El Boom Automotriz Mexicano
Para este año, el mercado interno mexicano podría superar la adquisición de más de 1.5 millones de unidades automotrices, y para 2020 la producción llegar a los cinco millones de automóviles, de acuerdo con las nuevas inversiones en el sector de las armadoras asiáticas, europeas y norteamericanas, según han manifestado los capitanes de la industria aglutinados en organismos como la AMIA, la ANPACT y la AMDA.
También las autoridades del gobierno federal han presumido el nuevo posicionamiento del sector automotriz asentado en México, en el contexto global.
Las nuevas inversiones de Ford Motor Company, con 90 años de presencia en México, enunciadas en 2.5 miles de millones de dólares para fortalecer la manufactura de componentes en su planta de Chihuahua y crear una nueva factoría de motores a diésel en Irapuato, Guanajuato, fueron resaltadas por el presidente Enrique Peña Nieto, conjuntamente con la creación de una planta de armado del modelo Corolla, de la japonesa Toyota, que representa inversión de mil millones de dólares.
Las expectativas, por tanto, son iniciar la próxima década, la de los veintes, en el selecto grupo de las cinco principales naciones armadoras de productos automotrices.
En los primeros siete meses de 2015, la comercialización en el territorio nacional rebasó las 721 mil unidades de autos y camiones ligeros, monto que establece crecimiento de 20.9% respecto a igual periodo de 2014.
La producción creció 6.7% al ensamblar 1,981,869 automotores, de los cuales más del 80% se exportaron, principalmente a los Estados Unidos, siendo el volumen total enviado a otras naciones de 1,631,969 automotores, monto que significa 8.4% adicionales a lo remitido en periodo semejante del año anterior.
Las ventajas del financiamiento automotriz, lo mismo por organismos crediticios, instituciones bancarias o subsidiarias de las propias armadoras y comercializadoras concretó entre enero y julio la colocación de 379,041 vehículos entre los usuarios del país, cifra 28.4% superior a los siete meses iniciales del año anterior.
Mayor significación lo constituye el que el monto de financiamiento supera el volumen de 2007, referente principal antes de la crisis mundial desatada en los dos años posteriores.
Algunas explicaciones del comportamiento positivo del sector automotriz mexicano y de las expectativas optimistas en el corto y mediano plazo, aparte de las cuantiosas inversiones, radican en el fortalecimiento de acciones estratégicas entre la industria y el gobierno federal.
El endurecimiento aduanero y fiscal para el ingreso de vehículos importados usados, no obstante la presión de los comerciantes en la frontera norte, llegó al grado de que en 2014 entraron 455,372 automotores, casi 30% menos que en 2013, luego de que en el último trimestre fue cuando se impusieron nuevas reglas para la importación.
Para este año se prevé que sólo podrán ingresar alrededor de 200 mil unidades usadas provenientes de los Estados Unidos, volumen que podría ser menor ya que en el periodo enero-julio sólo ingresaron 83,464 vehículos, 69.5% por debajo del mismo lapso del año pasado.
En el sector de los transportes terrestres industriales como lo son los camiones, tractocamiones y autobuses, las condiciones del nuevo programa de chatarrización habrán de impulsar la renovación del parque vehicular, aunque sus limitaciones de chatarrizar un máximo de 6,000 mil unidades resulta corto, habida cuenta de los cientos de miles de vehículos del actual parque camionero que es menester reponer por modelos nuevos, no contaminantes y de gran eficiencia energética, además de la seguridad de avanzada que ofrecen.
De cualquier manera, el estímulo fiscal que creció entre 53 a 81%, de acuerdo con la clase de transporte a destruir, es un porcentaje considerable.
Sin embargo, lo más importante es que el sector automotriz de México reconfirma su protagonismo en la economía mexicana, al transformarse en el principal generador de divisas, con un superávit de la balanza comercial de 47,500 millones de dólares en 2014, monto muy por encima de la industria petrolera, el turismo o las remesas de los migrantes.
Por Joaquín Vázquez M.
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