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Curar niños con cáncer, mi sueño Rotario: Alejandro Flores Méndez

El Presidente del Club Rotario Plateros Centro Histórico, expresa sus sentimientos después de la donación de equipo médico al Instituto Pediátrico Infantil

Por Alejandro Flores Méndez,

Presidente del Club Rotario Plateros Centro Histórico

Como Rotario, tengo un sueño; uno en que ayudamos a los niños y sus padres a despertar de la pesadilla en que la bestia llamada cáncer les come a los pequeñitos una pierna, un brazo o la vida misma. Un sueño en que transformamos las condiciones en que los héroes que los atienden cuentan con las mejores herramientas disponibles para esta lucha en donde se debe controlar esta parte enloquecida de su cuerpo. Un sueño en que transformamos sus vidas y les damos esperanza. Un sueño donde les decimos que no están solos, y que no importa qué tan dura sea esa batalla, que estamos ahí, con ellos, luchando para que sigan regalándonos su sonrisa muchos días más sabiéndose vencedores. De hecho, es una gran lección ver a estos valientes niños pintar una sonrisa espléndida en su rostro, aun siendo sabedores de que su vida podría terminar de forma temprana; una sonrisa plena enmarcada en un rostro ya sin pelo como consecuencia de una quimio. También es de exaltar la voluntad y fortaleza inquebrantables de sus padres, a muchos de los cuales podrían haberles dicho que se lleven ya a sus hijos a morir a sus casas; pero esos padres no se rinden, ¿cómo podrían, qué padre está dispuesto a enterrar su hijo? Otra parte importante de esta historia en el personal de salud que procura devolver la salud a los pequeños, y ahí tenemos un lugar especial, el Instituto Nacional de Pediatría, dirigido por el Dr. Alejandro Serrano Sierra; y donde veo a héroes como el Dr. José Martín Palacios Acosta, cirujano oncólogo, que tantos niños ha salvado y a quien tengo el privilegio de llamar amigo. Verlo luchar, no sólo contra la enfermedad, sino también contra condiciones en que faltan medicamentos, instrumental, camas, y aún así no rendirse, es una franca invitación a unirse en este frente; y es que esta lucha se trata de no dejar partir a un niño que tiene una vida por delante, y de no dejar a sus familias con una herida en el corazón que será tan grande, que una vida entera podría no alcanzar para cicatrizarla.

Un libro no bastaría para describir la lucha, pero aquí de lo que se trata es de hacer realidad el sueño. Para materializarlo, hace falta trabajo y buena voluntad; hace falta procurar dar un primer paso, que sea además en el sentido correcto. Hace falta tanto, que resulta fácil abrumarse y rendirse antes de intentar hacer algo; por eso, celebro que en el Club Rotario Plateros Centro Histórico, del Distrito 4170 encabezado por mi Gobernador e impulsor del proyecto, Ing. José de Jesús Calderón Bello, junto con grandes compañeros, Clubes Rotarios y asociaciones como ARIDRA estemos dando este primer paso que implica la compra de los primeros 9 bisturíes armónicos (como muy modesto reconocimiento, enlistamos a los donantes al final de este artículo). Un bisturí armónico es un bisturí que funciona con ultrasonido, lo cual le permite sellar algunos vasos sanguíneos, reduciendo el tiempo de recuperación y la probabilidad de pasar por terapia intensiva, así como la descompensación por pérdida sanguínea. Más aún, al reducir el tiempo de recuperación, reduce la presión por las limitadas camas en un hospital que ya está trabajando a toda capacidad.

Sé que es un primer paso, pero confío que en los 2 meses que restan de este año rotario habremos de “repetir la dosis”, y confío en que donaremos otros 9 o 10 bisturíes adicionales. Más aún, confío que éstos sean los pasos de una carrera larga, una en que avancemos todos juntos hacia una meta común: conseguir que nuestros niños no mueran porque no encontraron las condiciones correctas. Sé también que, haciéndolo habremos de obtener a cambio el mayor y más anhelado de los regalos, una sonrisa tan hermosa como la que nos regalan estos niños; pero, ahora dibujada en nuestros rostros, pues nos sabremos partícipes en la transformación de sus vidas y las de sus familias. Vidas como la de Margarita, una gladiadora que luchó y venció al osteosarcoma, y que ahora no solo nos regala su sonrisa, sino que nos deleita incluso bailando cuando le dijeron que ya no habría de caminar.

A todos los que apoyaron, ¡muchas gracias!

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