Por Lucía Ramírez O.
“Los mártires, los apóstoles, los precursores no mueren en tanto que sus sueños no estén cumplidos. Van y vienen, siempre que el pueblo los reclame, los necesite”.
Un repaso a nuestra historia es importante para entender nuestro presente.
El conocimiento de la historia de una nación posibilita a quienes continúan escribiendo sus páginas aprender la lección quizás para no repetir errores y seguir marchando hacia el porvenir. Las luchas sostenidas por ilustres mexicanos para lograr un régimen de justicia, se reflejan en sus constituciones: unas son esenciales y corresponden a un proceso lógico de avance en el logro de los anhelos populares, las otras son simples accidentes que expresan la resistencia a esos principios. Constituciones fundamentales son las de 1824, 1857 y 1917.
En las primeras constituciones se decía: la religión de México es la católica, y esta prohibida cualquier otra, es decir no había piedad, ni tolerancia, para ser ciudadano se tenía que creer en esa o se estaba fuera de la ley.
El movimiento insurgente nacido en Dolores, convirtió en llama la chispa de Apatzingan y culminó en una Constitución a la que debemos dos conquistas definitivas: la República y la Federación.
La confrontación entre liberales y conservadores lleva al país a una guerra que se saldaría en la división del Estado y la Iglesia, expresados en las leyes de Reforma y en la Constitución de 1857, dos visiones, antagónicas e irreconciliables, dos proyectos de país, dos ideales siempre enfrentados: insurgentes contra realistas, republicanos contra monarquistas, federalistas contra conservadores, revolucionarios contra reaccionarios.
La lucha de unos por el progreso, otros por el retroceso, en este último sobresale Antonio López de Santana vinculado con las tragedias históricas del siglo diecinueve, cuya dictadura fue combatida duramente por Ignacio Comonfort y Juan Álvarez entre otros, en la revolución de Ayutla, que dió como resultado la carta de 1857, logrando estructurar a la nación como república liberal democrática y federal, y en la cual se estableció la igualdad de todos lo mexicanos ante la ley, prohíbe la esclavitud, decreta la libre enseñanza, libertad de pensamiento y de cultos. Lamentablemente éstas leyes se incorporan hasta 1872, muchos de estos principios siguen vigentes aun en nuestra constitución. Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos, Ley del Matrimonio Civil, Ley Orgánica del Registro Civil, decreto que declara que días se han de tener como festivos y prohíbe la asistencia social a las funciones de la iglesia; la Ley sobre la libertad de cultos, el decreto por el que quedan secularizados los hospitales y los establecimiento de beneficencia, decreto por el que se extinguen por toda la república las comunidades religiosas. A la iglesia por primera vez se le restringen una buena parte de sus canonjías desalojándola del estado. A partir de ese momento histórico, el laicismo nos ha acompañado –no sin incidentes, no sin luchas en nuestra vida republicana, laicismo y república se entrelazan en el destino de México. La laicidad fue lo que le permitió a la generación de Benito Juárez, Ponciano Arriaga, Francisco Zarco, Ignacio Ramírez, Melchor Ocampo, y de tantos otros hombres ilustres, romper con el lastre colonial, forjar un estado fuerte, independiente, nuestro. La laicidad, no es sólo un principio consagrado en nuestra Constitución como muchos otros, es el principio fundacional de nuestro régimen constitucional, si descuidamos los cimientos del orden constitucional que hoy nos rige, estaremos lamentando lo que no hemos sabido defender.
Con Juárez, logramos diferenciar el poder político del espiritual, más de cien años para lograr los primeros consensos, los esenciales. Más de cien años debatidos acerca de la república y la monarquía, el centralismo y el federalismo, el confesionalismo y el laicismo.
El origen republicano de nuestras instituciones alcanzan un punto muy importante en la edificación del sistema presidencial, cuya consolidación constitucional reconoce dos grandes momentos: 1874 y 1917.
Los factores reales de poder, esterilizaron la Constitución de 1857, por que la realidad social, la evolución de las fuerzas productivas y finalmente las formas de la propiedad no coincidían con la norma constitucional. La demolición del poder social y económico de la iglesia se había extendido hasta el desalojo de los bienes de las comunidades no religiosas, en los hechos el Estado Laico no sobrevivió, pero en las últimas décadas del siglo diecinueve y la primera del siglo veinte, Porfirio Díaz se encargó de barrer de sus bases las ideas liberales, su pacto con el clero se renovó y éste lo ayudó a mantenerse en el poder, bendiciéndole todas sus tropelías hacia el pueblo.
Como antesala a la Revolución de 1910 se expresaría de nueva cuenta el liberalismo, la Constitución de 1917 se produce como consecuencia de la Revolución y es la primera constitución forjada para establecer un nuevo orden con sentido revolucionario y social.
Diversas razones políticas y sociales, llevaron a sustituir el propósito enunciado en el lema “Constitución y Reforma” por el de una nueva Constitución: la vigente, aprobada en Querétaro en 1917, que sentó las bases jurídicas de una nueva sociedad, de una sociedad detenida, surge una sociedad en movimiento, resolviendo problemas de enorme complejidad como los conflictos entre el Estado y la iglesia, del acaparamiento otra vez de tierras y riquezas; la enajenación de los recursos naturales del país, establece una forma de vida democrática, sustentada en las libertades, la tolerancia y el respeto a los derechos humanos.
La Constitución de 1917 consecuencia de la Revolución, establece un nuevo orden con sentido revolucionario, como lo refleja su articulo tercero constitucional, relativo a la educación, que reafirma como obligatoria la laicidad, con un carácter más ámplio y más profundo, que dice: “La enseñanza será libre, pero la que imparte el Estado en las escuelas será laica”, y establece prohibiciones, para que corporaciones e individuos de cualquier culto religioso no intervengan en la educación. En este artículo se reflejan las luchas en torno a la educación en todo el siglo anterior y durante la Revolución, y también refleja la prevención del nuevo Estado respecto a la intervención de fuerzas sectarias o intolerantes contrarias al rumbo revolucionario del Estado.
La educación laica fué principio y ordenamiento que animó la modernización de México. Con ella construimos conciencias libres y nos dimos la posibilidad de que mujeres y hombres pudieran acceder a los conocimientos tecnológicos y científicos que requerían nuestra transformación. Persistiendo en recuperar sus intereses perdidos, dan inicio a otra envestida “la guerra de los Cristeros” en el Bajío de 1926 a 1929, escena protagonizada por la iglesia para mantener sus privilegios en México, una revuelta que se oponía de manera feroz a la educación laica en el país, y que además les dejaba un enorme ingreso para las arcas del vaticano, y les aseguraba como actualmente la separación de las clases sociales.
Reafirmo, el Episcopado mexicano fué nuevamente el principal agresor del Estado laico, quien avaló la guerra Cristera con la bendición papal, quien al grito de “Viva Cristo Rey” miles de campesinos obedecieron el mandato despiadado de la jerarquía católica, una de las mas crueles y atroces embestidas al Estado laico con la esperanza de nulificar los logros de la Revolución mexicana, su lema era “libertad religiosa”, -que coincidencia ahora piden lo mismo- pretendiendo recuperar esa libertad en el sentido que ellas lo conciben, verse favorecidos en sus pretensiones, recuperar su imperio perdido. La participación abierta del clero en los medios de comunicación para impartir su doctrina, la asistencia religiosa en hospitales, asilos, reclusorios, y la que más extrañan, la impartición de “educación religiosa en las escuelas públicas”, esa es la libertad religiosa en que la jerarquía católica y sus aliados no quitan el dedo del renglón; está en marcha un nuevo ataque contra el Estado laico, no van a dejar de buscar la reforma del articulo 24 constitucional, cambiando libertad de creencias y culto, por libertad religiosa, quieren convencer que esta connotación católica engloba la actual libertad de culto y creencias, cuando es todo lo contrario, este concepto tendencioso no sólo atentará, sino con toda certeza aniquilará al estado laico. Hoy vemos su participación abierta en contra de las leyes sobre el aborto, la eutanasia y la de matrimonios entre personas del mismo sexo.
Antes de terminar su papado Juan Pablo segundo, sin reparar en los excesos en los que cayeron los cristeros en su agresión a la educación pública, vejando a cientos de profesores (arrancándoles orejas y extremidades) los canoniza y los vuelve santos, aspecto que en si, es un agravio para el Estado mexicano, -pero no pasó nada- las relaciones con el Estado del Vaticano y México continúan sin observación alguna por parte del estado.
Los revolucionarios después de 1940 pactaron con la iglesia católica y de facto como reconociendo sus propiedades y aliándose con ellos en la contrarrevolución encabezada por Miguel Alemán, quien quiso echar por tierra la estructura del estado, al modificar el artículo 27 Constitucional.
En 1992 al darse la reforma de la Constitución y ser expedida la ley de asociaciones religiosas y cultos públicos por parte del gobierno de Carlos Salinas de Gortari se abrió nuevamente la puerta de manera definitiva a los intereses que la iglesia católica principalmente tiene en el país. A partir de las reformas al artículo 130 constitucional, la jerarquía católica ha encontrado mayor libertad de acción, hoy se multiplican declaraciones de obispos, cardenales, empresarios del Opus Dei, Legionarios de Cristo, Lasallistas etc. sobre asuntos de políticas públicas, amenazan y presionan al gobierno, un hecho que les parece molesto o del cual discrepan es convertido en campaña, no sólo desde los púlpitos y confesionarios donde siempre ha sido, sino a través de los medios masivos de comunicación, de los cuales se han ido apoderando poco a poco, -claro sin aparecer como dueños- arrogándose la representatividad de la sociedad mexicana, tratan de impedir que se hable de pluralismo y de diversidad, se declaran en contra de la modernidad y nutren con intolerancia la persecución de minorías y violaciones de derechos humanos, usan su poderío económico y su influencia para tratar de moldear la opinión pública e impedir que se expresen postulados distintos a los suyos.
La república no ha dejado de estar frente a una inocultable envestida radical del clero, en donde no se ha descuidado ningún aspecto, el alto clero busca darle fin al Estado laico. Hay que reafirmarles que el artículo 24 constitucional no necesita enmiendas ni mucho menos retoques encaminados a recuperar caminos perdidos, la laicidad necesita un urgente resguardo y protección de cada uno de nosotros desde nuestras respectivas trincheras.
La toma del poder del Partido Acción Nacional en un enroque táctico de los tecnócratas mexicanos por mantenerse en el poder, hizo necesario que el Vaticano los bendijera de nuevo.
La reacción en México no ha entendido en mas de 9 años de gobierno su responsabilidad ética, moral y política, perdiendo su oportunidad histórica de gobernar libre de todo complejo e influencia religiosa -como lo marca nuestra Constitución- que esté más comprometido con el pueblo, que como Juárez sepa superar la problemática de nuestro tiempo por la supervivencia nacional.
Nuestra república ha sido y es laica desde hace 150 años, pero a la luz de acontecimientos violadores de las leyes y de inadmisibles intromisiones políticas perpetradas por el clero, nos llevo desde hace más de diez años a un grupo de liberales a emprender una lucha para reafirmar e insertar en la constitución el vocablo república laica encabezados por Manuel Jiménez Guzmán y Beatriz Pagés en la que dimos nacimiento en la ciudad de Morelia Michoacán a nuestra organización “Avanzada Liberal Democrática”, en donde nos manifestamos a favor de toda medida encaminada a reorientar el rumbo de la república, sustentada en la democracia, y el respeto a la laicidad del estado, es así como desde ese entonces se propusieron las Reformas Constitucionales en defensa del estado laico, a los artículos 40 y 115, a través de los mecanismos jurídicos, legislativos y constitucionales correspondientes y se presentó la iniciativa de ley a por medio de nuestros diputados, misma que por fin después de diez años de insistencia fue finalmente aprobado únicamente la referente al artículo 40 constitucional por la Cámara de Diputados el pasado once de febrero de este año.
La inclusión en nuestra Constitución “Estado Laico” significó un triunfo importante en el proceso de la laicidad en México. Aún nos falta modificar los artículos 115, y 130.
Elevar a rango constitucional el carácter laico del Estado, constituye la afirmación de quienes seguimos creyendo en la tradición liberal de nuestra república, falta mucho camino por recorrer, por eso, debemos empujar todos esta iniciativa aprobada ya en la Cámara de Diputados, pugnar por que sea ratificada por el Senado de la República y las legislaturas de los Estados, la lucha continua.
México reclama la unidad de todas las fuerzas progresistas, a fin de recuperar el legado histórico que nos dejo el talento, la convicción y el esfuerzo de nuestros antecesores ilustres que construyeron nuestra gran nación, responsabilidad histórica que tiene que ver con nuestra responsabilidad ante las próximas generaciones.
No podemos renunciar, ni retroceder o dar la espalda a la Constitución liberal, que aunque traicionada, pisoteada, marginada e incomprendida contiene y resume el espíritu de la nación. Nacimos sin dogmas y sin prejuicios, sabemos a que huele la sangre derramada en las guerras religiosas, y no queremos ver a la república dividida por razones de credo, por ello, debe permanecer el estado laico, debe entenderse su razón y su existencia; la laicidad es garantía de estabilidad y paz social, convivencia pacífica y México es de los pocos lugares en el mundo donde diferentes corrientes, ideologías, visiones e intereses han sabido compartir espacios y escenarios.
La herencia de los hombres de la Independencia, Reforma, y de la Revolución Mexicana están presentes, no debemos bajar la guardia, ya que el enemigo ha buscado y lo seguirá haciendo con la nostalgia del pasado, conseguir por todos los medios posibles como hasta ahora por recuperar sus canonjías perdidas. Pero que recuerden que todo tiene un límite y cuando ellos pierden el sentido de la historia, siempre habremos hombres y mujeres comprometidos que sabremos recordarles cual es el camino de la historia