Los Veneros del petróleo
México como nación productora de petróleo —si bien relativamente mediana comparada con otras naciones—, ha consciente o inconscientemente ligado su desempeño económico a la dinámica del mercado de los hidrocarburos. Sin duda que en épocas de auge, como sucedió durante los años setenta, la producción petrolera ha contribuido a la solución de los problemas —o al menos a aligerarlos— otorgando confianza a los gobiernos beneficiados con el alza de los precios internacionales. Sin embargo, lamentablemente también la abundancia de dólares que ingresaron al país contribuyó al deterioro de la capacidad de producción doméstica, agravando la dependencia del exterior, por el descuido de la producción agrícola e industrial.
Luego de la crisis de la deuda de los principios de los años ochenta, y con la apertura comercial y en particular la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la economía mexicana dejó de depender casi enteramente de la producción y venta de petróleo, adquiriendo lamentablemente una nueva dependencia, la de la exportación de manufacturas hacia el mercado norteamericano. Lo anterior nos hace altamente vulnerables a la dinámica económica de nuestro principal, y prácticamente único, socio comercial, situación que hemos vivido desde la crisis de 2009.
Si bien la economía ya no está petrolizada, si lo siguen estando las finanzas públicas, no sólo a nivel federal, sino también estatales y municipales. Los ingresos petroleros han contribuido en los últimos 15 años con cerca del 35 % de los ingresos presupuestarios del Gobierno Federal. Cabe señalar que con la entrada en vigor de la reforma energética se introdujo una nueva estructura de los ingresos petroleros, con ello, los ingresos derivados del petróleo provendrán principalmente del Impuesto por la actividad de exploración y extracción de hidrocarburos que irán directamente a las entidades petroleras; los que sean producto de las ventas de bienes y servi cios de PEMEX ahora como empresa productiva del Estado y las transferencias del Fondo del Petróleo que recibirá los pagos de derechos por asignaciones de contratos y los ingresos de los mismos, para 2015 el presupuesto federal dependerá en un 29.5% de estas fuentes, lo anterior considerando un precio de 79 dólares por barril y un tipo de cambio de 13.40 pesos por dólar.
Lo anterior muestra que no hemos hecho mucho por desligar las finanzas públicas del petróleo, lo que se mantiene como una asignatura pendiente y que nos enfrenta ante un escenario complicado, ante la nueva crisis internacional que está teniendo lugar en los últimos meses y que ha llevado a la abrupta caída de los precios internacionales del petróleo. En el caso de la mezcla mexicana de exportación, los precios cayeron de niveles de los 117 dólares por barril en marzo de este año, a menos de 50 dólares durante el mes de diciembre.
Cabe señalar que la actual volatilidad del precio internacional del barril de petróleo no tendrá un efecto significativo en las finanzas públicas de 2014, debido a las coberturas de riesgo adquiridas por el Gobierno para, precisamente, protegerse de las fluctuaciones en los precios del crudo. Lo mismo sucederá para los ingresos 2015, ya que se ha asegurado un precio de 76.4 dólares por barril mediante estas coberturas petroleras, lo que tuvo un costo de 773 millones de dólares, o 10 mil 467 millones de pesos. La diferencia (unos 7 mil 944 millones de pesos) para alcanzar los 79 dólares por barril establecidos en la Ley de Ingresos provendrá del Fondo de Estabilización.
En este sentido el mayor efecto del menor precio de venta del petróleo para las finanzas públicas, será al desaparición los excedentes petroleros, y los principales afectados serán los estados y municipios y los fondos para pensiones tanto la pensión universal como las estatales. Cabe recordar que de acuerdo con las nuevas disposiciones de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, que sirve de marco para la ley del fondo petrolero, los excedentes de los ingresos del fondo después de destinarlos a los rubros establecidos se podrán destinar al fondo de la pensión universal. En el caso de los estados la misma Ley establece que los excedentes deberán ser dirigidos a los fondos de las pensiones estatales, los cuales como ya hemos indicado en otras entregas, son una auténtica bomba de tiempo, que por lo visto seguirá acumulándonosle, ya que al parecer no hay una clara conciencia de su potencial peligroso.
En el caso de las finanzas estatales, cabe llamar la atención de la alta dependencia que se tiene de las participaciones federales, que también se fondean de los recursos petroleros, no sólo por ser la principal fuente de ingresos para los estados, sino porque representan la principal garantía para el endeudamiento. El creciente endeudamiento de los estados es un problema en potencia, algunas entidades su deuda duplica a las participaciones como son los casos de Coahuila, Chihuahua, Nuevo León y Quintana Roo, lo que es un signo de debilidad latente, por lo que hace falta una mayor regulación en el tema.
La crisis del petróleo, es un fenómeno de impactos mundiales relacionados con la geopolítica, pero más allá de esos efectos, es necesario ver hacia el interior del país. La alta dependencia de las finanzas públicas en los recursos petroleros nos avizora para el próximo año un escenario difícil. Es necesario no solo cubrirnos ante la volatilidad de los precios, también se requiere reconfigurar los ingresos hacia fuentes fiscales más sostenibles mediante una reforma hacendaria que incentive la producción y elimine distorsiones incrementando las bases grabables y eliminando los privilegios y exenciones y que a la vez obligue a un uso eficiente, transparente y responsable de los recursos en todos los niveles de gobierno. Austeridad como principio básico del desempeño público, que elimine excesos, gastos innecesarios y poco productivos.
Por Julio A. Millán B., Presidente de Consultores Internacionales S.C.