Palabras de José Ángel Gurría Presentación del Estudio de la OCDE Financiando los Futuros Climáticos
Palabras de Ángel Gurría, Secretario General, OCDE
3 de mayo de 2019 – Ciudad de México.
Secretaria González-Blanco, Subsecretaria Delgado, Señoras y Señores:
Me da mucho gusto estar en México para presentar uno de los estudios más importantes de la OCDE, titulado: “Financiando los Futuros Climáticos”.
La lucha contra el cambio climático es una de las prioridades más altas para la OCDE y México ha sido uno de los países líderes en esta lucha. Por eso nos da mucho gusto presentar este estudio en México, a un año de que inicie la fase de implementación del Acuerdo de Paris, cuando se esperan acciones contra el cambio climático más decididas y decisivas.
Cambio climático: una emergencia global
El cambio climático es una de las mayores amenazas que enfrenta la humanidad. El número de países que se alarman ante la gravedad de este fenómeno aumenta cada día. Más de 180 naciones ratificaron el Acuerdo de París. Reconocieron la necesidad de actuar de inmediato. Sin embargo, los esfuerzos para alcanzar los objetivos climáticos globales siguen siendo insuficientes.
En 2018, las emisiones de bióxido de carbono alcanzaron un nivel sin precedente. En efecto, después de un período de estancamiento de tres años, aumentaron cerca del 3% con respecto al año anterior. Estamos hablando de una emisión de 37 mil millones de toneladas de bióxido de carbono solo por la quema de combustibles fósiles.
También están creciendo los daños causados por los fenómenos meteorológicos extremos. Las recientes inundaciones de Mozambique e Irán resultaron en millones de damnificados; los recientes tornados de Estados Unidos dan cuenta de fuerzas inauditas desatadas por un calentamiento global diferenciado regionalmente. Aquí en México, el año pasado, el huracán Willa afectó cuatro estados. Dejó más de 180 mil damnificados tan sólo en Nayarit, de los cuales 100 mil perdieron absolutamente todo; en Sonora, la temperatura en el verano alcanzó un pico histórico de 52º C y en el Noroeste del país, ya hay un calentamiento de 1.2º C en lo que va del siglo.
Estamos enfrentando una emergencia global, una emergencia histórica. Ya no podemos avanzar “de poquito a poquito”; la acción radical es urgente. De acuerdo con el último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), debemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45% antes del año 2030 para evitar un aumento de temperatura superior a 1.5 grados centígrados y evitar así una catástrofe de proporciones inconmensurables. Esto requiere urgentemente de una profunda transformación económica en cada uno de nuestros países.
Hay gobiernos nacionales y locales que han tomado el liderazgo, y me da mucho orgullo decir que México ha sido uno de ellos.
La contribución de México: un líder contra el cambio climático
México es un país altamente vulnerable al cambio climático, al ubicarse en el Hemisferio Norte, dentro de la franja de paso de huracanes, con grandes áreas de estrés hídrico y en una zona de transición ecológica (Neártica a Neotropical), donde la adaptación de las especies a nuevas condiciones de temperatura y precipitación se dificultan.
Por ello el Gobierno de México ha decidido hacerle frente a esta amenaza y desarrollar un liderazgo internacional a través de decisiones fuertes en casa y una participación activa en el ámbito multilateral.
El liderazgo de México se ha fundamentado en políticas robustas y coherentes con sus compromisos ante la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático. De hecho, México fue el primer país en desarrollo en poseer una Ley de Cambio Climático, en presentar su Contribución Nacionalmente Determinada (NDC), en entregar su Estrategia de largo plazo hacia el año 2050, en imponer un impuesto universal al carbono y en contribuir económicamente al Fondo Verde del Clima.
En esta clara ruta hacia un desarrollo sustentable de bajo carbono, México debe asegurar un flujo masivo de inversión en obras de infraestructura que le permitan ser resiliente ante impredecibles futuros climáticos. El objetivo es proteger a la población, aumentar la competitividad y mantener la riqueza natural de nuestros ecosistemas. Para lograrlo, tenemos que alinear la política financiera y al sector financiero con los objetivos y compromisos de México.
En este sentido, nos da mucho gusto saber que el pasado 13 de abril, en el marco de las reuniones de primavera del G20, FMI y del Banco Mundial en Washington, México se sumó a la Coalición de Ministros de Finanzas para la Acción Climática, donde más de 50 naciones se adhirieron a los Principios de Helsinki, que tienen como objetivo activar los instrumentos fiscales y los presupuestos públicos en favor de inversiones de bajo carbono.
El Informe “Financiando los Futuros Climáticos”
Para ayudar a los países y a sus gobiernos a enfrentar estos retos, el G-20 hizo un llamamiento a la OCDE, a la Organización de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y al Banco Mundial para que trabajemos juntos en una propuesta para lograr que los flujos financieros sean consistentes con los objetivos del Acuerdo de París. El informe “Financiando los Futuros Climáticos” que hoy presentamos es el resultado de este trabajo.
El informe incluye una agenda para integrar las cuestiones climáticas en todas las actividades de nuestras sociedades y establecer los incentivos adecuados para alinear mejor los flujos financieros. Para ello se plantea trabajar en seis áreas clave de acción transformadora.
Seis áreas para la acción
Primero, planear las inversiones en infraestructura en favor de un futuro de bajas emisiones. México ya lo hizo y puso el ejemplo. Ahora es tiempo de convertir los planes en normas y tomar decisiones de inversión en infraestructura congruentes con un futuro sustentable. En este campo, han surgido preocupaciones por algunos de los planes de inversión en infraestructura de la nueva administración, como los planes de construcción de una central carboeléctrica, una nueva refinería en Dos Bocas y el Tren Maya. Este tipo de inversiones apuntarían en dirección contraria a los compromisos climáticos internacionales de México y al esfuerzo mundial por combatir el cambio climático, lo cual sería muy delicado.
Segundo, liberar y promover la innovación para acelerar la transición. Las tecnologías limpias sólo han penetrado el 10% del mercado a nivel mundial. Por ello es necesario superar los obstáculos financieros que dificultan la demostración y la comercialización temprana de estas tecnologías, dándoles ventajas comparativas reales. En el caso de México, la digitalización de la movilidad urbana, la venta de bonos de carbono o el auto-abasto en un esquema regulado de generación limpia distribuida, son innovaciones emergentes que pueden profundizarse para acelerar la transición.
Tercero, garantizar la sostenibilidad fiscal. En México, los ingresos que recibe el gobierno por concepto de impuestos a los combustibles fósiles, son el doble del promedio mundial. Es decir, la carga fiscal en México sigue estando altamente “petrolizada”. Además de que es siempre necesario diversificar las fuentes de ingresos, hoy es indispensable alinear los incentivos fiscales y presupuestales con los objetivos climáticos, a fin de desanimar a los actores económicos a realizar inversiones o adoptar tecnologías con altas emisiones de carbono.
Cuarto, reconfigurar el sistema financiero para que incluya en sus decisiones los riesgos y las oportunidades climáticas de largo plazo. Esta es una recomendación central de nuestro estudio, pues es necesario eliminar los incentivos al “cortoplacismo” en las inversiones estratégicas de nuestros países. Hoy es posible estimar el riesgo climático de una nueva obra de infraestructura y debiera ser necesario darlo a conocer a los socios e inversionistas de las instituciones financieras públicas y privadas. La valoración y gestión de los riesgos climáticos en un contexto de total transparencia, será un factor determinante para atraer el financiamiento necesario. Esperamos que obras como la carboeléctrica, la refinería y el Tren Maya cumplan con este requisito.
Quinto, replantear el financiamiento al desarrollo, teniendo presente la preservación del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Ahora que los bancos multilaterales de desarrollo se han convertido en una fuente creciente de financiamiento climático -al año 2017 habían ya comprometido más de 35 mil millones de dólares- es necesario otorgarles un mandato claro y fuerte en favor de la calidad de y las condiciones para promover créditos e inversiones que sean congruentes con estas preocupaciones.
Finalmente, empoderar a los gobiernos locales para crear sociedades urbanas resilientes y de bajas emisiones, ayudar a incrementar nuestra ambición climática y ser más incluyentes y justos en la planeación y puesta en práctica de las medidas.
Estas son las seis áreas prioritarias en las que proponemos impulsar acciones contundentes para alinear a las finanzas con los objetivos de la lucha contra el cambio climático. En el estudio leerán propuestas más concretas en cada una de estas áreas, incluyendo 20 acciones para alinear los flujos financieros con los objetivos climáticos y de desarrollo sustentable.
Señoras y señores:
Esperamos que este Estudio ayude a fortalecer los esfuerzos del nuevo gobierno de México para consolidar y ampliar su liderazgo en la lucha mundial contra el cambio climático.
Recuerden, apostar por los combustibles fósiles es ir en contra del planeta, en contra de la vida y la salud de nuestros ciudadanos, en contra de la historia. Reducir nuestras emisiones y promover un crecimiento fuerte, incluyente y sustentable, so solo es posible, es la única opción inteligente de desarrollo que tenemos. Sigamos trabajando juntos para lograrlo. La OCDE está lista para seguir apoyando a México en este esfuerzo por diseñar, promover y poner en práctica, mejores políticas ambientales para una vida mejor.
¡Cuenten con nosotros!
Muchas gracias.