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El Dr. Manuel Velasco Suárez fue un político verdadero de servicio a los demás

Trabajó para demostrar que “Todo Chiapas es México”

SESIÓN SOLEMNE DE LA H. CÁMARA DE SENADORES, CELEBRADA EN XICOTÉNCATL 9, EL JUEVES 7 DE OCTUBRE DE 2021. PRESIDENCIA DE LA SENADORA OLGA MARÍA DEL CARMEN SÁNCHEZ CORDERO DÁVILA.

La Presidenta Senadora Olga María del Carmen Sánchez Cordero Dávila: Se concede el uso de la palabra al doctor Jesús Agustín Velasco Suárez Siles, a nombre del doctor Manuel Velasco Suárez.

Por favor.

El C. Jesús Agustín Velasco Suárez Siles: Hoy, 7 de octubre del 2021, es nuevamente un día histórico, sobre todo para los chiapanecos, para la gente que sufre, y que es un llamado a seguir atendiendo esa vocación que claramente marcó el doctor Velasco Suárez.

Presidenta de la Mesa Directiva del Senado, Senadora Olga Sánchez Cordero.

Señor secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, representante personal del Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador.

Ruego transmita al Presidente un saludo por el añejo afecto, muy especial, del doctor Manuel Velasco Suárez y de su familia.

Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ministro Arturo Zaldívar.

Presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal.

Presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez.

Senadoras y Senadores de la República.

Diputadas y Diputados del Congreso de la Unión.

Gobernador del estado de Chiapas, Rutilio Escandón Cadenas, amigo entrañable.

Distinguidos invitados especiales.

Todos los presentes:

Alto honor con humildad el estar aquí con ustedes, Senadoras y Senadores, que llevan con dignidad el espíritu de Belisario Domínguez. Nuestro reconocimiento y gratitud a todos.

Recibir la Medalla Belisario Domínguez post mortem el doctor Manuel Velasco Suárez es un homenaje luctuoso y al mismo tiempo un reconocimiento a su legado, que sigue vivo, está ahí, es tangible, son cimientos, son instituciones, es idealismo, no solo obras físicas, sino la formación de recursos humanos de alta especialidad.

Como ustedes escucharon en la semblanza del doctor Velasco Suárez, preparada por la Senadora Beatriz Paredes, en voz de la Senadora Josefina Vázquez Mota, a quienes les expreso mi gratitud, el doctor dejó varios legados: en el ámbito de la salud, de la educación, pacifista comprometido, maestro de la bioética y del humanismo. Sus legados son ya propiedad de México, lo que lo hace merecedor de la presea Belisario Domínguez.

Se podría decir en esta ocasión que el otorgamiento de la presea correspondería a un diálogo póstumo de dos ilustres chiapanecos que amaron profundamente a México, al que sirvieron con ahínco.

El eje de acción del doctor Velasco Suárez fue servir. Señalaba: “la mujer, como el hombre, valen no por lo que tengan ni por lo que sepan, sino por lo que sirvan con honradez, capacidad y eficacia.”

Su vida y obra fue ardua e intensa, nada le fue fácil, tuvo que librar múltiples batallas. Esta vorágine empieza cuando comunica a sus padres, María y José Manuel, su decisión de estudiar medicina, ellos lo apoyaron con tristeza, cuando su único varón decidió no tomar el camino de la abogacía, como su padre y su tío, el constituyente Enrique Suárez.

Como ustedes saben, creó, organizó y fundó el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. Lo que quizá algunos no saben es que esa obra le llevó 12 años desde su concepción hasta su inauguración, de 1952 a 1964.

Comparto un dato histórico. El entonces Presidente de la República durante la inauguración se congratuló que México contara con este instituto, al comentar que hasta él lo pudiera necesitar. Quien lo diría, después de dejar la Presidencia de la República fue hospitalizado en el instituto bajo el cuidado del doctor Velasco Suárez.

Destacaba la necesidad de una relación médico-paciente profundamente humana y de excelencia. Entre los innumerables pacientes que atendió el doctor uno de ellos fue alguien muy conocido por todos ustedes, Pedro Infante, a quien operó por una lesión causada en un accidente aéreo, colocándole una placa de platino en el cráneo.

Como ya lo escucharon hoy, tuvo destacada trayectoria académica y científica. Lo que pocos saben es que siendo un científico reconocido fue un hombre de fe.

Más tarde, en 1970, acepta ser candidato para gobernar Chiapas y como él lo dijo: “hago un paréntesis en mi vida académica, científica y de investigación”, pero se llevó consigo la bata blanca, porque nunca dejó de ser médico.

Él concebía a la política como el arte de hacer medicina en grande y le decía al Presidente de la República que iba con ese espíritu para atender a un Chiapas en dolor, en desventaja en todos los campos y como su paciente debía ponerlo de pie y en marcha.

El doctor Velasco Suárez señalaba: “la política es como la atmósfera, no podemos vivir fuera de ella. Al igual que el médico cuida la salud, previene la enfermedad y protege la vida, el político protege el tejido social, previene conflictos, enfrentamientos, violencia y muerte; encauza voluntades y acciones para vivir con respeto y dignidad.” Y agregaba: “la columna vertebral de la política debe ser el humanismo.”

Fue un gobernador humanista, les dio prioridad a nuestros hermanos indígenas. Fue reconocido como su protector respetando su dignidad y permitiendo que ellos fueran los promotores de su propio desarrollo. Él promovió el primer congreso nacional indígena en 1974, inspirado en la vida de Fray Bartolomé de las Casas.

Al término de su mandato el entonces Presidente de la República le preguntó si desearía incorporarse a su gabinete y respondió: “señor Presidente, no tengo ambiciones de poder.” Y regresó a su vida profesional.

El doctor Jesús Kumate, Medalla Belisario Domínguez, dijo: “fue muy acertada la decisión de mi maestro Velasco Suárez, porque de esa manera se convirtió en un líder pacifista y reconocido como el padre de la bioética en México.”

En relación a su liderazgo pacifista, el doctor Bernard Lown, Premio Nobel de la Paz, se refirió al doctor de esta manera: “Manuel recorrió el mundo incansablemente hablando con pasión persuasiva y organizando a los médicos por todo el planeta para prevenir una catástrofe nuclear. Fue el padre de los movimientos de la Organización Internacional de Médicos contra la Guerra Nuclear en México y Latinoamérica.

Nuestro homenajeado, subrayaba “que la bioética es como una brújula que nos orienta para no perder el rumbo de los valores éticos universales ante la avalancha del desarrollo científico y tecnológico”.

Es notable el extraordinario paralelismo que existe entre la vida del doctor Belisario Domínguez y el doctor Manuel Velasco Suárez, son sorprendentes.

Chiapanecos ambos: uno de Comitán, el otro de San Cristóbal de las Casas.

Médicos ambos: uno cirujano y partero, el otro neurocirujano.

Educados en universidades extranjeras de gran prestigio: uno, en la Sorbona, el otro en la Universidad de Harvard.

Dos luchadores en defensa de la vida, de la salud, de la dignidad y de la libertad: uno desde la tribuna del Senado como en su histórico mensaje por la dignidad y la libertad de México, y el otro desde el quirófano, las aulas y la atención al desprotegido.

Ellos entregaron su vida por la salud de los mexicanos, lucharon por el progreso del país, guiados siempre por los valores perdurables del humanismo y del servicio público, dos mexicanos que actuaron con convicción y congruencia.

En este templo de la democracia y de la República, aquí en este recinto, está el espíritu del don Belisario y del doctor Velasco Suárez, también con la presencia de nuestra maestra Ifigenia Martínez que mucho nos honra, mi maestra y mentora, así como la presencia de mexicanas y mexicanos ilustres que han recibido esta medalla, quienes supieron llevar sus preocupaciones a la acción teñida con pasión por su vocación y convicción por México, nos dieron el ejemplo para las actuales y las futuras generaciones.

Deseo compartir con ustedes que el doctor Velasco Suárez no dejó de luchar por sus ideales, aun cuando enfrentaba también el inmenso dolor en lo más íntimo por la muerte temprana de su esposa, 57 años, de sus tres hijos mayores: José Manuel, 40, Lupita, 39, Cristina, 57, los tres de cáncer. Ahora sobreviven ocho hijos y 33 nietos.

Pero decía: “No hay tiempo para lamentarse, los retos son muchos y hay que estar alerta y estar dando la batalla por México siempre”.

Respetuosamente reciban un abrazo con nuestra eterna gratitud, emocionados, en especial para los integrantes de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República.

Muchas gracias.

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