EconomíaEstados y municipios

De la Guerra al narco a la Guerra Política 2011-2012

Por el Lic. Mauro Jiménez Lazcano

El país pasa, en un momento, de la guerra al narco a la guerra política 2011 – 2012; esperemos que esta última no sea sangrienta.

De pronto, el país se conmovió con la captura de un magnate político, de un ex gobernador y de uno o dos personajes militantes de la política, ellos de diferentes partidos políticos, para equilibrar la estrategia y que no se piense en una cacería de brujas.

Esto es lo que faltaba: la desestabilización política.

El golpe en Tijuana obviamente estaba dado por un misil teledirigido a Toluca, pero no dió en el blanco, ya que Eruviel no bajo el porcentaje de intención de voto y su líder político, el gobernador mexiquense, eludió el golpe inteligentemente, usando una buena táctica, que corresponde a una estrategia de primer nivel.

Sin embargo, el Presidente del PRI, Humberto Moreira esta algo preocupado pensando que otros cohetes teledirigidos pudieran lanzarse a gobernadores en funciones o a ex gobernadores priístas que hubieran dejado el poder recientemente.

Cualquiera que sea el próximo desenvolvimiento de los acontecimientos políticos, será en el contexto de los términos de una guerra política sin cuartel entre los que no se quieren ir y lo que quieren regresar, terciando un poco los que no han estado nunca y quieren entrar; en realidad es una lucha sin cuartel entre tres grupos que hoy por hoy se disputan el poder en nuestro país.

Con todo, lo que nosotros, como opinión pública y observadores políticos deseamos, es que “la sangre no llegue al río” y que el país no se desestabilice políticamente, ni socialmente; o, lo que es peor, que la lucha política por el poder tomara cauces no democráticos e inconstitucionales, que pudieran desembocar en escenarios no vistos en México desde 1910.

Nosotros pensamos que los escarceos que estamos presenciando pudieran agudizarse en la medida que se acercan las elecciones presidenciales de julio de 2012; pero cabría pensar que los dirigentes políticos de alto nivel pudieran dar marcha atrás y dejar que la democracia mexicana se resuelva en las urnas, democráticamente como corresponde al nivel de desarrollo que se supone ya hemos alcanzado.

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