Nuevo TLCAN a la vista
La razón siempre se impone al final, y esto no podría ser diferente con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, cuya firma, en su nueva versión aparece en el horizonte: el nuevo TLCAN está a la vista.
Y esto es así porque la economía internacional tiene sus propios caminos, sólo que es muy probable que el Presidente Donald Trump no se haya enterado a detalle de la historia de este Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, lo que los científicos sociales llaman la teleología.
A finales de los años 80’s del siglo pasado y principios de los años 90’s, los dirigentes políticos, sociales y académicos, idearon una Unión Económica entre México, Estados Unidos y Canadá, como una respuesta o imitación a la Unión Europea, que entonces estaba en formación y que habría de dar origen a una de las zonas económicas más importantes creadas por la Humanidad, después de la Segunda Guerra Mundial.
Los estadistas de México, Estados Unidos y Canadá, decidieron entonces realizar esfuerzos gigantescos para formar en América del Norte una región económica altamente poderosa, que uniera el potencial industrial, de servicios y de agricultura de Estados Unidos; al potencial de recursos humanos, energéticos, de servicios y del sector agropecuario, pesquero y marino de México, con los también enormes recursos económicos de Canadá, consistentes en extensiones territoriales sin límite, recursos hidrológicos; recursos maderables, minería y, además, una situación geográfica y estratégica extraordinaria.
Los estadistas de entonces decidieron crear el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, integrado por México, Estados Unidos y Canadá, no sólo como una región para el desarrollo de la industria, el comercio y los servicios y los intercambios entre los tres países, sino pensando mucho más allá, hacia el futuro, crear una gran unidad o unión económica internacional, capaz de competir con Europa, con China y con el resto del mundo.
Esos estadistas veían esa integración hacia el siglo XXI, que hoy vivimos; y tenían razón. La combinación de los recursos humanos, materiales e industriales de estos tres gigantescos países que son México, Estados Unidos y Canadá, se convertirían en una región super desarrollada y rica, lo cual se ha logrado en parte, y por eso no puede frenarse; es muy probable que Donald Trump ya se haya dado cuenta de eso y esté concediendo la razón a los constructores y diseñadores del Tratado de Libre Comercio de América del Norte: no sólo es de sabios cambiar de opinión, y a Trump no le debería avergonzar cambiar de opinión y dejar que el rumbo de progreso económico de México, Canadá y Estados Unidos, siga adelante.