Por Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
Como diría el clásico, no me vengan con que es crítica dura, propia del debate político y hay que aguantar vara.
El fenómeno Xóchitl, además de inyectarle ánimo y esperanzas a la oposición en la carrera presidencial, le puso tiro a una competencia electoral, cuyo final feliz para Morena, se daba por descontado. Y es que, la alianza opositora, se mostraba débil, indecisa y sin consistencia. Pero resulta que el pronóstico triunfalista se enturbió con la llegada de esta nueva participante, lo que obligó al jefe del Ejecutivo, en modo campaña, a trabajar una estrategia para enfrentar a esta inesperada e incómoda amenaza.
Como por las características de Xóchitl Gálvez, el discurso de Palacio diseñado para sus opositores, no le aplica, tuvo que ajustarlo para no cambiar la línea acostumbrada y seguir con sus calificativos de neoliberales, corruptos y machuchones, que, según sus dichos en la mañanera, son quienes promueven, manipulan y usan a la hidalguense.
Los ataques en contra de la senadora se multiplican. El objetivo es descarrilar su candidatura. A la batería de descalificaciones enderezada desde Palacio, un día sí y otro también, se han agregado denuncias, como la presentada por el diputado de Morena, Manuel Alejandro Robles, ante la Fiscalía General de la República y la Unidad de Inteligencia Financiera por los delitos de enriquecimiento al amparo del poder público y evasión fiscal, acusándola, además, de ser la líder del cártel inmobiliario de la CDMX.
También el partido oficial presentó, ante el INE, una queja en su contra por actos anticipados de campaña y pre campaña e indebida propaganda político-electoral, cuando en sus redes sociales le dijo al presidente Andrés Manuel López Obrador, “Usted será quien me entregue la banda presidencial.” Y qué tal la denuncia penal presentada por el ex delegado en Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo, por presuntos delitos de enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, conflicto de interés y corrupción.
Xóchitl se defiende. Por lo pronto, logró que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y el Instituto Nacional Electoral (INE) consideraran que algunas expresiones del presidente en sus mañaneras podrían constituir violencia política de género, lo que derivó en nuevas medidas cautelares en contra del Primer Mandatario como borrar sus declaraciones sobre la senadora en las mañaneras del 10, 11 14 y 17 de julio y abstenerse de “emitir comentarios, opiniones o señalamientos sobre temas relacionados con los derechos político electorales de la quejosa y de las mujeres…”
El presidente alega que esto es política, y que en sus expresiones no hay violencia política de género. A él no le parece agresivo decir que la senadora es un títere, un pelele, una empleada de la oligarquía a la que únicamente van a utilizar. Que su candidatura la decidió un grupo de hombres para engañar al pueblo. Que los medios de comunicación solo hablan bien de ella por órdenes de tal grupo de hombres. Que solo vale por ser una mujer nacida en un pueblo de Hidalgo. Que es la candidata de la mafia del poder.
En fin, como razona el Tribunal, son dichos que pretenden transmitir la idea de que sus aspiraciones políticas no se sustentan en sus méritos, y en eso, precisamente, consiste la violencia política en razón de género. Como diría el clásico, no me vengan con que es crítica dura, propia del debate político y hay que aguantar vara.
El jefe del Ejecutivo se resiste a acatar las resoluciones del INE que le impiden hacer alusiones sobre la aspirante del Frente Amplio por México (FAM). Porque, aunque a principios de julio pasado, él daba por fracasada la promoción de la senadora, “no les funcionó, porque ese globo no voló”, afirmaba, durante gran parte del mes de julio y lo que va de agosto, el tema favorito, en sus mañaneras, continuó siendo la candidatura de la hidalguense. Eliminarla de su discurso, no está en su estrategia de campaña de apoyo a sus corcholatas.
Por eso, ahora se va en contra de las autoridades electorales, el INE y el TEPJF, a las que acusa de alterar sus palabras, de mentir, calumniar y actuar “de manera falsaria”. Y reitera su postura de que sus integrantes deben ser elegidos por el pueblo, “no por la mafia del poder económico y político “.
El presidente de este país, se lanza contra los magistrados del Tribunal, podría solicitar su desafuero, amenaza, pero “no quiero convertirlos en mártires vivientes”. Y aprovecha para repetir sus dichos en contra de la senadora, solo para demostrar que no hace violencia de género, según su personal punto de vista.
Mal pronóstico la actitud de rebeldía oficial en contra de medidas cautelares, cuando ni siquiera ha iniciado el proceso electoral de 2024; la muy personal interpretación que se hace desde Palacio de las leyes electorales, y las amenazas de desafuero lanzadas desde la “tribuna presidencial” en contra de los magistrados, cuando emiten resoluciones que disgustan al Ejecutivo.