Al Presidente se le ve desesperado en las Mañanas; se talla la nariz, las orejas, los cachetes, la cabeza y mueve los brazos como aspas sobre el atril “Ya no tengo tiempo…”, dijo hoy 19 de Octubre.
Explica que los Ministros de la Corte; que el Ejército así, que el Ejército allá; que Encinas se va, que lo despidió y “con aplausos”, pero no encontró a los 43.
Que se irá a su rancho de por allá tan lejos.
Pero ya nadie lo acompaña; no se ve a los generales que estaban todos los días, ni a los funcionarios. El Presidente desmanteló a su propio Gobierno.
Sacó al Secretario de Gobernación “su hermano Adán”; al Secretario de Relaciones Marcelo Ebrard ya no lo ve ni lo verá jamás.
“Yo me iré a mi rancho (“La Chingada”) y no veré a nadie; ni a mis hijos; no hablaré de política ni de nada…”.
Señala que no habrá Maximato ni nada de eso…
Pero no quita el dedo del renglón de que cambiará a los ministros de la Corte con un cambio a la Constitución el año que viene.
Los periodistas le preguntan temas y les da la vuelta; “déjenme terminar…”.
Les habla dé Porfirio Díaz, de Juárez, de Madero; les cuenta historias, vuelve sobre Salinas y de Zedillo, menciona siempre a Calderón y “al Licenciado Peña”.
Descalifica al Gobierno Norteamericano y a la DEA, pero elogia al Presidente Biden porque “se ha portado bien”.
Desde luego cuida su relación con “Trump”, que lo pronuncia como se escribe y se le acaba el tiempo: “Vámonos a desayunar unos tamales…”.
Antes minimiza la quema de su figura presidencial; “quemaron un amlito”, dice.
No le dio tiempo de construir su dictadura; tendrá que desalojar pronto el Palacio Nacional; ¿a dónde se irá a dormir cuando Sheinbaum o Xóchitl quieran ir a ver sus recámaras?
LIC. MAURO JIMENEZ LAZCANO,
Director General de la Revista Macroeconomía