Editorial

El País no va bien

A pesar de la atosigante propaganda oficial que aturde a la población de día y de noche, el País no va bien. Esa es la percepción de la población que ve disminuir cada día su calidad de vida, y que observa cómo la nación se deteriora y pierde terreno frente al avance de otras naciones del mundo y del Continente.
El asunto de la seguridad nacional ha sido irresoluble y el caso del futbolista Salvador Cabañas ha dejado a la vista, una vez más, el estado de corrupción e impunidad que priva. De la misma manera la opinión pública nacional se indigna y condena la matanza de jóvenes en Ciudad Juárez ocurrida el domingo 31 de enero, y otra masacre similar ocurrida ese mismo día, en la ciudad de Torreón, Coahuila, que revelan  que el país se le está yendo de las manos al Gobierno de Calderón. Lo peor pag02-198de todo esto, es que no se ve solución cercana al grave problema de la seguridad nacional, y para sectores de la opinión nacional, pareciera que el país se desmorona.
Pequeños y medianos empresarios, comerciantes y profesionistas se descapitalizan, cierran empresas, huyen del país en busca de seguridad, muchos de ellos amenazados por la delincuencia.
Políticos que prometieron honradez, justicia y combate a la corrupción han resultado iguales o peores que los anteriores y han producido desconfianza y repudio de la población hacia ellos. “Ahora resulta que estábamos mejor cuando estábamos peor”, empieza a decir la gente.
Debates, discursos y programas gubernamentales van y vienen, y la población no ve mejoría alguna, sino antes al contrario.
Los altos funcionarios del Gabinete echan la culpa a la crisis financiera mundial; pero ese pretexto ya se les terminó porque otros países ya empiezan a crecer, pero además, no cayeron tanto como lo hizo México con (–)7% del PIB, la mayor caída de un país perteneciente a la OECD.
El gobierno cambió de funcionarios o hace “enroques” como el del Banco de México a donde coloca al ex secretario de Hacienda Carstens y pone en su lugar a uno nuevo, pero todo sigue igual o peor. Entonces ¿qué es lo que pasa? ¿qué se puede hacer o, de plano, no hay nada qué hacer?.
Hace falta una renovación verdadera de políticas y de políticos; se requieren políticos patriotas, preocupados por la población, que amen a México y lo hagan crecer y progresar de verdad, más allá de una palabrería hueca y de programas y reformas que los tecnócratas nunca van a llevar a cabo y que sólo anuncian como cortinas de humo para ocultar la realidad y distraer la atención de la población hacia temas que no son los esenciales.

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