a riesgo de discordancias y señalamientos nunca dudó en su convicción de que su tarea más importante era colocar a nuestro país en condiciones de competencia.

Pensar a México o a cualquier otra nación como una isla en el 2018 es una visión suicida, por más que la añoranza nos muestre mundos ideales en el pasado. El único camino que estamos obligados a transitar es hacia adelante, hacia la construcción del país justo y con oportunidades que todos anhelamos.

Sabiendo que ese mundo sólo es alcanzable con trabajo, dedicación y recursos, con vocación de futuro, pero, sobre todo, con la clara visión de que un país de esas características sólo es posible con el concurso de todos, que en ese esfuerzo no valen clasificaciones de buenos y malos o descalificaciones de nobles y canallas, pues en el éxito o en el fracaso de este esfuerzo estaremos todos.

Hoy es tiempo de compromiso y decisión. Los retos que el mundo plantea a México son enormes, condiciones y personajes adversos nos obligan a la responsabilidad. Seamos comprometidos, seamos responsables, seamos leales a nuestra historia.

Los petroleros seguiremos apostando por el futuro y la tranquilidad de México.

Unidos venceremos. Muchas gracias.

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