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La salud del Presidente no es un caso resuelto

Reflexión Editorial

Por el Lic. Mauro Jiménez Lazcano, Director General de la Revista Macroeconomía

Ciertamente, los sectores sociales del país han respirado hondo al ver al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, deambular por los vacíos corredores, pasillos y salas del Palacio Nacional, pero esos mismos sectores nacionales y extranjeros, diplomáticos y económicos, saben que la salud del Presidente no es un caso resuelto y que en cualquier momento podría recaer con un cuadro igual o peor de los que se han repetido ya tres veces en lo que va de su Gobierno.

Es urgente que los irresponsables Secretario y Subsecretario de Salud, Alcocer y López Gatel, que le dan todos los días por su lado al Presidente y le recetan paracetamol para que se alivie de sus graves males, pongan fin a esa farsa y se preocupen realmente por la salud del Primer Magistrado de la Nación, cuya existencia y desempeño son vitales para el curso normal de las actividades de los mexicanos en la economía, en la ciencia, en la movilidad, en sus relaciones diarias.

Es grave la falta de seriedad de los altos funcionarios del Gobierno de la República que tienen a su cargo el cuidado y la salud del Presidente Andrés Manuel López Obrador, y por miedo y por cuidar sus intereses le dicen que sí a todo y simplemente lo dejan caminar hacia el vacío, sin atreverse a exponerle la verdad sobre su verdadero estado de salud.

Es increíble que el mismo Primer Magistrado diga por televisión ante los asustados 30 millones de mexicanos que lo vieron, que le dijo al General Jefe del Ejército Mexicano: “yo soy más que tú, porque soy el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, y aquí me quedo en este sillón y no voy a ningún hospital…”.

“¡Así que les di el charolazo!”, externó sonriente el Jefe de la Nación, sin estar consciente de que esa actitud pone en riesgo a la economía mexicana, a la seguridad nacional y que puede provocar un caos político no visto en México desde hace muchos años.

El Presidente se hace el juguetón, el chistoso, el “yo soy Juan Camaney”, pero todos lo vimos en el famoso video que subió el miércoles 26 de abril: cansado, caminando lentamente, con los brazos pegados al cuerpo, con el rostro abotagado, porque él mismo confesó “que me pusieron un litro de suero” en el sillón del hangar militar del aeropuerto de Mérida; “y de aquí no me llevan a ninguna parte”.

Eso que ha hecho y ha dicho el señor Presidente de la República, con todo respeto, como él mismo dice, es una estupidez política y falta de responsabilidad con los mexicanos, que en las condiciones actuales pueden llevar al país a un caos político no visto en mucho tiempo; se puede desatar una rebatiña por el Poder.

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