Joaquín Álvarez Ordóñez recibe el Premio Nacional de Arquitectura, en el Palacio Nacional; “es lo más emocionante que me ha pasado en la vida”, dijo
MODERADOR: Tiene la palabra el arquitecto Joaquín Álvarez Ordóñez, Premio Nacional de Arquitectura 2018.
JOAQUÍN ÁLVAREZ ORDÓÑEZ, PREMIO NACIONAL DE ARQUITECTURA 2018: Con permiso de todos ustedes.
Señor presidente de la República, licenciado don Andrés Manuel López Obrador; señor presidente de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México, compañero querido Enrique Riva Palacio, muchas gracias; señor ingeniero Carlos Slim Helú, Premio Nacional de Ingeniería 2018, con un abrazo muy cordial.
Señoras y señores.
Para quien les habla, recibir el Premio Nacional de Arquitectura constituye no sólo un honor, es un aliciente enorme para seguir con ánimo renovado, trabajando por la mejor causa de mi vida: México.
Claro que es motivo de satisfacción de muchos años de trabajo en el servicio público de lucha gremial que fortalecen mi responsabilidad y mi compromiso social para seguir sirviendo con vocación y con mucho más ánimo, con cada vez más información, con el conocimiento y experiencias acumuladas a quienes habitando en amplias zonas urbanas viven sumidos en el atraso y en la pobreza que constituyen la razón de ser de nuestra vocación y a quienes debemos nuestro esfuerzo aún insuficiente.
Para mí como arquitecto este premio constituye una renovada oportunidad y un nuevo impulso en mi vida profesional.
La circunstancia que hoy se me presenta, la de dirigirme al ciudadano presidente de la República para expresarle mi sentir, compartir el interés que tenemos los arquitectos en contribuir hombro con hombro con nuestros hermanos ingenieros en la gran transformación del país que enarbola su gobierno.
En esa gran transformación consideramos importante la creación de un instituto nacional de planeación estratégica y prospectiva con un sólo propósito: visualizar, planificar, programas con perspectiva de largo plazo el futuro que soñamos, no con visión sexenal como siempre lo hemos hecho, sino con un verdadero afán de alcanzar el futuro anhelado de donde deriven acciones concretas y mejorar así de una vez y para siempre los niveles de bienestar que merecen todos los mexicanos.
Por eso, hoy frente a usted le pedimos aproveche el enorme recurso humano formado de nuestras instituciones de educación superior, capacitado en el largo ejercicio profesional, hoy insuficientemente utilizado pero listo para contribuir a lograr ese propósito: el de impulsar para todos los mexicanos el desarrollo al que tenemos derecho.
Propósito truncado de una generación de arquitectos que como yo pensamos hacer de su visión nuestra visión profesional y política. Apoyados en su pensamiento y visión de entonces, hemos propuesto crear un servicio gratuito a partir de la universidad pública y por arquitectos prestando su servicio social a los municipios para apoyar a todo aquel tuviera en puerta la construcción de su vivienda sin contar con apoyo técnico.
Estoy seguro que aun ahora de que daría resultados positivos si se involucrara a los profesionales con las comunidades de todo el país en un gran ejercicio de solidaridad social.
El trabajo de los arquitectos y de los urbanistas para el sector público ha perdido su carácter democrático y competitivo.
Es menester abrir la oportunidad de participación a través de procesos de licitación transparente dentro del marco de la ley a todos los que siendo aptos y cumpliendo los requisitos de capacidad y experiencia deban de participar.
Estamos convencidos, al igual que usted, que es ahora la gran oportunidad de México de aprovechar a fondo el momento de dar paso a la renovación del país, de sus instituciones, de su sociedad, de su economía, donde los arquitectos estemos incluidos a participar a favor de aquello que hemos demostrado que sabemos hacer y hacerlo bien, señor presidente.
En momentos especialmente retadores, como los actuales, resuena el glorioso momento de la república restaurada de 1867 a 1872, cuando se impulsó el principio de legalidad, se hizo patente la genuina división y autonomía de poderes, se dio paso al Estado laico, se conformó un proyecto de nación y se planteó un programa de gobierno.
Con la república a cuestas, Benito Juárez cargó la esperanza de la nación y en un país pacificado puso en marcha la modernización de México. En aquella época se empeñó en dotar de dignidad a una nación como la mexicana, humilde, que encuentra en el trabajo su más genuina satisfacción.
Con ese ímpetu, con esa visión del presidente Juárez, y desde entonces los arquitectos y los ingenieros, hemos demostrado una y mil veces de lo que somos capaces cuando se trata de asuntos de la nación.
Hemos tenido compañeros inolvidables e irrepetibles en su quehacer y en sus aportaciones solidarias al bienestar de México.
Basta recordar a ciudadanos como el ingeniero Bernardo Quintana, maestro de la organización en el aprovechamiento de valores y de oportunidades; y mi recordado y ya citado Carlos Lazo, que nos enseñó el valor de la política al servicio de la sociedad. Ambos nos enseñaron a transformar las ciudades y la geografía de la nación para beneficio de todos los mexicanos.
Con estos antecedentes estamos orgullosos de los profesionales ingenieros y arquitectos que nos antecedieron y supieron interpretar con acierto la solución de las demandas y anhelos de la sociedad de las distintas épocas en que les tocó servir, siempre con ahínco, con entrega, con responsabilidad y con profesionalismo creando la infraestructura de la que hoy gozamos y que hemos heredado gratuitamente, privilegio que honramos con convicción a lo largo de nuestra vida personal y profesional.
El haber recibido el Premio Nacional de Arquitectura, además de su enorme significación profesional, tiene para mí mayores simbolismos que me hacen guardar en mi corazón este inolvidable evento.
Aparte del valor del reconocimiento recibido constituye un hecho de gran trascendencia en primer término que sea de manos del presidente del cambio social, Andrés Manuel López Obrador.
En segunda instancia, el haberlo compartido con un ingeniero mexicano con valores técnicos universales, visionario y patriota, mi querido amigo Carlos Slim.
El tercer componente que lo hace inolvidable lo constituye la presencia de todos ustedes, mis compañeros, mis amigos y mi familia que mucho me honran con su presencia.
Por eso aquí y ahora les pido a los arquitectos e ingenieros frente a usted que vayamos todos juntos a la conquista de los valores y oportunidades que nos permitan servir mejor a México.
Vayamos todos juntos, cada quien con sus capacidades y con sus posibilidades, apostando lo mejor de nuestra vida para contribuir a lograr lo mejor para este inigualable país.
Pensemos en grande, no perdamos nunca nuestro sueño.
¡Qué viva México!
Muchas gracias.