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Dejando atrás la desgracia, vamos hacia un México nuevo

Las pérdidas sufridas por nuestro país son muy grandes y graves, pero la catástrofe nos ha encontrado unidos y solidarios, organizados pueblo y gobierno, para rescatar de los escombros a quienes quedaron bajo ellos, y para iniciar una nueva etapa de reconstrucción nacional.

Alzando la cabeza y mirando hacia el futuro, es necesaria dejar atrás la desgracia y dar los primeros pasos hacia un México nuevo, lleno de vigor y de optimismo, para salir adelante y abrirle paso a las nuevas generaciones que nos sucederán.

Hemos demostrado que somos un país organizado en toda su economía, con instituciones sólidas y funcionales, recibiendo también la ayuda solidaria internacional en la que destaca lo aportado por la República Popular China; la Federación Rusa y las aportaciones humanas que hicieron Japón, Alemania, Israel, Estados Unidos, Perú y otras naciones hermanas de América Latina y otros continentes.

No somos, como los malintencionados dicen, “un Estado Fallido”, ni mucho menos, sino una nación fuerte, de leyes, donde el desastre se combate sin permitir llegar al caos, al desorden y al vandalismo, sino que al contrario, siempre han estado y están presentes el Ejército Mexicano, la Marina Nacional, la Policía Federal y las instituciones financieras, siempre bajo la dirección y mando del Presidente de la República, licenciado Enrique Peña Nieto.

Fue muy acertado el Primer Magistrado, licenciado Enrique Peña Nieto, al enviar a los integrantes de su Gabinete, a las diferentes regiones afectadas, para conducir los auxilios de manera eficiente, de tal suerte que nadie padeciera hambre ni falta de atención médica.

El mismo Presidente de la República recorrió las zonas afectadas, yendo y viniendo por dondequiera, incluida la Ciudad de México, y sin dejar de atender a ningún rincón de la República, ni de Chiapas, ni de Oaxaca, ni de Puebla, ni del Estado de México, ni de Morelos, ni de Hidalgo, ni de Guerrero.

Todas las regiones dañadas y todos los damnificados han sido atendidos como ciudadanos dignos que son, sin hacer discriminación alguna de personas.

Ese es el México de hoy, que se levanta firme y orgulloso ante la desgracia, decidido a seguir adelante en su camino de desarrollo y progreso, en medio del concierto internacional, que le apoya y le reconoce.

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