La demagogia y el populismo son armas muy efectivas de la Izquierda radical en todas partes del mundo. La otrora feliz y próspera isla de Cuba es ejemplo vivo del producto de esas técnicas. Hoy, las aplican los gobiernos de Argentina y Venezuela en su marcha hacia la ruina nacional.
La demagogia y el populismo operan sobre las emociones populares con indudable efecto, vistos los resultados políticos que producen sobre las masas; éstas siempre responden mucho más a llamados emotivos que a propuestas intelectuales; las grandes mayorías no son capaces de comprender el desastre económico a dónde los llevarán los demagogos y populistas de izquierda radical, a fin de cuentas. De ahí, los triunfos de las Izquierdas radicales en el mundo.
Por otra parte, un gobierno que aplica teorías tecnocráticas para realizar su plan de reformas para construir un país más fuerte y próspero, es visto como frio e insensible a las penas diarias de su población.
Sin embargo, existen y de hecho siempre han existido tanto la demagogia buena como el populismo bueno: demagogia y populismo que capturan los corazones y la imaginación del pueblo con medidas que son en su beneficio directo y tangible; medidas que no requieren de gran capacidad analítica para mostrar su bondad y que pueden conmover en forma singular, para su bien, a una nación.
En México hoy, la demagogia y el populismo los monopoliza la Izquierda radical y estamos viendo como ésta, con un disfrazado apoyo extranjero, se aboca a derribar nuestro gobierno establecido, que es tecnocrático y que carece por lo tanto de apoyo emotivo popular; las emociones del pueblo las maneja hábilmente la Izquierda radical en su empeño por derrocar a nuestro Presidente electo, Enrique Peña Nieto y a su brazo derecho, Luis Videgaray, Secretario de Hacienda.
Es de suma importancia que el Presidente y su Secretario de Hacienda se aboquen a recuperar el apoyo de los corazones de los mexicanos por medio de demagogia buena y de populismo bueno. Gobernar sin contar con ese apoyo es tarea imposible. No basta tener un plan bien pensado para alcanzar prosperidad a la larga, mediante sacrificios presentes. ¡Se necesita contar con el corazón de los gobernados!
Un proyecto demagógico y populista de gran efectividad, con mínimo impacto sobre el plan tecnocrático general que existe, sería la monetización de la onza de plata “Libertad”, de la cual existen ya millones en poder de los mexicanos, aunque todavía no tienen esas monedas la importante cualidad de ser dinero efectivo para cualquier transacción.
Este proyecto es único en el mundo de su tipo, y estuvo a punto de volverse realidad durante la LXI Legislatura del Congreso de la Unión.
El proyecto provocó gran interés en el mundo, que estuvo a la expectativa de que el Congreso mexicano aprobara la medida. Su aprobación hoy, nulificaría de inmediato la mala imagen mundial del Presidente Peña Nieto y de México, que en forma coordinada se propala en estos días por el mundo entero.
Esta medida, demagógica y populista a más no poder, causaría gran emoción y gratitud de parte de la población de México y contrarrestaría la labor de grupos internos, probablemente apoyados por fuerzas externas al país, que tienen por objetivo derrocar a nuestro Presidente y a su Secretario de Hacienda, en particular.
Los mexicanos no queremos que una vez más se nos imponga un “cambio de régimen” desde el exterior.
La onza de plata, convertida en dinero, nos puede salvar de ese desastre.
Sr. Presidente Peña Nieto, Sr. Secretario de Hacienda Luis Videgaray Caso: hagan lugar en sus corazones para concederle a México, este gran regalo. A cambio, se ganarán el corazón de la Nación entera.
¡Viva México!
Por Hugo Salinas Price