Octavio Paz, el pensador que más huella ha dejado en las letras hispanas
A todos, en algún momento, se nos ha revelado nuestra existencia como algo particular, intransferible y precioso. Octavio Paz, El laberinto de la soledad.
El pasado mes de marzo se iniciaron las celebraciones con motivo del centenario del natalicio de Octavio Paz (1914-1998), tal vez el pensador mexicano que más profunda huella ha dejado, no sólo en México, sino en todo el mundo de habla hispana, y qué mejor oportunidad para repensar el contenido de su obra fundamental, El laberinto de la soledad, en la edición crítica del texto del literato y académico cubano Enrico Mario Santi, quien ha dedicado más de tres décadas a la investigación de la obra de nuestro Premio Nobel.
Se trata en este caso del libro publicado por Editorial Cátedra en su colección Letras Hispánicas, cuya 18 edición ya se encuentra actualmente en nuestro país, en la que Santi, profesor en varias universidades, como la de Georgetown, Duke, Cornell y Kentucky, realiza un exhaustivo análisis de la producción literaria de Paz y de su empeño en descifrar la cuestión ontológica de lo mexicano para, a lo largo de 584 páginas, introducirnos en un texto magistral e ineludible para comprender la esencia de nuestra individualidad.
En el análisis de Santi resulta sumamente interesante su relato sobre la recepción que los intelectuales de la época dieron a El laberinto de la soledad. Hubo una especie de vacío ya que, hasta donde el analista pudo comprobar, de la primera edición sólo se publicaron cinco reseñas en México y tres más fuera. Leopoldo Zea dejó pasar al menos dos años para hacer un comentario, mismo lapso que le tomaría a Samuel Ramos hacerlo en forma un tanto defensiva respecto al tratamiento de la historia mexicana en su El perfil del hombre y la cultura en México de 1934. Comenta Santi que la recepción de la segunda edición revisada (1952) “fue mucho mayor y más positiva”, aunque hubo ataques, el más sonado fue el de Emmanuel Carballo quien en el semanario México en la Cultura la califica de “obra imprecisa, sinuosa relampagueante y, tal vez nociva…”. Paz respondería desde París tardíamente, lamentándose que la reseña de Carballo reflejara “el estado del pensamiento crítico mexicano”, lo cual parece haber molestado a Fernando Benítez, quien reprocha a Paz que nunca los hubiera ayudado “en nuestra tarea”. Otro ataque provino del pro fascista Rubén Salazar Mayén, aunque en este caso todo parecía originarse en diferencias ideológicas, ya que Paz se inclinaba hacia el trotskismo. Para Enrique Serna (1959), el diagnóstico que hace en este libro Paz del mexicano “es duro y a veces cruel, pero no pesimista, ya que llama a la acción.
Entre los numerosos reconocimientos que recibió Octavio Paz están el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1977), el Premio Cervantes (1981) y el Premio Nobel de Literatura (1990).
La edición reúne 13 textos de Octavio Paz en los que aparecen sus temas recurrentes: vergüenza de ser mexicano, conciencia de la fiesta como ritual sagrado, la cortesía como simulación, rescate del pasado histórico, legado religioso, etcétera.
Por Eduardo Betancourt O.