Sorpresivamente, el gobierno mexicano recibió un amable consejo de parte del gobernador de California, EUA, señor Edmund G. Brown, “Jerry”, quien al conocer en una visita al Senado Mexicano la profundidad y amplitud de la Reforma Energética Mexicana y sus Leyes Secundarias, advirtió a los legisladores de nuestro país y en general al gobierno mexicano que tengan cuidado con las grandes empresas petroleras y eléctricas transnacionales que vendrán a México, por lo que debe tratárseles “con mano dura”.
En efecto, las nuevas leyes mexicanas referidas a la industria petrolera en su conjunto y a la industria eléctrica deben ser perfeccionadas, de tal forma que no se dé lugar a la comisión de abusos o al otorgamiento de canonjías o privilegios que puedan significar una pérdida de la renta petrolera correspondiente a la nación mexicana o a las ahora “empresas productivas del Estado”, en que se convertirán dentro de unos días las empresas paraestatales PEMEX y Comisión Federal de Electricidad.
La advertencia del gobernador de California Jerry Brown es válida, porque ese gran Estado de la Unión Americana padeció recientemente grandes pérdidas económicas a causa de la privatización de la electricidad.
El dicho antiguo expresa que: “…del enemigo el consejo”, que en este caso podría mejorarse diciendo: “…del amigo el consejo”, porque ciertamente Jerry Brown vino de visita a México de buena voluntad, para hablar con el Presidente Enrique Peña Nieto y llegar a acuerdos de cooperación y desarrollo entre México y California, que es un Estado tan importante que contándose en forma aislada, representaría la séptima economía mundial.
Es claro que los mexicanos y nuestro gobierno ya estábamos advertidos desde antes sobre estas características de conducta que tienen las grandes empresas transnacionales, por lo que, hasta donde se ve, tanto la Iniciativa Presidencial de Reforma Energética Constitucional, así como de sus Leyes Secundarias sobre petróleo, gas, electricidad, medio ambiente y asociación con las empresas privadas, han tomado en cuenta los factores negativos que pueden producirse con la apertura a la inversión extranjera en el campo energético de nuestro país.
Quienes hemos estudiado cuidadosamente las iniciativas presidenciales tanto de los cambios constitucionales como de las leyes secundarias, así como quienes hemos presenciado los ríspidos debates en el Senado y en la Cámara de Diputados, estamos seguros de que todos los ángulos legales están cubiertos para que nuestro país no pierda el control sobre sus recursos naturales de hidrocarburos y sobre el abastecimiento eléctrico a la población y a la industria, por lo que estamos seguros que la apertura de nuestro mercado a esas grandes empresas transnacionales quedará bien reglamentado y bajo control del gobierno mexicano y las nuevas instancias controladoras y supervisoras que se han creado en esta nueva legislación.
Pero, de cualquier forma, es muy bienvenido el consejo que el amigo gobernador Jerry Brown le da a nuestro gobierno para que experimente, como se dice, “en cabeza ajena”.