Hacia un equilibrio en la relación sino-mexicana
Aunque han pasado más de tres meses, la visita oficial del presidente Xi Jinping a América Latina significó para China y México (la segunda mayor economía de la región) un peldaño importante en la relación bilateral.
Guo Cunhai, subdirector de la Oficina de Sociedad y Cultura del Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales, quien está realizando una visita de estudio a México, resalta que la visita de Xi ha establecido un buen marco para la cooperación recíproca. Por su parte, los medios de comunicación mexicanos depositaron una gran esperanza en el nuevo tipo de cooperación bilateral. Pero, según Guo, debido a la competitividad industrial entre ambas naciones, a la gran dependencia geopolítica que tiene México de EE. UU., entre otros motivos, las dos partes afrontan numerosos problemas si se trata de avanzar, en gran medida, en la relación bilateral.
Balanza desfavorable
David Renato Nájera es cónsul de México en Guangzhou, donde lleva ya dos años. Nunca antes había estado en China. En diálogo con esta periodista, reconoció el desconocimiento existente entre China y su país. Sin embargo, se mostró muy optimista en lograr una mejora en la relación bilateral y enfatizó la importancia que tiene hoy México.
Entre las impresiones que Nájera tiene de China figura el hecho de que hay mucho ánimo en el país, de que el pueblo chino tiene esperanzas en el futuro y que se esfuerza por ello. En su opinión, otros países y pueblos se preocupan mucho por los cambios y se sienten inseguros.
Nájera reconoció también los problemas existentes en la relación bilateral, principalmente la balanza comercial desfavorable para México, cuya brecha ha aumentado, considerablemente, en los últimos años. “China y México son competidores directos entre sí. Estamos en una similar fase de desarrollo, o sea, fabricamos los mismos productos. En resumen, tenemos muchas semejanzas en muchos aspectos”.
Existe un gran desequilibrio comercial entre ambas partes, a pesar de que hay diferencias en las estadísticas proporcionadas por las dos naciones. Según los cálculos mexicanos, las exportaciones chinas sumaron 56.000 millones de dólares en 2012, mientras que las exportaciones mexicanas solo alcanzaron los 5000 millones. No obstante, de acuerdo con la Aduana de China, las exportaciones chinas a México de 2012 totalizaron unos 27.500 millones de dólares y las mexicanas sumaron 9160 millones. De cualquier manera, las dos partes han llegado a la conclusión de que los productos mexicanos, en comparación con los chinos, enfrentan una posición desfavorable.
Cuando algunos chinos destacan que “China es el segundo socio comercial de México, después de EE. UU.”, Nájera añade siempre: “Qué pena que México no sea el segundo para China”.
Nájera sostiene que, lamentablemente, la relación sino-mexicana no recibe una atención suficiente en el país asiático. Si tomamos como referencia la cifra de 56.000 millones de dólares, Nájera sostiene que este volumen comercial entre China y México es mayor que el que hay entre China y Francia (el intercambio comercial en 2012 fue de unos 51.000 millones de dólares). “Pero los chinos, acá, suelen hablar de Brasil, Argentina, Cuba y Venezuela”.
Guo Cunhai señala que uno puede encontrar productos hechos en China en los centros comerciales de la Ciudad de México y de Cancún. Casi todos los pequeños productos electrónicos que se venden en los metros de México provienen de China. Incluso, cuando él desea comprar algún presente para sus familiares, trata de no obsequiar artículos que lleven el registro de “Hecho en China”.
Nájera considera que México es un país bastante desarrollado y tiene una gran variedad de industrias. Sin embargo, para Guo Cunhai, a México le falta desarrollar tanto su capacidad industrial como su competitividad, si se las compara con China. Mencionemos un ejemplo: el coste de fabricación de una camiseta sencilla con cuello redondo en México equivale al precio de venta de las que son importadas de China.
En los últimos diez años, China ha ganado rápidamente la fama de “fábrica del mundo”. El ejemplo citado anteriormente explica el hecho de que China no solo afronte problemas de antidumping con EE. UU. y la Unión Europea, sino también con otros países.
Los medios mexicanos creen que China es la única que se ha beneficiado del comercio bilateral. En este sentido es fácil comprender que esta insatisfacción por el lado mexicano es la razón por la que, en estos últimos años, México ha sido uno de los países que ha tenido más casos de antidumping contra China.
La búsqueda de un equilibrio
Parece que la desafección mexicana ha cambiado de la noche a la mañana, pues el nuevo presidente, Enrique Peña Nieto, ha izado la bandera de la reforma y se ha mostrado muy entusiasmado por mejorar la relación sino-mexicana. El Gobierno chino ha respondido a su intención con una actitud positiva.
Sin embargo, dicha actitud llana hacia la cooperación política, ¿qué ventajas traerá? Además, ¿cuántos recursos y esfuerzos dedicará China, que mantiene una posición ventajosa, para resolver el desequilibrio comercial con México? Guo Cunhai tiene su opinión al respecto.
China, que es un miembro activo en el comercio mundial, demanda materias primas de las zonas no desarrolladas de América Latina y África, y busca exportar productos industriales acabados. Para la mayoría de países de estas regiones, esa necesidad va de la mano con su situación local, pero México es un caso excepcional. Debido a la similitud entre los dos países tanto en su fase de desarrollo como en su estructura industrial, México, que también desea desarrollar su industria, no quiere que demasiados productos chinos tengan impacto en su industria local. Asimismo, no espera que la materia prima sea alguno de sus principales productos de exportación.
“China necesita principalmente productos mexicanos en sectores como la energía, la minería, la agricultura y la pesquería”, expresa Guo Cunhai. Pero en México se ha nacionalizado el petróleo y la inversión extranjera no puede ingresar en este sector. “Lo que México puede ofrecerle a China es poco”, indica Guo.
Nájera, por su parte, espera que las pymes chinas traigan inversión con productos de alto valor agregado, con algún contenido tecnológico y que pueda generar puestos de trabajo para la población local. Según su punto de vista, las pymes poseen un desarrollo más sano y sostenible, en comparación con las grandes empresas estatales chinas que adquieren, habitualmente, recursos energéticos y minerales.
Nájera considera que en los últimos 20 años México se ha beneficiado mucho del Tratado de Libre Comercio con América del Norte. Gracias al acelerado desarrollo, la economía mexicana ha pasado de tener grandes limitaciones a ser muy abierta. Al mismo tiempo, cuenta con una buena base industrial y un buen entorno de inversión.
“Sería ideal que creciéramos juntos y que ambas partes ocuparan una mejor posición en la economía mundial. Por ejemplo, China podría invertir en la industria automovilística mexicana y contribuir a que dicho sector se desarrolle. Tanto China como México podrían distribuirse el trabajo y coordinar: tú produces llantas y yo, volantes”.
Establecer un marco legal de tratados comerciales es, según Nájera, otra forma importante de resolver el desequilibrio comercial. Citamos otro ejemplo: Muchos mariscos mexicanos son comprados por comerciantes estadounidenses a un precio muy barato y son transportados después a Estados Unidos. Luego de ponerles la etiqueta de EE. UU. son exportados a China. Es decir, los mexicanos se benefician muy poco del proceso.
Muchos analistas chinos especializados en América Latina abogan por una mayor inversión de las empresas chinas en México y por una mayor compra de productos locales, con el fin de disminuir el abultado déficit comercial y aliviar o, incluso, acabar con la desafección de México. Empero, evidentemente, China ha dejado atrás la fase diplomática de “tomar en cuenta el sentimiento”. Es imposible que el país invierta en proyectos innecesarios y no estamos seguros de que los rubros en que China desea invertir cuenten con el respaldo mexicano.
Guo Cunhai tiene una profunda impresión de los dos grandes proyectos de China en México, uno de ellos en el sector de la infraestructura. La gran metrópoli mexicana se divide en dos zonas: la Ciudad de México y el Estado de México. China espera construir una línea ferroviaria que conecte ambas zonas. Lamentablemente, el proyecto no marcha bien.
Otro proyecto se ha establecido en Cancún, ciudad que Guo acaba de visitar. Los residentes chinos querían levantar allá un Mercado del Dragón (Dragon Mart), a donde transportar la mercancía china y convertirlo en un centro distribuidor hacia México, América Central y, así, a toda América. La población protestó por eso, argumentando consideraciones ambientales y la preocupación de que la mercancía china tenga algún impacto en el mercado local.
El turismo es otra industria que México prefiere promover en China. La parte mexicana quiere que China llegue a ser el mayor país emisor de turistas de Asia para México. Sin embargo, debido a la distancia geográfica y al poco conocimiento mutuo, no es realista que el número de turistas chinos en México suba, notablemente, a corto plazo.
A pesar de que los dos países han expresado su intención de cooperar y de que la parte china busca reducir el déficit comercial, la forma de hacerlo sigue siendo un problema que necesita del respaldo de ambas partes.
Ampliar la cooperación
Al explicar por qué el presidente mexicano desea fomentar la cooperación con China, Nájera señala que la influencia de China en la política y economía mundial es cada vez mayor. México debe “jugar junto con China” y encontrar oportunidades de cooperación.
No puede omitirse el factor que representa el propio presidente Peña Nieto, quien realizó tres viajes a China cuando era gobernador del Estado de México. El mandatario está interesado en el país asiático y en sus conocimientos. “Peña Nieto sabe muy bien que hay aspectos negativos en la relación bilateral y quiere mejorar la situación”, agrega Nájera. Con una actitud más abierta, el jefe de Estado espera que la relación avance y que China tenga un papel constructivo en el desarrollo de México.
A diferencia de los objetivos que México tiene en el ámbito económico, parece que China toma más en cuenta lo político.
México, la segunda economía de América Latina, se localiza en América del Norte y es vecino del Caribe, su cultura es latinoamericana y ejerce influencia en toda la región. Por otro lado, la parte continental de China no puede establecer consulados en la mayoría de los países de América Central, que mantienen relaciones diplomáticas con Taiwan, razón por la cual México desempeña un rol muy importante en la relación entre China y aquella región.
Cuando se dice que América Latina es el “patio trasero de Estados Unidos” se asocia más a la idea de una relación sino-latinoamericana que restringe el papel de EE. UU. Sin embargo, numerosos especialistas sostienen que, debido a la relación geopolítica y económica, así como a la considerable dependencia que tiene México de EE. UU., la mejora de la relación sino-mexicana no tendrá gran influencia en la relación mexicano-estadounidense, que seguirá siendo la más importante para México.
Otra impresión que Guo tiene de México es la profunda influencia estadounidense en el país azteca. El pueblo mexicano tiene un sentimiento de amor y odio hacia EE. UU. Al ser este un país muy desarrollado, cualquier fuerza política que asuma el poder en México no logrará librarse de la dependencia de EE. UU. Justamente, debido a ello, México busca relaciones de cooperación con otros países de América Latina y del Pan-Pacífico, como China y Japón. De este modo quiere alcanzar una política exterior diversificada y aliviar así esta dependencia.
Nájera considera que el mejoramiento de la relación sino-mexicana no ha recibido presiones por parte del Gobierno estadounidense. Por su parte, Zhang Sengen, investigador del Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales, recuerda que la inversión china en años anteriores se concentraba principalmente en países de tendencia izquierdista, como Brasil, Argentina, Venezuela y Bolivia, pero que la recuperación de aquellas inversiones enfrentaba problemas. Por lo tanto, Zhang considera que la inversión china en América Latina debe, desde ahora, prestar más atención a la rentabilidad de sus fondos y al ambiente de inversión.
Sin embargo, para Nájera, además de la balanza comercial desfavorable, hay otro obstáculo: el desconocimiento mutuo.
“Cuando les preguntamos a los chinos que solicitan una visa a México qué saben de nuestro país, suelen decir que está muy cerca de Argentina, y lo cierto es que nos encontramos lejos de Argentina –señala Nájera–. Otros creen que nuestro idioma oficial es el francés”.
Por otro lado, las informaciones sobre China que provienen de medios europeos y estadounidenses tampoco brindan un completo panorama en México.
“Si estás en México y le preguntas a los mexicanos cómo es China responderán que todos los chinos montan bicicleta, tienen trenzas y que se llevan sus dos manos al pecho. Los mexicanos hemos descubierto en los supermercados que muchos productos vienen de China y nos preguntamos: ¿cómo pueden elaborar tantas cosas?”.
Entonces, parece demasiado lejano el día en que se pueda hablar de un desarrollo de la relación sino-mexicana a grandes saltos.
4 de junio de 2013. Xi Jinping y Enrique Peña Nieto en una conferencia de prensa, luego de sostener conversaciones oficiales. Xinhua
7 de abril de 2013. Enrique Peña Nieto interviene en el Foro de Boao, celebrado en la isla china de Hainan. CFP
9 de abril de 2013. Stand de México en la IX Feria de Turismo Emisor de China, celebrada en Beijing. CFP
Por QIN AILING