Por Miguel Tirado Rasso
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Del otrora partidazo, del entonces hegemónico PRI, poco quedó tras el segundo tsunami presidencial morenista de la jornada electoral de junio pasado. Antes del gobierno de la 4T, el tricolor gobernaba en 14 estados. En la elección de 2018 perdería dos gubernaturas, lo que le auguraba un siniestro futuro electoral. Su presencia en el Congreso iniciaba con un desplome en el número de sus legisladores, en el Senado de 55, que tenía antes de esa elección, a 14, y en la Cámara de Diputados, de 205 a 43. A nivel estatal, controlaba solo 4 congresos estatales.
Para el Revolucionario Institucional, la elección de 2024 lo acabó de descobijar. En el Congreso Federal, gracias a la alianza con el PAN, su caída no se dio en el Senado, pues, podrá alcanzar 17 escaños, 13 como primera minoría y 4 por representación proporcional. En la Cámara de Diputados, sin embargo, el golpe fue mayor. Su bancada quedó reducida a 34 curules (diez de mayoría y 14 de representación proporcional), lo que no le alcanza para formar parte de los órganos directivos de la cámara. Con estos números, el PRI pasó a ocupar el quinto lugar como fuerza política, después de Morena, el partido Verde, el PAN y el PT, a quien alguna vez apoyo para salvar su registro.
Por el número de votos obtenidos por partido, este instituto quedó en cuarto lugar (5’ 736,759), por abajo de Movimiento Ciudadano (6’ 204,710). Sólo ganó 120 presidencias municipales con candidatos propios. En alianza sumaron 442. Y, en lo que toca a los congresos locales, su presencia es muy marginal con solo el 2.1 por ciento de curules.
El PRI sigue en su tobogán de descenso, sin que su dirigencia muestre demasiada preocupación. Lejos de ello, corre el rumor de que su presidente, Alejandro Moreno, Alito, busca volverse a relegir, aún cuando su gestión casi ha sepultado al partido. Desde que asumió el mando del Institucional a la fecha, se perdieron 10 gubernaturas de las 12 que su partido gobernaba. Solo retuvo una, Coahuila, y recuperó otra, Durango. Esta última, en alianza con el PAN.
Estos dos triunfos son los únicos que obtuvo en las 32 elecciones para gobernador que se realizaron durante su dirigencia. Entre las gubernaturas perdidas, se fueron también los bastiones priistas (Campeche, Colima, Edomex e Hidalgo), entidades en las que este partido había gobernado siempre. Cuando Alito Moreno asumió el cargo, en agosto de 2019, de acuerdo a datos del INE, la militancia del PRI superaba los 7 millones de simpatizantes. Para 2023, ese registro se había reducido en un ¡80.3 por ciento! Y es que, las renuncias de militantes al tricolor, durante su gestión, ha sido notable. De las más importantes de su historia.
Pero lejos de amilanarse ante estos datos, Alito eleva la voz y dice, “Aquí nadie se baja, nadie renuncia y nadie se dobla. Primero está México, la defensa de nuestras instituciones y de su democracia.” Y con el llamado que hace para convocar a la XXlV Asamblea Nacional de su partido, apresura los trámites y acuerdos para que sus incondicionales acepten modificar los estatutos, entre ellos el artículo 178, que prohíbe la reelección.
Entre los cambios que se plantean al destartalado tricolor, se filtra el de su refundación, con otro nombre, colores y emblema, como si el problema principal de este añejo partido, estuviera solo en la forma y no en el fondo. En las personas de los dirigentes que reformaron los estatutos para tener el control total de la organización y buscaron asegurar su futuro político, colocando en las listas para el Congreso a sus más cercanos, siguiendo la línea oficial de 90 por ciento de fidelidad y lo que se pueda de capacidad. Eso sí, presididos por ellos mismos.
Tal vez, entusiasmado por el éxito de la Cuarta Transformación del gobierno saliente, Alejandro Moreno busca realizar su propia 4T del PRI, la que pretenderá imponer en la Asamblea Nacional. Como tiene el control de los asambleístas, se auto postulará para ser el responsable de dirigir el nuevo curso del partido, con lo que evadirá aquello de la odiosa reelección. Porque, qué mejor, que el que acabó de hundir al partido, sea quién lo vaya a rescatar de la historia. Pero esta propuesta, seguramente provocará solo más deserciones, por lo que el, durante mucho tiempo, popular y todopoderoso partido terminará muy tristemente sus días en el abandono total.