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Autonomía, rechazo a la violencia y apego a normatividad académica: pide José Narro Robles

Desafortunadamente, en las últimas semanas, la sociedad mexicana ha vivido hechos a todas luces reprobables. Algunos de ellos han costado vidas, lesionado personas, generado desapariciones y afectado el patrimonio y los derechos de terceros. Se ha trastocado la vida normal de nuestra sociedad.

Con toda razón existe un sentimiento de indignación, dolor e inconformidad. En varias ocasiones me he manifestado al respecto. He reprobado la conducta delictiva y permisiva de servidores públicos, he exigido el esclarecimiento de los hechos y el castigo de los responsables, y me he solidarizado con los afectados y sus familiares.

De igual manera, me he pronunciado por la necesidad de impulsar un cambio profundo en la sociedad. Un cambio sin violencia que asegure que hechos como los de Iguala no se registren nunca más en el país. Tengo la convicción de que la violencia sólo engendra mayor encono y más problemas.

Por desgracia, la Universidad Nacional Autónoma de México ha sido afectada por hechos violentos de los que se dio cuenta el día de ayer y que lesionaron al menos a un miembro de nuestra comunidad. Al respecto, debo señalar que la Universidad ha presentado la denuncia correspondiente. Espero que el resultado de las investigaciones conduzca al deslinde de responsabilidades y a que se castigue a quienes resulten responsables.

En este momento son varios los asuntos que me preocupan. En primer término, la integridad de todos los miembros de nuestra comunidad, su integridad física y también la moral. Para conseguirlo, son importantes el rechazo a la violencia y el apego al derecho. No veo otra manera de conseguirlo, de no ser con la conducta prudente, individual y colectiva y con el cumplimiento de la ley.

En segundo lugar, me refiero al funcionamiento de la Universidad. El cumplimiento pleno de la vida académica de nuestra institución debe preservarse. Es indispensable que se entienda que son enteramente compatibles la protesta universitaria no violenta y el desarrollo de nuestro trabajo. Cuidar ese equilibrio es mi compromiso, pero se requiere de la participación de la comunidad para lograrlo. Todas las expresiones no violentas son admisibles y nuestra labor cotidiana es indispensable.

Asimismo, quiero pronunciarme en torno a la autonomía de nuestra institución. Al respecto, quiero ser claro y contundente. No es deseable la presencia de la fuerza pública en nuestras instalaciones. No forma parte de nuestra normalidad. Recibo con satisfacción el pronunciamiento de las autoridades del gobierno del Distrito Federal y les pido, respetuosa pero puntualmente, que no se repitan hechos como los registrados ayer en Ciudad Universitaria.

Reconozco el momento complejo por el que transitamos en la Universidad y en el país. Exhorto a todos los universitarios a mantenernos en el marco de la ley, a preservar nuestra institución, a mantener el trabajo sistemático de la comunidad y a asegurar que dentro de la normalidad académica sigamos atentos el desarrollo de los acontecimientos, ejerzamos la libertad de expresión sin violencia de ninguna naturaleza, al igual que a mantener la unidad.

De la misma manera, invito a la sociedad mexicana a hacer una pausa, a reflexionar sobre el futuro, a valorar el papel de la vida institucional de nuestro país, a fortalecer las entidades públicas como la UNAM que tanto esfuerzo ha costado a muchas generaciones de mexicanos y a rechazar la violencia sin sentido, que sólo causa más daño.

“Por mi Raza Hablará el Espíritu”

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