“La muerte de Colosio desquició al sistema político mexicano y dio paso a uno nuevo”: Lic. Mauro Jiménez Lazcano
Señoras y señores:
Cuando el joven escritor Edgar Robledo Herrera me invitó a participar entre los comentaristas de su libro, para su presentación, me emocioné, porque me di cuenta que se trataba de un tema muy importante para el país, que todavía está inconcluso.
La vida del joven político Luis Donaldo Colosio Murrieta, cuya muerte trágica y prematura consternó al pueblo mexicano hace veinte años.
Al leer el texto volví a vivir cada minuto, cada instante de esos días y meses aciagos de la política mexicana, y volví a experimentar el dolor que nos envolvió a todos y que yo, en particular había casi olvidado en un intento de autoprotección psicológica; así que, cuando terminé de prácticamente beber el texto de Edgar Robledo apresuradamente, parafraseando al clásico: “Colosio estaba ahí”,
Y, en efecto, creo que Colosio está aquí, entre nosotros; en la mente de cada uno de los maduros y viejos que intentamos interpretar el significado y las consecuencias de este proditorio asesinato; pero también me di cuenta que Colosio está en el corazón y en la mente de los jóvenes mexicanos; aún de quienes no supieron de él o no han sabido de él, porque las ideas y los ideales de Colosio han estado latentes desde entonces entre los mexicanos y ahora, al paso de los días, se vivifican.
Un México más justo; un México menos desigual; un México sin hambre; un México sin desempleo; un México con educación y cultura; un México pacífico y con vigencia plena del Estado de Derecho; un México próspero; un México educado y culto.
La figura de Colosio crece cada día; es y será un ejemplo para los líderes nacionales de todos los partidos y de todos los niveles políticos y administrativos; fue sin duda un hombre limpio y honesto; fue un hombre bueno y un líder de su tiempo que deseaba lo mejor para el país y para los mexicanos.
Su discurso del 6 de marzo de 1994 en el Monumento a la Revolución no fue su testamento – político, sino que fue su bandera y estandarte para que detrás de él vaya la juventud que lo conoció y creyó en él.
Su desaparición en Lomas Taurinas marcó un punto de inflexión en la vida política mexicana; después de su muerte nada ha sido igual en México: a los tres años, el PRD ganó las elecciones del Gobierno del Distrito Federal, y a los seis años ganó el PAN la Presidencia de la República.
El magnicidio de Colosio creó una conciencia política nacional que modificó en pocos años el sistema político mexicano; la gente ejerció el voto de castigo y el voto diferenciado, dando lugar a una nueva forma de equilibrio político nacional, en la que participan en el poder, la izquierda y la derecha, que antes estaban al margen.
El pueblo de México cobró conciencia del valor de su voto y de cada voto.
México vive una nueva etapa política en la que, los grandes postulados de Colosio permanecen vigentes y se acrecientan.
El libro de Edgar Robledo se llama “Horizonte Postergado”, frase que me ha hecho reflexionar profundamente; es verdad que con la desaparición de Colosio del panorama político nacional, el país se paralizó y entró en una etapa de descomposición política y social, que apenas hace poco comienza a resolverse y a atacarse con efectividad, aunque en esta difícil tarea tenemos que participar todos los sectores, partidos y fuerzas políticas nacionales; hay que recuperar ese horizonte que ha sido postergado y en esa tarea todos tenemos una responsabilidad.
Es inevitable que el magnicidio de Colosio, quien en aquel entonces, según el sistema vigente tendría que ser ineludiblemente el Presidente, nos recuerde, toda proporción guardada con los idus de marzo de Julio César, con el asesinato de Abraham Lincoln, con el asesinato de Bob Kennedy, que es al que más se parece; con el John Kennedy; con el de Indira Gandhi, de su hijo y sucesor Rajiv Gandhi y en México, con el de Francisco I. Madero y Álvaro Obregón, quien también era entonces Candidato, el 17 de julio de 1928.
Podrá decirse que el todavía no era el Presidente, pero iba a ser, sin lugar a dudas, porque así funcionaba el sistema político mexicano.
Felicito a Edgar Robledo, miembro de esta juventud mexicana activa y patriótica, por el esfuerzo realizado, que revela una investigación profunda y acuciosa de la vida de Luis Donaldo Colosio; y al mismo tiempo le agradezco a Robledo este libro por ser ameno y bien escrito, y necesario para aclarar la historia de México.
Lic. Mauro Jiménez Lazcano.