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“En Latinoamérica, son los empresarios quienes deben despertarse”

Sin tapujos ni eufemismos, el italiano Mario Pezzini, director del Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), dice que América Latina (AL) tiene “escasa capacidad” para salir de la trampa de los ingresos medios, ese fantasma del estancamiento económico que persigue también a China. Durante la III Conferencia organizada por la Academia China de Ciencias Sociales, Pezzini conversó con China Hoy sobre los atajos que podrían tomar ambas.

China Hoy (CH): En su discurso, usted mencionó que China y Latinoamérica comparten la preocupación por el crecimiento inclusivo, pero al mismo tiempo comparten la preocupación por no quedar atrapadas en la trampa de los ingresos medios. ¿Podrían China y Latinoamérica formar una sinergia para no quedarse atrapadas?

Mario Pezzini (MP): Claro, una sinergia nace del sueño de identificar maneras para no quedarse en la trampa. El tema del crecimiento inclusivo no es diferente de la trampa de los ingresos medios. Esta consiste principalmente en dos factores: el estancamiento de la productividad –este es el caso de Latinoamérica, no el de China– y el debilitamiento de la cohesión social. En muchos casos, con el crecimiento económico, las inequidades aumentan. Pero en el caso de Latinoamérica, donde las inequidades ya son muchas, por supuesto que la cohesión social deviene un tema muy fuerte. Pero no es solamente cuestión de China y Latinoamérica, hay otra área del mundo donde la falta de cohesión social ha producido ya turbulencias políticas, sociales y económicas. Túnez, por ejemplo, ha tenido tasas de crecimiento del 5 % por 10 años y, según los indicadores económicos, era un país que se venía portando muy bien, mas, al mismo tiempo, es un país donde ha habido una revolución. Esto demuestra que el crecimiento, si bien es necesario, no es suficiente si no es compartido.

China empezó con un nivel de inequidad mucho más bajo que Latinoamérica. El crecimiento ha aumentado las inequidades, lo que se comprende porque, por un lado, aumenta la oportunidad de inversión, pero no los salarios porque hay gente que viene del área rural que está dispuesta a trabajar con un salario bajo, entonces esta diferencia de la renta individual produce inequidades.

Latinoamérica ahora se está cuestionando su sistema de seguridad social, pero en China está pasando lo mismo. Sentarse cerca de una mesa y compartir experiencias y fracasos puede ser una experiencia sumamente útil.

El tema de la productividad es diferente. En esto, es Latinoamérica quien puede aprender de China. Latinoamérica, de alguna manera, permanece en un riesgo de enfermedad holandesa por su especialización en la producción de materia prima y, como tal, con una industria exportadora que crece por el buen momento de los precios de los commodities, con un sector de servicios interno que puede vivir con esa situación, pero la manufactura no puede; y aquí viene un problema de diversificación económica y en eso China tiene experiencias que pueden ser muy útiles para AL.

CH: Usted ha mencionado que los países latinoamericanos tienen una escasa capacidad para salir de la trampa de los ingresos medios. ¿Hacia dónde debería caminar Latinoamérica?

MP: Ante todo se debe distinguir entre la Latinoamérica que solo produce materia prima y la que no –que son los países de América Central–. Para los países productores de commodities, por supuesto, el tema es la diversificación y la transformación del sistema productivo. Se trata de pensar en políticas industriales. Ya ha habido experiencias en el pasado y ahora que el tema está de nuevo en la agenda política se trata de no cometer los mismos errores, sino de inventar una política nueva.

En cambio, para los países de Latinoamérica que son parte de la cadena global de valor, como México y Costa Rica, el tema es la innovación porque hay muchos más países que quieren atraer inversión extranjera y la situación no es la misma que hace 20 años, entonces no es suficiente ofrecer salarios bajos para atraer inversionistas. Ahora ellos buscan capital humano, infraestructura, un entorno favorable al crecimiento, entonces esos países deben hacer esfuerzos para poder competir con los países del sudeste asiático. Una tarea pendiente, por lo tanto, es la inversión en innovación que hoy por hoy es baja.

En el campo de la política social, hay que reconocer que se han impulsado políticas que han permitido a la gente salir de la pobreza extrema, pero no necesariamente salir de manera definitiva. Lo que se conoce como “clase media”, a la que nosotros preferimos llamar “la parte media de la distribución de la renta”, es gente que trabaja en la economía informal, que cuando se jubila no tiene pensión, que cuando hay una enfermedad en la familia regresa a la pobreza extrema, o que si hay un divorcio vuelve a ser pobre. Es gente que se siente vulnerable, pero al mismo tiempo tiene muchas expectativas porque ha dejado la pobreza extrema. Aquí el problema es estabilizar esta situación y para eso se necesita presupuesto, políticas de protección social, salud, educación y generación de empleo de calidad.

Sin embargo, todas estas son palabras bonitas que para concretarse necesitan financiación y los países de Latinoamérica tienen una recaudación fiscal muy baja, lo que contribuye a las grandes desigualdades. Muchos de esos países necesitan una reforma fiscal, pero aumentar los impuestos es posible cuando la situación está relativamente bien. Ahora hay una oportunidad que se ha abierto hace algunos años, pero que podría cerrarse con la modificación de políticas de algunos protagonistas de la economía mundial, como China e India. Por eso, yo pienso que, además de impulsar una política social y de productividad, también se necesita hacer una reforma fiscal.

CH: ¿Las cadenas globales de valor podrían ser la clave para que este grupo vulnerable que en Latinoamérica es la mayoría se estabilice?

MP: Por supuesto, si nosotros entendemos las cadenas globales de valor como sinónimo de que las empresas deben ser competitivas a nivel internacional. Pero si entendemos a las cadenas de valor según la idea de que ya es bastante conectarse a una demanda internacional de producto intermedio, entonces no. Porque hay una serie de casos, incluido México, en los cuales la producción en maquila por supuesto que ha ayudado a la creación de empleo, pero cuando se analizan las estadísticas observamos que el valor añadido producido en México en los últimos 20 años ha bajado, entonces no es bastante estar conectado a la economía mundial. Aquí el verdadero tema es cómo uno logra ser competitivo a nivel global. Puede hacerlo en su propio país produciendo mercaderías competitivas a nivel global, o sino puede hacerlo aumentando la competitividad de las fases del proceso productivo en las cuales uno puede especializarse. En ambos casos estamos diciendo que lo que se necesita es mayor capacitación. Esto significa mejor capital humano y mayor capacidad de inversión de las empresas. En Latinoamérica son los empresarios quienes deben despertarse.

CH: China ha anunciado que impulsará el consumo doméstico para que su crecimiento no solo dependa de las exportaciones. ¿Cómo debería Latinoamérica asumir este cambio?

MP: La estrategia de China se entiende muy bien porque sabe que se enfrenta a la trampa de los ingresos medios y ya se ha planteado qué hacer a medio término. China tiene la capacidad de mantener la tasa de crecimiento alta, pero prefiere construir una política que le permita fortalecerse a mediano plazo. Esta visión de China debería ser copiada en muchos otros países. Esta lógica también está presente en América Latina. Brasil, por ejemplo, intenta fomentar la demanda interna y esto es indispensable. Talvez en los países del norte del Atlántico se entiende con facilidad el argumento de “que crezcan los emergentes porque nosotros necesitamos demanda”, pero los emergentes deben pensar también en su propia consolidación. Entonces, yo creo que los países deben desarrollar una estrategia nacional que les permita, por un lado, conectarse con calidad al mercado internacional y, por otro, consolidar su demanda interna.

Por Rafael Valdez

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