Internacional

El Fin del Sueño Americano: Tiempo de Definiciones para México

El gran poeta español Ramón de Campoamor relata el encuentro de Alejandro Magno con el ilustre filósofo Diógenes en su poema “Las dos grandezas” escrito en 1930. El diálogo es real y actual a lo que el mundo de hoy está viviendo en la era Trump: “…Mi poder a cuantos gimen, va con gloria a socorrer. La gloria! capa del crimen; crimen sin capa ¡el poder! Toda la tierra, iracundo, tengo postrada ante mí. ¿Y eres el dueño del mundo, no siendo dueño de ti? Yo sé que, del orbe dueño, seré del mundo el dichoso. Yo sé que tu último sueño será tu primer reposo. Yo impongo a mi arbitrio leyes. ¿Tanto de injusto blasonas? Llevo vencidos cien reyes. ¡Buen bandido de coronas!”…

El poema nos ayuda a entender la “psique” o alma humana de Donald John TRUMP, aunque para   él sería muy conveniente tomar un curso exprés sobre psicagogia para   que pueda educar su alma y aprender el arte de conducir su psique.

Voces doctas señalan que Trump padece el “desorden de personalidad narcisista maligno”, psicópata, sociópata y mentiroso compulsivo. Un total de 35 siquiatras y sicólogos profesionales estadounidenses, añadieron recientemente que “su discurso y acciones demuestran incapacidad para tolerar puntos de vista diferentes de la suya, provocando reacciones violentas”. Es vengativo, incompetente político, no fiable, agresivo, generador de incertidumbre y terror. El presidente Trump está consciente de sus actos polémicos y por ello se califica a sí mismo como “un monstruo”. Este adjetivo lo usó para describir una fotografía dónde él aparece siendo un bebé: “¿Quién imaginaría que este inocente niño se convertiría en un monstruo?”. Además, en el año de 1999, dijo públicamente: “Lo mejor que hizo mi padre fue haber creado una persona como yo, exitoso y sabio”. Ese es el Trump de carne y hueso. Para quien sus mujeres han sido sólo objetos sexuales. Sus edificios son fastuosos y llenos de oro y amarillo para que   brillen. Sus discursos son yo, yo, yo. La experta mexicana en psiquiatría y reconocida a nivel mundial, Dra. Jenny Ostrowsky, señala que Trump es más psicópata, con un trastorno de la personalidad, que sociópata; en virtud de que esta última enfermedad se adquiere y donde influye el medioambiente en tanto que la primera se hereda genéticamente. Aunque se sabe criticado subestima a los demás. Transmite una dominancia desagradable. Muestra un egoísmo agudo y en exceso. Necesita ser admirado. Es un psicópata exitoso-maquiavélico. Su objetivo es lograr el fin sin importar los medios. Le gusta negociar   los mínimos detalles y no ceder en nada. Su “role social” es plenamente dominante, sus decisiones siempre son riesgosas, no le importan las consecuencias, genera odio e incluso agrede a los que lo admiran.

Al respecto, vale la pena resaltar lo que dijo Eliot Cohen, un funcionario de alto nivel en el Departamento de Estado en la presidencia de George W. Bush y ex miembro del Consejo de Seguridad Nacional: “Realmente no creo que estemos hablando de un presidente sano de sus facultades mentales. Yo he estado en Washington, D.C. por 26 años y nunca he visto algo como esto”.

Este perfil de Trump debiera ser tomado en cuenta por políticos, funcionarios y negociadores mexicanos que enfrentarán a Trump y a su gabinete en los árduos procesos de negociación que les esperan con los EE.UU.; y así puedan diseñar anticipadamente sus tácticas y estrategias con energía, con inteligencia, con realzmo, con fuerza y fortaleza, con acciones propositivas y constructivas, con integralidad o multidimensionalidad de todos los elementos a negociar, mirando a los ojos, sin miedo, exigiendo y haciéndose respetar por el bien del interés y la seguridad nacional de México.

De acuerdo a los expertos consultados por numerosos medios de Estados Unidos, el comportamiento de Trump tiene un objetivo claro: presentarse como un “presidente alfa”: el poder es sólo mío. Los especialistas en trastornos mentales piensan que, en efecto, es un hombre trastornado en el sentido psiquiátrico del término. Un psicópata se define como alguien que carece de empatía hacia los demás. Es una “persona con un trastorno antisocial de la personalidad, que se manifiesta de forma agresiva, pervertida, o a través de comportamientos amorales sin empatía ni remordimientos.” Esto es, busca degradar, ridiculizar y disminuir a sus rivales; presentarse como el “hombre fuerte” haciendo referencia al miedo, al terror y a la ira; prometer que resolverá los problemas con solo confiar en él; no disculparse ni admitir errores; usar “chivos expiatorios” (México) y amenazar. Según los expertos, todo ello, es reflejo de una psicosis.

Con las medidas antipopulares y discriminatorias que ha firmado en su primer mes como presidente, varios psicólogos se han expresado sobre el perfil del hombre millonario devenido presidente de la primera economía mundial. El grupo llamado “Citizen Therapists For Democracy” (Terapistas ciudadanos por la democracia) publicó un documento que detalla las características de la personalidad del presidente. De acuerdo con el grupo, la actitud egocéntrica del republicano ha creado “la ilusión de que los verdaderos estadounidenses sólo pueden ser ganadores si otros pierden”. En esa tesitura, el psicoterapista John D. Gartner expresó a US News que Trump está “peligrosamente enfermo de la mente y por su temperamento mental es incapaz de ser presidente”. Asegura que el republicano muestra todos los signos de “narcisismo maligno”, que clínicamente se define como una combinación de narcisismo, desorden de personalidad antisocial, y problemas de agresión y sadismo. ha perdido su capacidad de ver la realidad, por lo que nadie puede usar la lógica para convencerlo.

En suma es narcisista, no tiene empatía, se muestra encantador, es manipulador, se aburre fácilmente, es irresponsable, busca tener el poder y el control excesivo, es un mentiroso patológico, no tiene remordimientos y es hostigador que se deleita viendo y haciendo sufrir a los más débiles. En particular durante las negociaciones.

La obcecación de Trump sobre México es clara. Y es difícil hacer entender a alguien que actúa por venganza y revancha, por haber perdido una demanda legal a pesar de la defensa hecha por su bufete de abogados newyorquinos a favor de un grupo de abogados mexicanos que le ganaron legalmente un caso sobre cuestiones inmobiliarias en Cancún y en Tijuana.

De ahí el odio contra México y todo lo mexicano. Ante este personaje y tipo de personalidad, el antiguo secretario de Salud mexicano y psiquiatra de formación, Dr. Juan Ramón De la Fuente, nos ayuda a entender muy bien el narcisismo de Trump, cuando señala que “en la mitología, Narciso muere por la preocupación patológica que tiene de sí mismo. Pues aunque son personas independientes e innovadoras son desconfiadas, suspicaces, y se aíslan emocionalmente de los demás. No les interesan los otros. Prefieren ser admirados que queridos.

Sus afanes desmedidos de poder y de gloria los llevan con frecuencia a atropellar a quienes se interponen en su camino. Hay un elemento agresivo intrínseco en ellos, lo que les genera enemistades por doquier, sin que esto les afecte mayormente. Para ellos, sus adversarios son unos perdedores”. Consecuentemente, frente a Trump, De la Fuente recomienda no enojarse. “Las reacciones viscerales de sus adversarios lo fortalecen. Lo desnuda más la burla que la injuria. El ridículo puede ser su peor escenario…Va a seguir pontificando en tanto que tenga súbditos que quieran escucharlo.

Su pasión es ganar, no tanto por tener ya el poder sino por alcanzar la gloria. De manera análoga, para un narcisista como lo es Donald Trump, perder una carrera de esta naturaleza sería mucho más que una derrota: supondría asumirse como alguien que se encuentra en peligro de extinción”. Por todo ello, es entendible pero no justificable, el pensamiento aislacionista, egoista, conservador, racista y destructor de Trump.

A todos los analistas que damos seguimiento puntual al proceso de toma de decisiones de EE.UU. no nos sorprende que el comportamiento volátil y errático de Trump haya creado un ambiente propicio para las filtraciones de las dependencias de su gobierno en el primer mes de su mandato presidencial, e inclusive desde la Casa Blanca. Unas filtraciones fueron deliberadas para debilitar o ver como funciona o actúa su contraparte (México). Es una política ancestral que ha usado el gobierno estadounidense. “Las fugas involucran a funcionarios para sabotearse entre sí y mejorar sus propias posiciones políticas, otras tratan de denunciar iniciativas o políticas en un genuino afán para debilitar al gobierno desde el interior en virtud de que a funcionarios federales les alarma la conducta del presidente”.

Tal ha sido la confrontación, división y contradicción interna al interior de la Casa Blanca que el día 23 de febrero en un hecho inédito, “para mostrar unidad y cohesión”, el Coordinador general de asesores de Trump, Reince Priebus y Steve Bannon Jefe de estrategia de Trump desmintieron que ese fuera el caso durante la Reunión anual de   la American Conservative Union (Acción Política Conservadora Americana) institución de ultraderecha y base de apoyo durante la campaña y gobierno de Trump. Dichos funcionarios explicaron que “las promesas de campaña de Trump se iban a cumplir al pie de la letra y que   la agenda política para el cumplimiento de aquellas se iba a poner peor en su instrumentación”. Todo esto es lo que podríamos llamar “el atrincheramiento de EE.UU. a la Trump”, o mejor diría yo, “a la Bannon” y desde esa trinchera golpear a los más débiles y a quien se deje. Trump mismo en esa reunión nacional conservadora señaló, el día 24 de febrero de 2017, “Creo en la paz a través de la fuerza”. Al buen entendedor pocas palabras. Si México no sabe leer o entender el mensaje fracasará en el intento. Estamos a tiempo para establecer nuestras tácticas y estrategias para enfrentar la era de Trump. NO debemos confundirnos con las contradicciones del nuevo gobierno estadounidense. Utilizan, de ya, la   técnica del “carrot and stick”. Golpean primero y luego   pretenden verse conciliadores y así debilitar a su contraparte. Al momento debemos responder en un “tit for tat” y nunca quedarnos callados. La respuesta siempre debe ser contundente y no sujeta a falsas interpretaciones que nos hagan ver ante ellos como débiles. Esta técnica la han estado aplicando con México en lo que va del primer mes de   su gobierno. Respondamos con valor, firmeza e inteligencia. Se requiere de acciones firmes y de ser el caso con un lenguaje fuerte y claro en el preciso momento. No se debe permitir más que EE.UU. imponga la agenda debe acordarse conjuntamente. Es decir, en un lenguaje muy mexicano, que no nos pongan a bailar a su ritmo. La soberbia de Trump no debe ser factor de desestabilización para México.

El viaje de John Kelly, secretario de Seguridad Nacional y de Rex Tillerson , secretario de Estado fue para calar a México y ver hasta dónde y cómo aguantamos. Ofrecieron una zanahoria en México y en Washington al mismo tiempo daban el golpe con el garrote. La clásica política del “stick and carrot”. No debemos permitir que se siga jugando ese juego pues nos seguiría debilitando. Es claro que la relación ha sido trastocada y que de la relación constructiva que teníamos con los EE.UU. hasta antes de llegar TRUMP al poder, ahora estamos frente a una era de deconstrucción acelerada. Soy realista y no pesimista por ello tenemos que ser realistas y enfrentar con entereza la nueva realidad. Sin duda lo peor está por llegar. El enfrentamiento de ser una comedia, pasando por el drama se está convirtiendo en una tragedia; y precisamente México debe estar preparado para el peor escenario. EE.UU. nos lo está mostrando, no seamos más ingenuos hay que estar preparados para enfrentarlo y hacer valer la posición de México con extrema firmeza y con una alta responsabilidad.

De ahí la necesidad de entender y releer el libro el “Arte de la negociación” de Donald Trump sobre todo cuando señala: “Me gusta crear problemas para ver cómo reaccionan mis interlocutores” y con base a ello diseñar mi estrategia de negociación desde la fortaleza, tratando de debilitarlos de ante mano y si son débiles los masacro y si son fuertes negocio con ellos. Pero a lo anterior habría que agregar el  decálogo de Trump que se encuentra en su libro “El secreto del éxito” donde abunda sobre sus estrategias de negociación y su filosofía de vida, lo que permite tener una perspectiva amplia sobre él, y por lo tanto, agregaría cómo enfrentarnos a su personalidad para contrarrestarlo y no someternos a su agenda.

“1.-Tienes que ser duro como el hierro y estar dispuesto a golpear fuerte si quieres arrasar.

2.- Mucha gente dice que un buen negocio es cuando ambas partes ganan, pero eso es falso. En un negocio bueno ganas tú y no la otra parte. Acabas con tu rival y te llevas la mejor parte.

3.- Sé cuándo mi oponente es débil y cuándo debo arrasar con él.(Ojo México).

4.- Tienes que amenazar y asustar a tu oponente para poder conseguir algo.

5.- Nunca muestro mis cartas; actúo como si no estuviera seguro de querer el negocio. Esto hace que mis oponentes se esfuercen más por hacerlo y me lo entregan prácticamente en las manos.

6.- Debemos negociar desde la fortaleza (…) ¿Qué país quisiera estar en la posición de Irán, sin saber cuándo lo va a atacar EU? Ellos están en una posición difícil y podríamos obtener una gran ventaja de eso.

7.- Es más importante ser respetado y temido por tus trabajadores que simpatizarles (…) para mantenerlos a raya.

8.- Me encanta vengarme cuando alguien me hace daño (ojo México). Siempre hay que vengarse. Si estás en los negocios, necesitas vengarte de las personas que te han perjudicado. Tienes que perjudicarlos 15 veces más.

9.- Muchas personas creen que tengo mal genio, pero no es cierto. Soy duro y exigente, pero nunca pierdo el control. Claro que hay que ser duros, pero la rabia descontrolada no es fortaleza, sino debilidad”.

10.- No hay nada más importante para mí que la emoción de ir contra la corriente y hacer algo que nunca antes se había hecho (Ojo México) Tienes que actuar basado en tus instintos e ir contra la corriente”.

Después de todo lo señalado anteriormente ¿es posible tener una negociación a la manera elegante, diplomática clásica o tradicional? La respuesta es no. El discurso demasiado prudente y elegante no funciona con Trump. Tenemos que ajustarnos a la nueva realidad y entender la psique de Trump y posicionarnos con valor, inteligencia, optimismo y estrategia para defender el interés y la seguridad nacional de México desde la fortaleza. Habrá que hablar claro y de manera contundente, mirando a los ojos y saber decir no con firmeza. Decir no/no cuando sea necesario con una política de “quid pro quo” y no ceder algo a cambio de nada. No tenemos que asustarnos frente a él, tenemos que ser fuertes como país frente al presidente Trump para limitarlo y negociar siempre, insisto, con base a la política del “quid pro quo” de ganar-ganar o algo a cambio de algo, donde todas las partes ganen. Los políticos, funcionarios y negociadores mexicanos deben estar plenamente convencidos que no es el fin de la historia sino el reinicio de la historia.

El factor externo no es y no ha sido la causa total de nuestras debilidades y de nuestros problemas. Debemos ser conscientes que México tiene que hacer una gran tarea al interior de sus fronteras para fortalecerse. Volver a enseñar valores cívicos que fomenten la unidad nacional. México tiene elementos para ser fuerte, no debemos tener miedo a la deuda, debemos generar unidad y consensos nacionales, respeto interno a los derechos humanos, luchar contra la impunidad, la corrupción, la transparencia y un ejercicio profundo y en serio de rendición de cuentas, tener una mayor legitimidad al interior del país, instrumentar una política en busca de un mejor distribución de la riqueza nacional con un nuevo modelo de desarrollo, en un modelo de política económica sostenible, incrementar las cadenas de valor, fortalecer las economías regionales, profundizar la verdadera reforma educativa, y establecer una verdadera reforma hacendaria para equilibrar las desigualdades sociales, rediseñar la política para diversificar nuestras importaciones y exportaciones y volvernos menos vulnerables. Ese es el país que queremos. Se debe regresar la seguridad a la ciudadanía y, no menos importante, hacer énfasis en inversiones de carácter productivo en el campo manteniendo la estabilidad macroeconómica, impulsar y fortalecer el pensamiento de que somos una nación solidaria, todo ello para fortalecernos frente a EE.UU. en el proceso histórico de negociación que se avecina. Hacer saber a las autoridades estadounidenses que México no es una empresa subsidiaria de EE.UU. y que somos un país soberano.

En suma, se tiene que hacer una verdadera política interior en México y exterior con una visión integral, en virtud de que la política exterior no es más que la continuación de la política interna. Y no tener miedo y hacer una verdadera política exterior defendiendo los intereses de México en Estados Unidos y además hacer política en Estados Unidos y como se hace dentro de Estados Unidos sin miedo alguno.

En pocas palabras, es indispensable tener una visión integral para lograr y garantizar el respeto a los derechos humanos de los mexicanos en EE.U. a nivel nacional e internacional, obtener una repatriación ordenada de aquellos mexicanos que estarán sujetos a ella, defender a ultranza el libre flujo de remesas que el año de 2016 fue de 27 mil millones de dólares, trabajar conjuntamente en materia de inteligencia en beneficio mutuo contra el lavado de dinero y el tráfico de narcóticos y de armas, proseguir con el libre comercio sin aranceles, cuotas o impuestos fronterizos que perjudiquen a las partes, hecho que nos ha llevado a tener un comercio de casi 500 mil millones de dólares anuales, proteger y defender la IED en México, donde las empresas estadounidenses generan casi el 28% del PIB nacional y las nuestras en EE.UU. el 1.28% del PIB estadounidense, etc. En función del interés nacional cooperar o no cooperar en relación a la Iniciativa Mérida, con la presencia de agentes de la DEA en México, y de sus agentes aduanales en función de nuestro interés y seguridad nacional. En pocas palabras o se llega a acuerdos constructivos o no hay acuerdos. Comprar maíz, manzanas, frutas y otros bienes a otros países, empezar a mandar delegaciones de alto nivel a países como China, Alemania, Brasil, Argentina, Rusia, Japón para buscar nuevas fuentes de importación y exportación y hacer además un trabajo político de filigrana con organismos internacionales y con otros países aliados de México. China es una de las opciones que tiene México para incentivar sus exportaciones, ya que se ha propuesto como el país que quiere sustituir a la economía estadounidense.

México no debe dejarse chantajear ante la plausible reducción de la “ayuda” que da el Departamento de Estado y la Agencia para el Desarrollo Internacional. De acuerdo con sus cifras: “Estados Unidos ha otorgado a México ayuda por un valor de 234.79 millones de dólares en los últimos cinco años, o sea 46.9 millones de dólares anuales. Estados Unidos prevé otorgar a México 134.6 millones de dólares durante el año fiscal en curso, que aún no ha empezado a desembolsar. La mayor parte del gasto previsto para 2017, que es de 78.9 millones de dólares, está dedicado a programas de fomento a la democracia, los derechos humanos y la gobernanza, incluido el apoyo a instituciones cívicas. Otros 43.8 millones de dólares irán a la promoción de la paz y la seguridad, incluidas las operaciones antinarcóticos y la lucha contra el crimen transnacional. El monto menor del paquete de 2017, 11.9 millones de dólares, está asignado a programas ambientales y de cambio climático”. México puede vivir sin esas ayudas y sin los condicionamientos que EE.UU. impone por recibirlas.

Además, México debe transmitir a la sociedad estadounidense, en una cruzada inteligente a través de todos los medios posibles, todo lo que EE.UU. debe saber sobre México y lo que con datos duros representa en su nivel económico, político, cultural y demográfico, dada la interdependencia histórica existente entre México y los EE.UU.

Somos vecinos distintos, pero no distantes. La relación entre México y Estados Unidos es muy fuerte y continuará, ya que como ha dicho la embajadora de EE.UU. en México, Roberta Jacobson, “somos más que vecinos, somos familia”, por lo que tendremos que seguir trabajando juntos para superar retos comunes. “Creo que tenemos que continuar trabajando juntos, reconociendo que tenemos retos comunes; debemos avanzar la relación”.

Es de felicitarnos que el gobierno de México haya empezado a cambiar en su postura y se haya convertido en una más clara y firme. México advierte a Trump que si daña el comercio no lo ayudará en el combate al narcotráfico y en lo relativo a la migración centroamericana indocumentada. El Gobierno de México lanzó por primera vez una de las advertencias más explícitas al Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, si este insiste en imponer términos de intercambio desfavorables. El Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, dijo que “hay tanto en juego para el interés de los Estados Unidos”, como la ayuda en materia de migración y narcotráfico que México le ofrece. “Hemos sido un gran aliado para combatir los problemas de la migración, el narcotráfico… Si en algún momento las cosas se vuelven tan mal gestionadas en la relación, los incentivos para que el pueblo mexicano siga cooperando en cosas que están en el corazón de las cuestiones de seguridad nacional de los Estados Unidos se verán disminuidas”. El secretario Guajardo añadió: “No se puede pedir condiciones aceptables en términos de intercambio y luego pedir ayuda para manejar asuntos migratorios de otras naciones o el procesamiento de actividades criminales y narcóticos”. Sin duda, la seguridad es la carta fuerte de México en las negociaciones.

En el contexto global de las relaciones internacionales, como bien afirma Raymundo Riva Palacio, “abundan los conflictos armados, las parálisis políticas y las crisis diplomáticas. El presidente Trump será llamado a resolver la guerra en Siria, manejar las complejas relaciones con Rusia e Irán, lidiar en puntos calientes como Corea del Norte, Libia y Ucrania, manejar las tensiones con China, y revivir una relación bipartidista en el Congreso” y buscar la unidad de su país donde el mismo generó una profunda división. Su gobierno será un total fracaso, si se sigue peleando con todo el mundo. Por ello, requerirá de un vecino estable y no con el   tenga un conflicto permanente.

Por otro lado, vale la pena recordar que en lo que concierne a las deportaciones y al valor de los migrantes a EE.UU. y a sus aportaciones es indispensable recordar que el 50% del total de los científicos radicados en EE.UU. son migrantes extranjeros. En el campo de las ciencias, hay mexicanos destacados. Al respecto, el Dr. Mario César Suárez, un destacado científico mexicano, señala que “los EE.UU. deben su poderío a dos hechos esenciales: 1) el rigor del espíritu protestante que llegó con los primeros colonos, y 2) la lógica del trabajo duro y sistemático que les generó riqueza a través del ahorro y la explotación del prójimo, esencialmente esclavos negros e indígenas. Ambos aspectos engendraron o cultivaron las semillas del individualismo y la convicción imperial de ser el “pueblo elegido” por Dios. Más tarde, a pesar de su rigidez moral, se fue convirtiendo en una sociedad abierta a la innovación y las nuevas ideas en ciertos lugares clave (Nueva York, Boston, San Francisco, Chicago, Houston, etc.). Todos estos sitios fueron refugio de inmigrantes, muchos de ellos talentosos y con enorme motivación por mejorar sus vidas. Un par de ejemplos recientes: el creador principal e inventor del microchip Intel que gobierna la casi totalidad de computadoras personales, es un ingeniero hindu (Vinod Dham). Steve Jobs, el cofundador de Apple fue hijo de un inmigrante sirio musulmán (Abdul-Fattah) y de una estadounidense de ascendencia alemana (Joanne Carol). El otro fundador de Apple y el cerebro técnico, verdadero inventor de la idea genial de la computadora personal (o sea de la idea original de hacer una computadora chiquita barata que cupiera en un maletín en vez de las grandotas y carísimas), fue Steve Wozniak, de padre polaco-ukraniano y madre suiza-germana. El mismo Bill Gates es de ascendencia Irlandesa-Inglesa. El creador del auto eléctrico Tesla, Elon Musk, viene de Sudafrica, Sergey Brin es judío ruso, cofundador de Google junto con Larry Page. Brin es el creador del motor de búsqueda fundamento de Google, etc.

El núcleo fundamental del poderío económico de los EE.UU. es la ingeniería y la ciencia aplicada”. Lo anterior viene a colación ya que las deportaciones, tendrán un costo económico y político de largo alcance para la economía estadounidense aún impredecible. Pues muchos de los jóvenes en formación en las mejores universidades de EE.UU. dejarán, en un futuro cercano, de innovar las tecnologías que EE.UU. requiere para su porvenir y ser competitivos mundialmente.

En síntesis, el ejecutivo mexicano ha señalado que se requiere “Un México fuerte, próspero y vibrante; está en el mejor interés de Estados Unidos “. Efectivamente, por ello, en estos momentos de incredulidad del ciudadano común hay que darle valor a la palabra, y que la palabra corresponda a los hechos y que los hechos correspondan a la palabra. Hoy estamos viviendo horas de insólita gravedad. De ahí la necesidad de estar unidos como ciudadanos ante las dificultades y restañar conjuntamente todo el tejido social. En toda democracia la gestión gubernamental, hoy llamada gobernanza, supone un diálogo franco y amplio.

El sueño americano terminó. Es momento de definiciones claras. Los mexicanos necesitamos un gobierno capaz de tener esa posición fuerte, no sólo frente a Trump, sino de crear un camino propio de desarrollo. En los últimos cinco   sexenios se ha hablado de la diversificación y realmente el patrón de dependencia comercial con Estados Unidos se ha mantenido entre 70 y 80%. Ahora es el momento preciso para cambiar nuestro modelo de desarrollo y diversificarnos verdaderamente y que correspondan las palabras a los hechos y los hechos a las palabras.

 

Por Eduardo Roldán, Diplomático, internacionalista, analista político y escritor.

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