La Nueva Concepción de la Comunidad fronteriza para promover una Asociación México–EU a favor de la prosperidad y el Desarrollo Socioeconómico
El Paso Texas 12 de Agosto de 2010.
Buenos días, damas y caballeros. Siempre es un placer estar con tan distinguido grupo de académicos, políticos, estudiantes y líderes empresariales y comunitarios. Me da especial gusto estar aquí porque a todos ustedes les importan profunda y apasionadamente Estados Unidos y México, la relación entre nuestros países y nuestros pueblos; y, específicamente, en esta conferencia, les importan las comunidades que conforman la región fronteriza que nuestros dos países comparten.
En los siete años desde la primer Conferencia sobre Seguridad Fronteriza en El Paso, éste se ha convertido en un foro que incuba el diálogo entre los sectores público y privado a nivel nacional, estatal y comunitario para ambos países. La conferencia anual de El Paso sobre Seguridad Fronteriza explora maneras de proteger nuestra seguridad compartida al tiempo que se fomenta el intercambio humano, y el crecimiento cultural y económico entre los Estados Unidos y México. Quiero agradecer a la Universidad de Texas en El Paso, y al Presidente Natalicio por su liderazgo al continuar organizando este foro en la región metropolitana binacional más grande del mundo.
También quiero agradecer al Congresista Silvestre Reyes, representante del 16º Distrito Legislativo del gran estado de Texas. Su apoyo constante para la Conferencia de Seguridad Fronteriza año con año ha sido crucial para el diálogo público sobre la frontera y la relación bilateral. Gracias a sus muchos años con la Patrulla Fronteriza, y su trabajo como miembro del Congreso estadounidense, usted se ha convertido en una de las voces con más autoridad sobre seguridad fronteriza.
El 11 y 12 de junio tuve la oportunidad de ver su experiencia en acción en la reunión interparlamentaria en Campeche, que reunió a legisladores mexicanos y estadounidenses. Puedo asegurarle al auditorio que el Congresista Reyes representa con celo los intereses de su comunidad.
Gracias, tanto por su servicio a los Estados Unidos como por su servicio a la relación bilateral, a la comunidad fronteriza y a los millones de ciudadanos involucrados y de buena voluntad tanto de Estados Unidos como México.
Como el principal orador de esta mañana, y como el embajador de los Estados Unidos en México, tengo una labor no envidiable. Honestamente y a conciencia, no podemos comenzar un diálogo serio sobre la seguridad fronteriza en agosto de 2010 sin examinar cabalmente el nivel de violencia y tensión social del lado mexicano de la frontera que debe ser descrito como alarmante.
Cruzando el Río Bravo, la ciudad hermana de El Paso continúa siendo el epicentro de la violencia engendrada por las organizaciones narcotraficantes en México. El 15 de julio un coche bomba explotó en un importante cruce, matando a cuatro mexicanos, la mayoría de ellos personal de rescate, y dejando a muchos otros lesionados. El ataque fue el primer ejemplo de un coche bomba utilizado por una organización narcotraficante de México. Esto marca un cambio en las armas utilizadas, en el nivel de sofisticación y en la implacabilidad de los cárteles. Desde entonces, las organizaciones narcotraficantes han efectuado ataques a la policía de todos los niveles en Ciudad Juárez. Actualmente, en promedio hay ocho asesinatos por día en Ciudad Juárez, y 1,700 homicidios durante los primeros siete meses de 2010. El mismo periodo en 2009 resultó en 1,150 asesinatos. Esto significa un aumento de 50 por ciento con respecto al año pasado. Como ustedes bien lo saben, el puente internacional que une a El Paso con Ciudad Juárez ha sido cerrado varias veces en el último mes a causa de la violencia.
Un patrón similar de violencia se ha detonado en Matamoros y en Nuevo Laredo. La guerra por territorios en todo Tamaulipas entre los Zetas y el cártel del Golfo continúa sin disminuir. Un candidato a la gubernatura del PRI fue emboscado y asesinado en Tamaulipas días antes de la elección del 4 de julio. La segunda explosión de un coche bomba ocurrió hace sólo una semana en Ciudad Victoria. En Nuevo Laredo ha habido detonaciones de granadas de mano en varias partes de la ciudad, incluyendo la granada que se lanzó al complejo del Consulado de Estados Unidos en abril, así como tiroteos a gran escala el 16, el 21 y el 30 de julio.
La violencia de los cárteles se ha movido hacia el sur, a Monterrey, la capital empresarial de México, formando un “triángulo noreste” de violencia entre Matamoros, Nuevo Laredo y Monterrey. El ambiente de seguridad en Monterrey cambió, al parecer de la noche a la mañana, de aparente benevolencia a violencia extrema. El 31 de julio hubo 20 narco bloqueos que paralizaron gran parte del centro de la ciudad. El número total de ejecuciones en 2010 relacionadas a los cárteles ya excedió el total combinado de los últimos 12 años. El número de robos de auto con violencia ya sobrepasó todos los de 2009. Un nuevo patrón en Monterrey es la incidencia de secuestros, con frecuencia por cantidades relativamente pequeñas de dinero. Víctimas liberadas o rescatadas han contado sobre casas de seguridad donde hay hasta 40 cautivos a la vez.
Si bien los detalles de estos eventos no podían ser predichos, el patrón general era predecible y, de hecho, se esperaba. La mayor presión sobre los cárteles los condujo a luchar entre ellos para controlar los cruces fronterizos y los mercados internos en México. Al tiempo que las autoridades de México y Estados Unidos hemos mejorado nuestra inteligencia y nuestros ataques, y al tiempo que las autoridades mexicanas han logrado golpes cada vez más severos, la batalla entre grupos criminales se ha intensificado. Los cárteles se han diversificado a otros aspectos de crimen organizado, como la extorsión, las estafas, el robo, la trata de personas y el secuestro. Estos cárteles internacionales usan dinero que obtienen de todas las partes de “la franquicia” para comprar armas, y para corromper a personas, perpetuando el círculo vicioso de crimen y violencia.
La Agencia Antidrogas (DEA) y la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE) calculan que cada año se lavan entre 19 mil y 29 mil millones de dólares entre Estados Unidos y México. En el mejor de los casos, ambos países decomisan un total de mil millones de dólares en efectivo por año. Eso significa que los grupos criminales tienen acceso a miles de millones de dólares para perpetuar su actividad criminal. Una cosa sí queda clara: para mermar al crimen organizado, tenemos que cortarles el acceso a estas vastas sumas de dinero lavado. Si fallamos en cortar los flujos de dinero, la confrontación con el crimen organizado generará más violencia y más corrupción.
En contraste con este desolador retrato, ciudades del lado estadounidense de la frontera proyectan una imagen muy distinta. Basado en estadísticas del Buró Federal de Investigación (FBI) para el año 2009, los índices más bajos de crímenes violentos en ciudades estadounidenses de por lo menos 500 mil habitantes, se reportan en estados fronterizos: San Diego, Phoenix, El Paso y Austin. Aquí en El Paso, del otro lado de Ciudad Juárez ha habido sólo dos asesinatos este año, ninguno de ellos relacionado con las drogas. El Paso es una de las ciudades más seguras en Estados Unidos. ¿Qué podemos concluir de este contraste? ¿Y qué significa hablar de derrame de violencia hacia los estados fronterizos de Estados Unidos?
La lección más importante es que las naciones, estados y comunidades tienen que invertir en la procuración de justicia para apoyar el imperio de la ley. Eso es lo que la administración del Presidente Obama ha hecho.
Agentes de la Patrulla Fronteriza y ICE en la frontera han aumentado de entre 15 y 17 mil durante la administración del Presidente Bush a más de 26 mil actualmente. La Cámara de Representantes y el Senado han aprobado leyes que brindarán otros 600 millones de dólares para tener 1,500 agentes fronterizos civiles adicionales. Como un mecanismo de puenteo hasta que el personal sea contratado y capacitado, el Presidente Obama ha desplegado 1,200 miembros de la Guardia Nacional a la frontera por un año.
Al concentrarse en crear capacidad civil, los asesinatos bajaron entre los años 2006 y 2009 en ciudades en la frontera o en estados fronterizos, sin siquiera tomar en cuenta el crecimiento poblacional:
Entonces, ¿podemos decir que la violencia causada por las drogas se está desbordando? Sí, pero no de la manera que se piensa estereotípicamente, entre ciudades a ambos lados de la frontera, sino desde las áreas fronterizas de México a centros urbanos en ambos países.
Este tipo de “derrame” destruye vidas y comunidades en nuestros dos países.
En los Estados Unidos, ese derrame se siente más lejos del Río Bravo y del desierto de Mojave. Está sucediendo en las calles de Atlanta, Chicago, Newark, Filadelfia y docenas de otros lugares, donde los efectos de la adicción y el tráfico ilegal socavan nuestras comunidades y las vidas de nuestra juventud. En México, lo que ha pasado en Monterrey en estos últimos meses podría ser llamado un derrame de la violencia en Matamoros y Nuevo Laredo. La violencia de la Familia Michoacana se ha desbordado de las áreas rurales de Michoacán a Morelia.
Por todo el hemisferio encontramos puntos de suministro, demanda y tránsito que impulsan esta destrucción del entramado social tanto en México como en los Estados Unidos. Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de contener y frenar las fuentes de consumo, producción y violencia que son parte del comercio de drogas. Para beneficio propio nos interesa ayudarnos unos a otros. Y eso es lo que estamos haciendo, con la evolución de la Iniciativa Mérida, empezada bajo el Presidente Bush, hacia una estrategia basada en cuatro pilares que reflejan una autoevaluación a conciencia y constante para anticiparnos a los cárteles. Las secretarias Clinton y Espinosa, acompañadas de una multitud de funcionarios de gabinete de ambos lados de la frontera, anunciaron el marco de los cuatro pilares en marzo pasado. Los presidentes Obama y Calderón la confirmaron como política binacional en mayo.
El primer pilar consiste en trastornar la capacidad del crimen organizado de operar. Este fue el enfoque inicial de la Iniciativa Mérida. Juntos México y los Estados Unidos enfocaron su atención sobre los cabecillas de los cárteles, para demostrar que no pueden operar con impunidad. Según trabajábamos juntos, nos dimos cuenta que eliminar a los líderes más altos era necesario, pero no suficiente. Nuevos criminales toman su lugar, y a veces son más despiadados. Aprendimos que debemos considerar a las organizaciones narcotraficantes como corporaciones, para entender su producción, importaciones, rutas de tránsito, mercadotecnia, flujos de divisas, y cómo obtienen su armamento. Y de esa manera apuntarle a los nodos estratégicos que pueden desquiciar estas organizaciones. El integrar inteligencia y operaciones se convirtió en algo crítico. El problema es demasiado grande, y los cárteles operan con demasiada precisión como para atacarlos de manera aleatoria, sin dirección estratégica.
El día de hoy, los Estados Unidos y México están trabajando conjuntamente de manera más coordinada para desarrollar y compartir en tiempo real inteligencia obtenida por recursos aéreos sobre los movimientos a lo largo de rutas de narcotráfico, y utilizando esa información para planear operativos contra organizaciones narcotraficantes. Los Estados Unidos están suministrando herramientas para mejorar la movilidad mexicana en operaciones contra los cárteles, incluyendo cinco helicópteros Bell 412 para el Ejército Mexicano en diciembre pasado, y seis helicópteros adicionales, programados para su entrega más adelante este año. Mejor capacidad ha producido mejores resultados. Principales figuras de los cárteles como Arturo y Carlos Beltrán Leyva, y Nacho Coronel ya no pueden sembrar el caos en México. La información compartida con nosotros por parte de México fue central para importantes operaciones estadounidenses como “Xcellerator”, “Coronado” y “Deliverance” que han resultado en miles de arrestos en Estados Unidos de traficantes ligados a México.
Al tiempo que aceleramos el ritmo de nuestras acciones, necesitamos aumentar nuestra capacidad de quitarle a los cárteles los recursos que alimentan su brutalidad. Los Estados Unidos capturan cerca de 450 millones de dólares en embarques de efectivo anualmente. Los centros de inteligencia financiera de México y E.U. ahora tienen fuertes lazos informativos. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha sancionado a cientos de entidades mexicanas relacionadas con el comercio de las drogas. Pero esto no es más que una pequeña merma en los 19 a 29 mil millones de dólares que se estima financian a las organizaciones narcotraficantes. Tiene que haber un registro nacional de la propiedad, cuidadoso análisis de avisos notariales sobre transacciones de más de 10 mil dólares, y operaciones encubiertas que permitan entender cómo y dónde se mueve el dinero. También crucial es el control del flujo de armas que utilizan las organizaciones narcotraficantes para confrontar a las autoridades, e intimidar y extorsionar a los ciudadanos. La mayoría de esas armas entran a México provenientes del lado estadounidense de la frontera. ICE y ATF están trabajando conjuntamente para incautar armas bajos los programas “Armas Cruzadas” y “Proyecto Gunrunner”. El programa “eTrace” es una base de datos para hacer búsquedas que permitan a las fuerzas de la ley dar seguimiento y rastrear datos de armas de fuego. El ATF ahora ha desarrollado una interfaz en idioma español para eTrace, la cual permite que investigadores mexicanos rastreen armas que se sabe originaron en los Estados Unidos.
Vimos un importante logro del uso de eTrace cuando una juez de distrito en Tucson sentenció al líder de una conspiración para traficar armas de fuego a 57 meses de cárcel. Otros acusados, que habían suministrado 117 rifles de asalto y otras armas al cártel de Sinaloa, pasarán más de 40 meses en prisión. Quince de las armas fueron rastreadas mediante eTrace, lo que permitió que agentes del ATF identificaran a este grupo traficante. Las armas eran predominantemente rifles tipo asalto, incluyendo uno de calibre .50, y pistolas conocidas como las preferidas de los cárteles mexicanos.
El segundo pilar de nuestra estrategia es la creación de capacidad institucional para sostener el imperio de la ley en México. Aquí también hemos aprendido importantes lecciones. Al principio, se suponía que el crimen organizado sería atacado de la cabeza hacia abajo, eliminando a los líderes de los cárteles, y que el requisito clave era que una fuerza policiaca federal resolviera este reto desde el centro. Lo que el tiempo demostró fue que la violencia entre los cárteles se manifiesta localmente, en las calles de lugares como Cd. Juárez, Reynosa, Nuevo Laredo, Culiacán y Morelia. El contener y prevenir esto requiere de capacidad policiaca local al igual que intervenciones federales. Necesita un sistema judicial civil que ponga y mantenga a los criminales en la cárcel.
Al ir evolucionando la comprensión de esto, también han evolucionado nuestros esfuerzos conjuntos. En la actualidad, los Estados Unidos están apoyando reformas integrales al sistema de justicia criminal de México mediante la profesionalización de la policía y los procuradores, intercambios judiciales, y asociaciones entre facultades de derecho de México y los Estados Unidos. Al tiempo que México toma determinaciones para pasar leyes que reformen sus policías estatales y municipales este próximo año, nos hemos comprometido a trabajar juntos para crear los programas de entrenamiento y filtrado necesarios para lograr fuerzas policiacas que tengan la confianza del pueblo, además de continuar nuestros esfuerzos a nivel federal.
México ha comenzado a capacitar a una nueva generación de policías como nunca antes se había visto en el país. Desde marzo del año en curso, 5,500 funcionarios federales y estatales a todos los niveles de las agencias de procuración de justicia y judiciales han participado en programas de profesionalización que fueron recientemente diseñados. Más de 4,300 elementos se han graduado del programa de Técnicas Básicas de Investigación de la Policía Federal en San Luis Potosí; los elementos ya han sido desplegados en territorio mexicano. Estos oficiales con educación universitaria son los primeros de un nuevo equipo de policías profesionales en México que ayudarán a transformar la forma en que son investigados y procesados los crímenes. Aún falta mucho camino por recorrer – tomando en cuenta todos los niveles, existen alrededor de 450,000 policías en México. Hemos dado los primeros pasos dentro de un proceso que tomará aproximadamente una década
También hemos ampliado los intercambios de experto a experto, programas, y talleres entre los profesionales en criminología y justicia de México y los Estados Unidos. Estos programas ayudan a los profesionales de ambos países a trabajar de manera conjunta y cercana para hacer frente al crimen organizado. Juntos estamos desarrollando habilidades de apoyo durante juicios, incluyendo recolección y preservación de evidencia; aprehensión y extradición de fugitivos; protección de testigos; integridad interna; técnicas avanzadas de entrevista a testigos; protección y seguridad a oficiales; así como confiscación y administración de bienes.
Construir la capacidad institucional para que imperen las leyes es crucial para alcanzar el éxito en el largo plazo. En 2008 México aprobó una crucial reforma constitucional para crear juicios orales y un sistema legal con mayor transparencia donde todos los involucrados – desde los elementos policiacos, hasta los fiscales y jueces – asuman su responsabilidad. Ahora cada gobierno estatal y federal debe emitir sus propias leyes acordes con la constitución. En algunas regiones, el incremento en la efectividad operativa está derivando en un mayor número de arrestos en México. Pero la falta de familiaridad con el nuevo sistema, y la falta de confianza de testigos dispuestos a participar en juicios, traen como consecuencia que muchos criminales sean liberados por falta de evidencias y habilidad al procesarlos.
Para México, el reto es también el siguiente: el forjar instituciones como la policía federal y estatal, así como un núcleo de elementos fiscales y jueces entrenados para la implementación de juicios orales, tomará tiempo. De manera paralela a estas medidas para construir capacidades, México también debe de sacar el mejor provecho de las corporaciones policiacas y de seguridad con las que cuenta hoy en día. Eso va a requerir utilizar de una forma diferente y más efectiva las fuerzas de reacción. Por ejemplo, en lugar de sólo desplegar elementos de las fuerzas armadas, la marina y la policía federal en zonas separadas de un estado, integrarlas en un área específica para aprovechar mejor sus capacidades y los diferentes poderes que la autoridad legal les confiere.
México ha comenzado a hacer esto en Tijuana, donde el ejército coordina arrestos e interrogatorios con elementos de la policía y fiscales locales certificados. El resultado ha sido una disminución continua del número de homicidios – esto se ha complementado con un programa de entrenamiento masivo en reformas judiciales que inició esta semana. El progreso es posible. Pero una administración creativa es también crítica.
El tercer pilar de nuestra estrategia es crear una frontera para el siglo XXI. La estrategia para esto proviene de muchas de las personas reunidas en este recinto. Involucra el crear una frontera que prevenga el flujo ilícito de drogas y el tráfico de personas y, que al mismo tiempo, agilice el flujo del comercio legítimo, al igual que el de viajeros y vecinos.
Nuestra competitividad económica es crucial para la seguridad fronteriza. Si no existe la esperanza de encontrar un empleo con un ingreso estable en la economía lícita, las personas se tornarán al crimen, a pandillas o a cárteles. Elevados niveles de desempleo no sólo facilitan el reclutamiento a los cárteles. La falta de empleos también alimenta un ciclo económico viciado en el que el crimen organizado socava a fondo a la economía legítima. La extorción obliga a los negocios legítimos a dejar de operar, y el secuestro provoca que las personas dedicadas a los negocios se escondan o huyan.
También necesitamos una frontera que posicione a México y a los Estados Unidos a un nivel de competencia conjunta dentro de la economía global. He charlado con empresarios estadounidenses en casi cada sector quienes me han expresado que la integración con México les ha permitido reducir sus costos y competir en mercados de los cuales, de otro modo, habrían sido excluidos. Esto significa un mayor número de empleos y exportaciones tanto para Estados Unidos como para México. Pero también significa que la frontera debe ser eficiente – para reducir el costo de esta integración, y que podamos ampliar nuestra red competitiva hacia mercados globales.
El construir la frontera del siglo XXI requiere que repensemos los viejos paradigmas sobre lo que es nuestra frontera compartida, y de lo que debería de ser. Siempre hemos pensado en la frontera como una línea divisoria que separa dos entidades. Por tanto, la seguridad de la frontera ha significado el fortalecimiento de esta línea, construyendo muros más resistentes, y protegiendo a un lado del otro.
La tecnología moderna nos permite reconceptualizar la frontera como algo más que una línea jurídica que separa a dos países. Nuestra frontera compartida es la amplia gama de actividades que fluyen a través de ella. Más de un millón de personas cruzan de forma legítima la frontera todos los días. Más de mil millones de dólares en comercio legítimo cruzan la frontera diariamente. La frontera no sólo sigue el curso del río al pasar entre El Paso y Ciudad Juárez. La frontera termina de un lado en una huerta de fresas en Guanajuato y del otro en la sección de frutas y verduras de un Costco en Kansas City; también incluye a todos los involucrados en los procesos de producción, transporte y venta.
Hemos comenzado a trabajar en la frontera del siglo XXI al construir nuevos puertos de entrada y expandir los ya existentes. Expansiones de cientos de millones de dólares se están llevando a cabo en tres puertos de entrada claves: San Ysidro, Nogales-Mariposa, y el Puente del Comercio Internacional en Laredo. Después de una década en la que no se inauguraron nuevos cruces, abrimos un nuevo puerto de entrada en Anzaldúas el pasado mes de diciembre y estamos trabajando para abrir dos puertos nuevos de entrada durante este año en San Luis II, y Donna-Río Bravo. Estamos mejorando nuestros procesos para acelerar el flujo de bienes al extender los horarios de operación en los puertos de entrada, y duplicar el número de oficiales aduanales por línea de entrada. Los programas de viajeros confiables como el SENTRI y el equipo de inspección no invasiva continúan haciendo más expedito el flujo de personas. La reapertura en abril pasado de líneas específicas para estudiantes en el cruce Paso del Norte, y el anuncio de la semana pasada de nuestra intención de abrir un nuevo punto para el paso peatonal entre Tijuana y San Diego son acciones adicionales que se han tomado para agilizar el flujo de personas.
Lo que resulta más emocionante y tiene el potencial de lograr verdaderas transformaciones son las propuestas que estamos analizando para crear puertos de entrada internos. Éstos colocarían centros aduanales de inspección y autorización en lugares como Monterrey o Guanajuato – o potencialmente en San Antonio o Phoenix. Una vez inspeccionados, los bienes podrán pasar por corredores seguros a través de la frontera. Esto desahogaría el proceso en la frontera y mitigaría las demandas de infraestructura en comunidades fronterizas, permitiendo a todos cruzar con mayor rapidez.
Estos esfuerzos aún se encuentran en las primeras etapas de su desarrollo. Cuando los presidentes Obama y Calderón se reunieron en Washington durante el mes de mayo, emitieron una declaración conjunta sobre el manejo de una frontera compartida para el siglo XXI. Esa declaración establece un Comité Ejecutivo de Conducción conformado por representantes de alto nivel de ambos países. Su misión es tanto acabar con los múltiples pequeños embotellamientos en los cruces, como poner en marcha nuevas ideas, como es el caso del concepto de puertos internos, para así implementar la frontera compartida del siglo XXI. Esperamos la primera reunión de este comité para el siguiente mes. Será un gran paso hacia adelante en la implementación de una frontera para el siglo XXI.
El cuarto pilar de nuestra estrategia es ayudar a construir, y reconstruir, comunidades fuertes y resistentes. Este pilar de nuestra estrategia refuerza a todos los demás. Es una nueva área de cooperación entre los Estados Unidos y México que ha surgido en los pasados meses. Continuamos experimentando y aprendiendo, pero permítanme darles un ejemplo de cómo nuestros esfuerzos se han unido en Ciudad Juárez, afectando de manera positiva el buen trabajo con el que muchos de ustedes están profundamente comprometidos.
Bajo el programa de Todos Somos Juárez, el gobierno mexicano ha trabajado en conjunto con grupos comunitarios para establecer prioridades amén de mantener a los chavos alejados del crimen, desarrollar nuevos modelos a seguir, y sacar a otros del mundo de la violencia. Ayer me entrevisté con algunos de los muchachos de la Red Juvenil, una red de 50 grupos comunitarios que se extiende a los mundos del grafiti, break dance, hip hop, los deportes e inclusive el cuidado de la salud. Desde estudiantes de medicina hasta ex miembros de pandillas, estos jóvenes dicen que la juventud puede usar su tiempo en beneficio de sus comunidades. El 24 de julio, 13,000 de estos jóvenes se reunieron para patrocinar un concierto y un concurso de grafiti. Ahora están listos para llevar estas herramientas a los corazones de sus comunidades.
Complementen esto con un proyecto de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez que mapea la correlación entre violencia e inversiones sociales y económicas. Con la ayuda de desarrolladores urbanos, Red Juvenil hará las elecciones pertinentes para escoger donde usar sus armas de arte y música, involucrar a los niños, y ofrecerles alternativas para aprovechar su tiempo. Probablemente empezará en micro áreas –con un radio de 5 manzanas– pero podrán comenzar a crear nuevas dinámicas de desarrollo positivo en jóvenes que carecían de esperanza.
Combinen esto último con el ejemplar trabajo que han desarrollado agrupaciones empresariales como el Grupo Paso del Norte (organización privada que representa 360 negocios y líderes civiles de El Paso, Ciudad Juárez y el sur de Nuevo México) y FECHAC –fondo creado por empresas del estado de Chihuahua cuyo objetivo es la creación de programas para que los jóvenes terminen la preparatoria, y para que los niños en nivel básico tengan acceso a cuidado después de clases en el que practiquen computación y se diviertan al tiempo que aprenden.
Ahora imaginen a la milicia desempeñando un nuevo rol, asegurando el perímetro de estas pequeñas áreas de 5 cinco manzanas por lado, dando una sensación de seguridad a los niños y jóvenes que estén dentro de ésta. Agreguen a ello el desplegado de fuerzas policiacas a pie a fin de establecer contacto y confianza con y entre los vecinos. Luego, continúen expandiendo el perímetro –dos manzanas a la vez. Continúen incluyendo en la participación a aquellos que ven los beneficios de la seguridad para llevar las lecciones a otras áreas vecinales.
Después sumen a la ecuación una capacidad para institucionalizar el cambio con nuevas escuelas, sistemas de tránsito y proyectos de infraestructura que generen más trabajos y hagan a la economía más competitiva. Esto no es una fantasía. Con el apoyo de USAID, México ha desarrollado las formas de emitir bonos gubernamentales sustentados por planes concretos de inversión. La emisión de estos bonos ya ha recabado sumas que van de los 100 millones hasta los 250 millones de dólares en varios estados, a pagarse en 15 años con tasas competitivas. Combinen todo lo anterior con futuras inversiones del Banco de Desarrollo de América del Norte, o el Banco Inter-Americano, o con fondos privados –digamos para un tranvía entre Juárez y El Paso. Ahora tienen como resultante la promesa sostenida de desarrollo y progreso económico.
Este es el tipo de paquete que los Estados Unidos y México, en conjunto con la participación de ustedes, están buscando generar.
Los problemas de violencia y de descomposición social que son generados por el tráfico internacional de drogas son complejos e interconectados. Para manejar problemas de esta magnitud, necesitamos una estrategia combinada, tanto de los Estados Unidos como de México, basada en la plena comprensión de dicha complejidad.
Los Cuatro Pilares que van “Más Allá de la Iniciativa Mérida” son tal estrategia. Nuestra primordial tarea es implementar todos los elementos de esa estrategia de modo agresivo y eficaz.
Uno de los temas fundamentales de mis comentarios de hoy, es la necesidad de que todos nosotros hagamos más. Déjenme mencionar una última área donde todos sabemos que necesitamos hacer más en los Estados Unidos: la necesidad absoluta de reducir la demanda de drogas ilegales en los Estados Unidos.
Bajo el liderazgo del nuevo Director de la Oficina Nacional de Políticas anti Drogas, Gil Kerlikowske, de quien me congratulo que nos acompañará más tarde, la Administración de Obama ha generado una nueva política. La Estrategia Nacional de Control de Drogas marca un cambio en el paradigma de las políticas domésticas de reducción de demanda en los Estados Unidos. Se requiere de un acercamiento holístico que integre la salud pública, la prevención basada en la comunidad, los tratamientos en el sistema de salud basados en evidencia, e innovaciones en el sistema de justicia criminal. La Estrategia 2010 establece metas cuantificables a cinco años para reducir el consumo de drogas y sus consecuencias; estas metas son:
· Reducir el consumo de drogas en la juventud en un 15%;
· Reducir el consumo de drogas entre los jóvenes adultos en un 10%;
· Reducir el número de usuarios crónicos de drogas en un 15%; y
· Reducir la incidencia de muertes inducidas por drogas en un 15%.
Obviamente, ninguna declaración de políticas generará un decremento en el consumo de drogas por sí mismo. Además de que el consumo de drogas en los Estados Unidos no puede reducirse de un día a otro. Pero la nueva estrategia de la administración ha integrado posturas realistas, ha abierto diálogos significativos con comunidades y con expertos en salud pública, y por primera vez se han establecido metas realistas para reducir la demanda.
El Presidente Obama y la Secretaria Clinton han reconocido la corresponsabilidad de los Estados Unidos respecto a la amenaza compartida del crimen organizado internacional, el tráfico de drogas, y la violencia y el daño que causan tanto en México como en los Estados Unidos. Estamos comenzando a enfrentar esa corresponsabilidad, no sólo en el apoyo gubernamental de los Estados Unidos a México, pero al ir tras el dinero ilegal, al reducir el flujo hacia el sur de armas, y al reducir la demanda de drogas ilegales.
También los estamos escuchando a ustedes en la frontera, y necesitamos establecer mejores y más consistentes maneras de sostener este diálogo, a fin de captar las ideas para acelerar el legítimo y necesario movimiento de comercio y gente. Somos afortunados de contar con el liderazgo de la Universidad de Texas en El Paso, y el Congresista Reyes en esta tarea. De nuevo, Diana y Congresista Reyes, nuestro sincero agradecimiento a ambos.
Las tareas frente a nosotros no son fáciles. Pero se pueden hacer. Tenemos las herramientas para triunfar. Requerirá de compromiso confiable y escrutinio para mantenernos por el buen camino. Es en este espíritu que necesitamos una asociación entre gobierno y sociedad civil, para mantenernos enfocados y dirigidos. En esta tarea, todos triunfaremos juntos. Es la única manera de salir avante.
Gracias.