Oaxaca (y México) Teoría de los 2 demonios: Carlos Ramírez
Por Carlos Ramírez (*)
1.- La crisis política en Oaxaca en el 2006 ilustró el México de la polarización social como producto del colapso del sistema político priísta. Más que una transición de un sistema cerrado a uno abierto, el estado se hundió en el autoritarismo neopopulista similar al autoritarismo priísta.
2.- Mi libro La comuna de Oaxaca –publicado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez– es un alegato a favor de la sociedad. La tesis de la polarización social parece haber eludido el estudio de la sociedad. En México, la teoría de la polarización debiera llevar a la propuesta científica de la tesis del sándwich: la sociedad ha quedado atrapada entre dos radicalismos extremos, polares.
3.- La crisis en Oaxaca en el 2006 mostró el choque de trenes entre dos posiciones irreconciliables: el sistema priísta local y la oposición insurreccional. El camino intermedio de pavimentar la transición del sistema local hacia equilibrios democráticos fue impulsado sin éxito por el entonces secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza. La dinámica de la polarización dejó a la sociedad a la vera del camino.
4.- Oaxaca fue el aviso del México irreconciliable, el México de la confrontación, el México de la disputa de autoritarismos. En Oaxaca se probó el modelo de los dos demonios: de un lado, el del sistema priísta autoritario; de otro, el de los grupos insurreccionales organizados para la confrontación. Un demonio prohijó al otro; el otro impidió un acuerdo con el adversario. La crisis, por tanto, condujo a la única solución: la aplicación de la fuerza.
5.- El libro La comuna de Oaxaca tiene el objetivo de intentar un análisis de la crisis de Oaxaca desde el punto de vista de los intereses de la sociedad, no de la de alguno de los dos grupos en pugna. La polarización del conflicto llevó a la derrota de los dos polos. Pero lo grave de todo ha sido la acumulación de evidencias de la irresponsabilidad de las dos partes al defender posiciones extremas sin atender los reclamos de la sociedad. Por eso, como Camus en sus Crónicas argelinas, el libro La comuna de Oaxaca es “la historia de un fracaso”. El camino intermedio de salida, un Pacto para la Gobernabilidad impulsado por Abascal, fue repudiado por los dos demonios, desdeñado por Vicente Fox y marginado por el presidente electo Felipe Calderón.
6.- Como todas las crisis, la de Oaxaca es sencilla de explicar pero difícil de comprender. Se trató –se trata aún– de una crisis del sistema político priísta. El colapso de 1977 provocó la caída del gobernador Manuel Zárate Aquino. Las familias priístas del poder, entonces, se pusieron de acuerdo para repartir las posiciones. Y así ocurrió hasta dos baches: en 1995 el gobernador Diódoro Carrasco quiso quedarse con todo el pastel y excluyó a los demás grupos y en 1998 el senador José Murat le quitó a Carrasco el privilegio del dedazo, impuso su candidatura, llegó al poder y echó del paraíso presupuestal a los demás grupos priístas. El éxodo priísta aterrizó en el control de todos los grupos de oposición. Por tanto, la crisis oaxaqueña 1992-2010 se entiende como una disputa entre priístas por el poder.
7.- En La comuna de Oaxaca se narra el contexto y el día a día del conflicto. Ahí aparecen los dos demonios enfurecidos, aplastando a una sociedad ajena al poder pero víctima de las disputas. Se dijo en el 2006 que en Oaxaca se había roto el tejido social. La realidad fue peor: Oaxaca se enteró que carecía de tejido social porque eran ficticios los entendimientos políticos. En Oaxaca, en realidad, no ha existido un sistema político priísta; si acaso, ha habido gobiernos articulados por la dependencia presupuestal administrada por un PRI como estructura corporativa de control social. Cuando el presupuesto estatal comenzó a anegar sus conductos acuíferos verticales y rompió las reglas de las leyes de gravitación al atrofiarse de forma horizontal, el mecanismo de acuerdos y entendimientos dejó de funcionar y la vida social y política entró en conflicto.
8.- En la crisis de Oaxaca no hubo ni buenos de malos. Existieron, sí, grupos disputando sus espacios de poder. La sección 22 de maestros como germen de la crisis ha convertido durante más de 25 años al gobierno estatal en el destinatario de sus protestas cada revisión salarial, pero sin entender que la titularidad del contrato colectivo de trabajo lo tiene el SNTE de la señora Gordillo. Por eso cada año su plantón conducía a un callejón sin salida: al plantón anual, a las marchas en el DF y a algunas leves concesiones. Así, el motivo de la protesta no fue democrático sino de intereses.
9.- La crisis de Oaxaca no fue por la transición ni por la alternancia. Ahora lo vemos: un grupo priísta fue desplazado por otro grupo priísta. Todo el grupo de Gabino Cué –y él mismo– se formó en el PRI. Por tanto, el cacicazgo priísta actual será relevado por otro cacicazgo priísta. La sociedad oaxaqueña, la que no participa de la casuística de los intereses, carece de horizonte político y ha quedado de rehén de los grupos en pugna.
10.- El libro La comuna de Oaxaca pugna por otra lectura de la crisis oaxaqueña ajena a la polarización. El modelo de los dos demonios ayuda a explicar el hecho de que en Oaxaca no hubo alternancia en el poder sino un diferendo entre los mismos priístas. Y que la única salida de la lógica de la polarización radica en la organización de la sociedad civil que rompa con la red de intereses de los dos demonios. Por lo pronto baste saber que el resultado electoral del pasado 4 de julio en Oaxaca sólo dirimió un conflicto entre priístas.
(*) Texto leído en la presentación de del libro La comuna de Oaxaca, en la librería Gandhi.