Regresión social y económica, a cien años de la Revolución Mexicana
Por el Lic. Mauro Jiménez Lazcano
Director General de Macroeconomía
A cien años de haberse iniciado la Revolución Mexicana del 20 de noviembre de 1910, encabezada por Francisco I. Madero y proseguida por Emiliano Zapata, Francisco Villa, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas del Río y muchos otros, México experimenta una regresión social, económica y política.
Nuestro país registra un grave desempleo en las ciudades y en el campo, un empobrecimiento generalizado de la población, una emigración masiva hacia Estados Unidos que constituye ya un verdadero Exodo hacia el Norte que vacía el campo mexicano, los talleres y fábricas nacionales y también se lleva a los mejores cerebros de la medicina, la ingeniería, economistas, enfermeras y los mejores técnicos en todas las materias, privando a la nación de muchos de sus mejores hombres y mujeres que pasan la frontera a como dé lugar y en frecuentes casos pierden la vida o la libertad en el intento.
Nos hemos convertido en un país exportador de capital humano, de petróleo crudo, de minerales y otros productos primarios, particularmente oro, plata, plomo, zinc, y a cambio importamos gigantescas cantidades de gasolina y productos químicos, maíz, trigo, fructosa, textiles, alimentos elaborados, productos electrónicos y muchísimos otros artículos, mientras nuestra producción industrial y agrícola se frena y los grandes supermercados de las ciudades, en gran parte extranjeros, se llenan y venden al público productos importados de todo el mundo.
Las importaciones chinas han barrido con la competencia mexicana y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte ha desmantelado la planta industrial y agropecuaria mexicana.
Las organizaciones internacionales como la OCDE, la UNESCO, la FAO, la OMS y la OIT, así como las organizaciones de Transparencia Internacional y la Comisión Internacional de Derechos Humanos y Human Wright Watch, nos clasifican y nos ponen en lugares muy bajos para lo que habíamos alcanzado hasta hace poco tiempo.
Esos organismos internacionales y otros, nos asignan los peores lugares en educación, en salud, en competitividad, en productividad, en respeto a los derechos humanos, en transparencia y, en cambio, nos ponen en los primeros lugares de corrupción, tanto pública como privada y en falta de vigencia del Estado de Derecho.
A cien años de la Revolución Mexicana es urgente retomar el rumbo de progreso que el país traía hasta hace pocos años, antes de que se perdiera la brújula del camino nacional.
País de monopolios y concentración de riqueza
Por contrapartida a la disminución de los ingresos reales por persona de la mayoría de la población; al aumento del desempleo, a la expulsión masiva de trabajadores agrícolas e industriales a los Estados Unidos y a la caída en los diversos índices educativos, de salud y de competitividad, se da ahora el fenómeno de la concentración de riqueza y la formación de grandes monopolios comerciales, industriales y bancarios, en su mayoría extranjeros.
Si bien es cierto que tenemos el mérito de que en México se haya formado e integrado el multimillonario más grande del mundo, Carlos Slim, con una fortuna aproximada de 80,000 millones de dólares, y de que tenemos también una gran reserva monetaria en el Banco de México de 110,000 millones de dólares, que ahora resulta muy costosa para el país, según el propio Gobernador de Banxico, Dr. Agustín Carstens, es el momento de que se corrija este camino de desarrollo desigual por el que ha entrado el país en los últimos veinticinco años.
El modelo escogido por los recientes gobiernos ha constituido una espiral hacia abajo, un conducto sinfín, que conduce a la nación al desbarrancadero social y humano que se observa a simple vista en las primeras páginas de los periódicos diarios; es un camino de desestabilización social y económica, y también de corrupción política, en el que los partidos se han convertido en un monopolio que no deja pasar ni hombres ni ideas, más que los de su conveniencia.
La política ha dejado de ser parlamentaria y de lucha de posiciones ideológicas y de postulados sociales, para convertirse simplemente en un “club de amigos” en donde el “acuerdo de caballeros” prevalece por encima del debate y la discusión clara y sincera que debería responder a los intereses de los representados por las cúpulas políticas.
México y su pueblo merecen otro destino que el que se les está asignando desde las cúpulas satisfechas y ahítas del gobierno, de los partidos políticos y de los monopolios económicos.