2 Años: la peor crisis de seguridad
En su Segundo año, el actual gobierno se ve como un barco sin rumbo, a punto de la ingobernabilidad; la crisis de inseguridad pública es la más grande jamás vista en casi un siglo y el país ha entrado en un proceso agudo de crisis económica y financiera que incluye devaluación del peso, mayor desempleo y el riesgo de recibir de regreso centenares de miles de emigrantes sin trabajo expulsados de los Estados Unidos.
En la Reunión de Evaluación de la Seguridad Pública de Palacio Nacional, del viernes 28 de noviembre, se vio a Calderón cansado, agobiado por problemas que no puede resolver.
La sociedad le había demandado al Titular del Ejecutivo la renuncia de los funcionarios ineficaces, en las voces de los empresarios Alejandro Martí y Nelson Vargas; el primero les había exigido cien días antes: “Si no pueden, renuncien; y no cobren por no hacer nada, que eso también es corrupción”.
El segundo, Nelson Vargas, un padre afligido por el secuestro de su hija Silvia hace varios meses, les dijo a los funcionarios encargados de la seguridad pública: “!No tienen madre!” Sus palabras desesperadas repercutieron por todo el territorio nacional.
De las cifras y las gráficas que los funcionarios expusieron en Palacio Nacional, queda la percepción en la población que son más palabras que hechos efectivos; ni renuncian los incapaces ni dan resultados, dejando a Calderón en la estacada de la opinión pública nacional, ya que todo el mundo voltea hacia él como el responsable último.
Desestabilización del Gobierno
El gobierno federal se desestabilizó a raíz del accidente de Mouriño y Santiago Vasconcelos: el gobierno se esforzó infructuosamente a través de Luis Téllez, Secretario de Comunicaciones, en hacerle creer a la población que fue “sólo un mero accidente”.
Después, surgieron una serie de irregularidades que llevaron al Secretario de la Función Pública del propio gobierno federal, a decir que “fue la corrupción la que mató a Mouriño”.
Así que el gobierno navega ahora, como barco sin rumbo, en medio de un ambiente de poca credibilidad y de una percepción de ineficacia en sus acciones, por ejemplo, las que se realizan para combatir la crisis económica, a la que el Secretario de Hacienda Agustín Carstens, había confundido con “un simple catarrito”.
Ninguna Auditoría ni Control sobre el Banco de México
A raíz de la volatización de 15,000 millones de dólares, que el Banco de México entregó a 16 grandes empresas y bancos privados, lo que originó una devaluación del 40% del valor del peso mexicano, y la negativa del propio Banco de México y de la Secretaría de Hacienda para decir a quienes fueron vendidos esa enorme cantidad de dólares, ha surgido la pregunta en diversos círculos académicos, políticos y periodísticos, sobre la inexistencia de controles de supervisión y auditoría sobre el Banco de México, que en su calidad de organismo autónomo, no rinde cuentas a nadie, lo cual es absolutamente anómalo en un sistema republicano y democrático.
Lo ocurrido en las últimas semanas con motivo de la venta de miles de millones de dólares de las reservas monetarias nacionales y la devaluación del peso en elevada proporción, plantea la necesidad de revisar la actuación del Banco de México y revisar la misma Ley de ese organismo, para darle efectividad ó reformarla en caso necesario.
Responsabilidad de Afores y Siefores
De la misma manera, se hace necesario revisar la legislación de las Afores-Siefores, toda vez que sin responsabilidad alguna manejan los ahorros de 39 millones de trabajadores mexicanos, que en este año han perdido en sus cuentas individuales cantidades importantes por manejos ineficientes de sus fondos, sin que haya manera de establecer una reclamación legal a los manejadores de esas Afores–Siefores que, por malos cálculos, han llevado a minusvalías o pérdidas que sumadas representan decenas de miles de millones de pesos, propiedad de los 39 millones de trabajadores mexicanos afiliados a esas instituciones.
Urgente Recomposición del Gobierno de Calderón
La situación económica de crisis, desempleo y devaluación y la terrible inseguridad pública que se vive en el país hacen indispensable una recomposición del Gobierno de Calderón, tanto en integrantes como en políticas públicas, o de otra manera se seguirá avanzando hacia la ingobernabilidad que ya se percibe.
Otros cuatro años parecidos a estos dos que terminan serían demasiado.