2010: Necesaria renovación de política y partidos con base en la ética
La opinión generalizada entre la población del país es que los partidos políticos y la Clase Política que los integra están mal y ya no corresponden sus posicionamientos y actitudes a lo que la ciudadanía espera de ellos.
La percepción mayoritaria es que, tanto los partidos políticos como sus dirigentes han abandonado la ética en sus tareas diarias de representación de los intereses del país, para dedicarse a confeccionar acuerdos en privado o, como se dice vulgarmente, “en lo oscurito”, que atienden más a los intereses personales o de grupo y de partido, que a los intereses generales de la nación y de los sectores que la componen.
Por eso fueron sorprendentes las declaraciones hechas por el Auditor Superior de la Federación, Arturo González de Aragón, quien el miércoles 25 de noviembre, declaró a los cuatro vientos que “los partidos políticos se han convertido en mafias que utilizan al país como botín para repartirse el patrimonio público con total cinismo y desvergüenza. Antes criticábamos el trapecismo: brincan los políticos de diputados a senadores, de senadores a asambleístas. Eso era hace algunos años”.
Y agregó el Auditor Superior de la Federación, que es el máximo órgano de Auditoría del Congreso de la Unión: “Ahora debemos criticar el travestismo del que se quita la camiseta que teóricamente defiende y que con total cinismo se enfunda otra camiseta sin saber siquiera los principios que está defendiendo, porque le da una oportunidad de seguir disfrutando del botín que representa los recursos públicos”.
Ante estas palabras de quien sabe lo que dice, porque lo comprueba diariamente en la Cuenta Pública Nacional, no hay nada que añadir, salvo la indignación que produce esta realidad en la opinión pública y en la ciudadanía.
El licenciado Felipe Calderón, asegundando lo dicho por el Auditor Superior de la Federación planteó que los partidos políticos sean sometidos a una fiscalización estricta, a lo que respondió el IFE que “ya se hace”; sin embargo, más allá de los procedimientos técnicos y de auditoría para corregir la acción de los partidos políticos, todos, el asunto es cuestión de ética política; es urgente que los altos dirigentes de los partidos políticos escuchen la voz del pueblo sobre este tema y vuelvan a considerar la ética como un principio que no puede abandonarse en el servicio de los intereses colectivos o, de otra manera, la Clase Política y sus partidos perderán cada día más prestigio y también perderán el control de una opinión ciudadana y una opinión pública que puede salirse de cauce.