La gesta heroica de 1810
La Corregidora Doña Josefa Ortiz de Domínguez avisó a Hidalgo que habían sido descubiertos
Por el Lic. Mauro Jiménez Lazcano, Director General de la Revista Macroeconomía y miembro del Club Rotario Plateros Centro Histórico.
Era la madrugada del 16 de septiembre de 1810 cuando el Cura de Dolores Don Miguel Hidalgo y Costilla recibió el aviso de la Corregidora Doña Josefa Ortiz de Domínguez de que habían sido descubiertos en su conspiración para independizar al país del Reino de España.
Fue Aldama quien llegó con el mensaje que había enviado la Corregidora a San Miguel y lo entregó a Hidalgo que estaba reunido con Allende en su casa de la ciudad de Dolores; buscaron también a Abasolo, y fue Don Miguel quien decidió lanzarse de inmediato, ya, a la lucha por la Independencia, serian las tres de la mañana de ese domingo 16 de septiembre, por lo cual el pequeño grupo de hombres se dirigió a la cárcel del poblado y liberó a los presos; Don Miguel les entregó lanzas como armas y de ahí se dirigieron a la Parroquia para llamar a misa de domingo y en ella convocar a la lucha por la libertad de la patria; apenas se juntaron unos 80 hombres sin equipo militar que iniciaron la gran hazaña libertaria de nuestro país.
Don Miguel Hidalgo había dicho antes a Allende, Aldama y Abasolo, que al ser descubiertos “estamos perdidos y no hay más remedio que salir a luchar”; ya al empezar la misa de domingo, el Cura Hidalgo explicó la situación a los feligreses y grito al final: “¡Viva la Independencia! ¡Viva la América! ¡Viva Fernando VII! ¡Muera el Gobierno!” Esas fueron las palabras y los gritos que atronaron mil y mil veces en los campos de batalla durante 11 años de sangrienta lucha. (“México a Través de los Siglos”.- Tomo III, la Guerra de Independencia, escrita por Don Julio Zárate.- páginas 100 a 103, Editorial Cumbre, S.A., México, D.F.).
“La aurora del 16 de septiembre alumbró un pueblo que se alzaba a conquistar su Independencia, guiado por un grupo de hombres esforzados que hicieron pacto solemne con la muerte”, escribió Don Julio Zárate (Ibid. ibidem, página 105).
Marcharon confiando en su voluntad férrea de salvar a la Patria de la servidumbre, de la dominación española y francesa, porque España había sido dominada por Napoleón I y había apresado a los Reyes españoles, a Fernando VII y los patriotas españoles rechazaban esa dominación francesa.
Encabezó el Cura Hidalgo la marcha sobre Salvatierra y prosiguió su avance engrosando su inicial pequeño Ejército que pronto alcanzó cifras de miles de hombres armados de fusiles, lanzas, espadas, instrumentos de labranza, palos y piedras, unos a caballo y la mayoría a pie.
Las voces por la Independencia se fueron multiplicando por todo el territorio del Reino de la Nueva España, que era gigantesco y comprendía en el Norte la provincia de Texas y los enormes territorios de la nueva Baja California incluyendo los poblados de Los Angeles y San Francisco, de Arizona y Nuevo México; y hacia el Sur, el territorio de Nueva España incluía la Intendencia de Mérida y el Reino de Guatemala.
ENORME RIQUEZA DEL REINO DE LA NUEVA ESPAÑA
Era notable para todo el mundo de entonces la riqueza del Reino de la Nueva España. Unos años antes, a principios del Siglo XIX había venido a México el científico alemán Alexander Von Humboldt, quien había declarado a la Ciudad de México la Ciudad de los Palacios y todo su desarrollo había producido en él una gran admiración incluyendo Cuernavaca, población a la que había denominado “la Ciudad de la Eterna Primavera”; el Colegio de Minería era un centro científico de nivel mundial y en él se habían creado tecnologías modernas de su especialidad, como el “método de reducción de patio” también era notable el impulso que se había dado a las Bellas Artes, inclusive creándose una Escuela Nacional sobre esas materias.
MIGUEL HIDALGO LLEGO AL MONTE DE LAS CRUCES
Miguel Hidalgo y su Ejército llegaron al Monte de las Cruces y el 30 de octubre de 1810 ganaron una sangrienta batalla contra los realistas; mientras tanto en la capital, la real Ciudad de México, hubo gran temor, porque pensaban que el Ejército de los Insurgentes produciría graves daños a la población, todavía dominada por los españoles. Tres días estuvo meditando el Padre Hidalgo, estacionado el Ejército en el Monte de las Cruces teniendo a la vista la gran Ciudad de México; pero Don Miguel Hidalgo ordenó retroceder hacia Toluca, temiendo que podría producirse un gran derramiento de sangre en la gran capital virreinal; fue sin duda el sentimiento humano, el temor a ensangrentar la Ciudad de México lo que hizo que el Padre Hidalgo decidiera no tomar militarmente la Ciudad de México; hubo discusiones con Allende, capitán general del Ejército Insurgente, quien estaba resuelto a emprender el ataque a la capital; el desacuerdo con Don Miguel Hidalgo fue tan grande que se produjo un rompimiento entre los dos; la guerra de Independencia se prolongó 11 años y le costó la vida a todos quienes la iniciaron esa madrugada del 16 de septiembre de 1810; pero ellos fueron los que lograron la Independencia de nuestro país.
Honor a la Corregidora Doña Josefa Ortiz Domínguez, a Don Miguel Hidalgo y Costilla, a Ignacio Allende, a Juan Aldama y a José Mariano de Abasolo, y a todos quienes lucharon por la Independencia Nacional.
¡Viva México!