Línea 12: Situación inaceptable
Es un hecho indiscutido e irrebatible el enorme tamaño e importancia del Distrito Federal, asiento de la Ciudad de México, devoradora insaciable de las tierras labrantias, de los islotes, de las barrancas, de bosques, de médanos, de colinas y hasta de pedregales hoy convertidos gracias al ingenio humano en fraccionamientos de lujo.
Su imparable expansión, la condujo a superar el viejo concepto de ciudad y de capital del país desde los tiempos precolombinos a los días presentes, y desde hace dos décadas se la incluye entre los tres primeros lugares de la lista de las grandes e importantes urbes: Los Ángeles, Calcuta, New York, Estocolmo (ciudad planificada), Hong Kong. O para ser más gráficos y explícitos de las más pobladas.
La resultante obligada en lo relativo a los servicios urbanos va en razón a la magnitud. Y claro el transporte urbano como se ha venido trabajando presenta deficiencias en tiempo, comodidad, rutas irracionales e insuficientes. Donde la demanda esta insatisfecha es en el transporte masivo. Como todos sabemos, participamos y sufrimos están los autobuses, los trolebuses, los tranvías o trenes movidos por energía eléctrica y el conocido Metro, cuya ventaja es mover miles de usuarios, la relativa puntualidad y los costos de movilización y mantenimiento relativamente bajos.
Ahora, la impericia, la codicia, la avaricia y el desprecio a la experiencia sacaron a la luz la irresponsabilidad e incapacidad de quienes son los responsables. Por vez primera se cancela por tiempo indefinido el servicio en un tramo correspondiente a una decena de estaciones, afectando a decenas de miles de usuarios, en su mayoría con poca capacidad económica, como para usar vehículos de alquiler.
En 8 sexenios no había ocurrido. Sucede en una administración derivada del PRD e involucra a quien dejó el mando (Marcelo Ebrard), por la falta de mantenimiento y al actual jefe de gobierno, entretenido en la meditación y el yoga, el abogado Miguel Mancera, con el antecedente de haber servido como Procurador de Justicia de la urbe. No puede ni hablar de desinformación, los hechos lo exhiben como poco atento y mal informado de un servicio que involucra “toda la organización espacial de las actividades urbanas”.
Son inútiles las explicaciones de quienes tienen a su cargo la operación del Metro. La irresponsabilidad recae desde en el Jefe de Gobierno hasta los responsables y operadores directos. Inútil y absurdo involucrar a empresas, cuando al momento de contratarse debió preverse, con base en la experiencia de más de 20 años, cuanto podía ocurrir.
Menos cabe hablar de cambios o mejores técnicas enmascaradas con el pretexto del ahorro: cambiar el rodaje al requerir rieles, cuando la línea 1, inaugurada desde el 4 de septiembre de 1969, luego se puso en servicio la línea 2 en agosto de 1960 y la 3 en noviembre de 1970. Hablamos de 45 años de funcionamiento a partir de cero. Han demostrado cuales son los aciertos y dónde las deficiencias. El jefe de Gobierno de la ciudad debió haber impedido esta absurda aventura y el desgraciar la economía, el tiempo y las repercusiones negativas socioeconómicas en decenas de millares de usuarios de ese tramo en especial.
El Lic. Miguel Mancera conoce todo el Distrito Federal, las necesidades de sus habitantes y fue electo para resolver problemas, no para fomentarlos y multiplicarlos. Con su autoridad y bajo su responsabilidad designó al Director General de Metro, ciudadano muy ligado al ámbito policiaco, pero, según lo demuestran los hechos, huérfano en el conocimiento de los servicios urbanos y muy menor frente a la conducción y solución de los problemas.
Este inocultable daño a la ciudad, porque el problema del Metro repercute en toda la población, demuestra una administración incapaz, un entramado de densa y creciente burocracia, con su respectivo sindicato conducido por un líder adherido como lapa a la empresa y unas líneas de comunicación informativa directas al alto mando, saturadas e inútiles.
El Jefe de Gobierno vive la inaplazable necesidad de cambiar forma y fondo del sistema de transporte colectivo en las tres áreas básicas: la ingenieril, la administrativa y la financiera. Y a la vez darle otra estructura a su aparato de gobierno, ahora tan propenso a la corrupción, la ineficacia y la sobrepoblación burocrática.
La crisis desnudó las carencias, los atrasos, los estancamientos. Gobernar no es hacer obras materiales. Primero es vertebrar en las leyes la administración pública y luego dejarse de remiendos y de parches.
Esta gran urbe demanda desde ayer, una administración pública congruente con su crecida y creciente población, con el mejor aprovechamiento del suelo, con asegurar el abastecimiento de agua y alimento, con el tratamiento y aprovechamiento de las aguas residuales y la urgencia de mejorar el medio ambiente.
No se trata de parchar, es imprescindible atender el presente y prevenir el futuro a mediano y largo plazo. No solo el cambio de personas al influjo de los alientos partidarios, se requiere otra estructura y otro tipo de personas capacitadas y con el común denominador de ser dueños de prestigio ético y profesional. Adoptar soluciones menores es como prever una sociedad de pigmeos, cuando la grandeza numérica y cualitativa no existe.
O Miguel Mancera ingresa a las filas del anonimato por optar por remedios caseros o se mide con la legendaria estatura de Uruchurtu.
Grandeza llama a grandeza.
Por Alfredo Leal Cortés