Enrique Peña Nieto: un gobierno eficaz, inteligente y prudente
Es mucha la esperanza que la mayoría de la población tiene respecto del nuevo Gobierno que encabezará el licenciado Enrique Peña Nieto, en el Sexenio 2012 – 2018: la pacificación de país y el mejoramiento económico de las familias.
Es necesario que el progreso de México no sólo se refleje en las cifras de la macroeconomía, de la Bolsa de Valores y del crecimiento de las grandes empresas nacionales y extranjeras, sino que también el progreso nacional tenga repercusiones favorables en los bolsillos de los ciudadanos y en el mejoramiento de la calidad de vida de las familias.
El PRI regresa al gobierno porque los presidentes del PAN, Fox y Calderón, no supieron conducir a la nación a un buen puerto en esta breve era de doce años de panismo; los saldos que dejan los dos presidentes panistas son muy negativos en materia de corrupción, de incapacidad en el gobierno y de dilapidación de los recursos nacionales, especialmente los excedentes petroleros.
Siendo México uno de los países más ricos del mundo por sus recursos naturales y humanos, es ahora el de mayor desigualdad social y económica; tenemos al hombre más rico del mundo y a los campesinos más pobres y abandonados; pero además, parte del territorio nacional ha quedado a la deriva, sin ley y sin gobierno, donde domina el crimen organizado.
Ese es probablemente el mayor pecado que cometieron los gobiernos panistas de Fox y Calderón: dejaron que el país se les escapara de las manos y la nación entró en un caos de ingobernabilidad, donde lo mismo religiosos que criminales hacen lo que quieren y cuando quieren, amenazando y ejecutando a presidentes municipales, a candidatos a gobernador, como el de Tamaulipas, y a hijos y familiares de gobernantes y ex gobernantes, pero causando mucho mayores daños a la población civil, que todos los días se pregunta dónde está el gobierno.
Nadie comprende cómo los altos gobernantes y aun el Titular del Ejecutivo pueden estar de bromas y hasta montarse en carritos de juguete, hacer chistes en los discursos y caer en frivolidades, cuando en muchos lugares la nación se deshace, no hay ley, hay impunidad asaltos en las carreteras y en las ciudades, secuestros y ejecuciones al millar.
¿Qué país dejan Vicente Fox y Felipe Calderón? ¿Pueden estar satisfechos? ¿Pueden estar de bromas?
Al entrar al gobierno Enrique Peña Nieto el próximo 1º de diciembre, debe asumirse desde el principio, como un Presidente serio, con una alta responsabilidad social, política y económica; no debe dejarse mandar ni mangonear por nadie; debe actuar en la correcta dirección de sus promesas y ofrecimientos de campaña.
¿Cómo subirse a un avión que costó 10,000 millones de pesos, encargado erróneamente por el actual gobierno de Calderón, cuando los niños y las mujeres en las esquinas te piden limosna o limpian tus coches para poder comer?
¿Qué clase de gobernantes son aquellos que no ven la miseria en que viven millones de sus compatriotas?
Enrique Peña Nieto no debiera olvidar y mucho menos traicionar a los sectores marginados del pueblo mexicano, ya no sólo porque le hayan otorgado en parte su voto, sino porque es su deber moral y político, y hasta patriótico, atender a esas poblaciones que se debaten en el hambre y la enfermedad.
Peña Nieto debe dejar atrás la simulación del llamado Seguro Popular, que simplemente fue una farsa y que no ha servido para nada, sino para cargarle trabajo a las instituciones como el Seguro Social y la Secretaría de Salud.
Un primer acto de gobierno de Peña Nieto, que debe incluir en su discurso de Toma de Posesión del 1º de diciembre, debe ser el rechazo a la compra de ese avión de precio estratosférico que le endilga Felipe Calderón, como una manzana envenenada, para que el pueblo se burle y critique al nuevo gobernante.
Nada de desperdicios, nada de dispendios, sino al contrario: responsabilidad, probidad, comprensión de las necesidades del pueblo mexicano, que tiene deseos de volver a creer en su futuro y de comprobar que eligió bien al nuevo Presidente de la República: Enrique Peña Nieto.
Por el Lic. Mauro Jiménez Lazcano, Director General de Macroeconomía