El timón invisible de las empresas
Si la empresa es invención humana orientada a la creación de prosperidad y el desarrollo humano, es lógico que ambas vayan de la mano. A la hora de actuar en la organización, empresa y persona van aparejadas y se sostienen en un vínculo indisoluble.
A las empresas las hacen las personas, es una verdad de Perogrullo, no obstante, al interior de las organizaciones hay quienes llevan el timón. Aunque no sean precisamente personajes visibles, en sus espaldas recae la responsabilidad de conducir a la empresa hacia los objetivos trazados por la Alta Dirección.
Los Mandos Intermedios son ese timón invisible encargado de orientar el trabajo hacia los objetivos, porque conocen las coordenadas de cada una de las personas que están bajo su cargo. Es decir, ser trata de la persona que conoce muy bien su área de actividades, metas, los procesos operativos y a su equipo de trabajo. Un Mando Intermedio sabe cuál es la madurez, conocimientos, habilidades y grado de compromiso de cada uno de los integrantes de su equipo de trabajo.
El mejor timonel para una empresa es aquella persona que cuenta con habilidades de planificación, organización y control, que sabe evitar el desorden y la descoordinación. Es una persona capaz de definir tareas y asignarlas a las personas adecuadas, que sabe establecer plazos, proporcionar medios y organizar métodos justos de supervisión.
La fortaleza del Mando Intermedio reside en su autoconfianza y en su capacidad de organizar esfuerzos. Sabe dar ejemplo, ser fiel a los valores de la empresa, prometer solo aquello que puede conseguirse y cumplir siempre con lo que promete.
El Mando Intermedio es el encargado de un área funcional dentro de la empresa y pesa sobre él una enorme responsabilidad.
Podría decirse que las empresas están en manos de sus Mandos Intermedios, dado que son los responsables de la operación diaria de las compañías. Son gestores del equipo que necesitan y al igual que los altos directivos, desarrollan habilidades de liderazgo.
Estos timoneles acceden a su puesto gracias a un perfil altamente calificado, pero en muchos de los casos, recibido nula formación en lo que respecta a la gestión de personas, la retención de talento o la resolución de conflictos.
Conducir grupos y personas, es una vocación innata para algunos. En muchos otros es resultado del perfeccionamiento de sus competencias y habilidades gerenciales, producto de la capacitación y de afinar detalles, de aguzar sus talentos.
Para las empresas u organizaciones, la capacitación del capital humano debe ser de vital importancia porque contribuye al desarrollo personal y profesional de los individuos a la vez que redunda en beneficios para la empresa.
A través de la formación y el perfeccionamiento, las organizaciones hacen frente a sus necesidades presentes y futuras utilizando mejor el potencial humano con que cuentan, a la vez, sus timoneles reciben reconocimiento y aliento para llevar a buen puerto los objetivos de la compañía.
La empresa es un círculo virtuoso donde entran en juego cada uno de sus integrantes, colaborando de entrada con sus habilidades y talentos. La empresa también es un círculo donde confluyen aspectos tan sensibles como la motivación, el impulso para lograr la colaboración eficiente, que se traduce luego en mayor productividad.
Para transformar una organización, es imperativo que la alta dirección y los Mandos Intermedios hablen el mismo lenguaje y compartan los mismos valores, para ello son requisitos la formación y el perfeccionamiento de habilidades del capital humano.
Si las empresas las hacen las personas, una persona motivada, que recibe actualizaciones sobre su desempeño, así como capacitación constante y cualificada, sin duda dará mejores resultados a la organización.
Retomo la idea del timonel, porque de este personaje depende la conducción de un barco. Imaginemos el escenario. Si la persona que lleva la nave no tiene tacto para guiar a la tripulación, si no sabe descifrar los mapas ni conoce el camino, ni tampoco ejerce liderazgo, la barca se irá a la deriva.
Así el Mando Intermedio, su responsabilidad es conducir con liderazgo, enfrentar conflictos, resolver crisis, detectar y coordinar talentos, impulsar a su equipo de trabajo y dar resultados; rendir buenas cuentas a la Alta Dirección.
La aportación de un Mando Intermedio con la correcta formación y perfeccionamiento constituye una generación de valor para la empresa, logrando la satisfacción de cada cliente.
Por Alfonso Aguilera Gómez, Director General de ICAMI. Cuenta con una Master en Dirección de Empresas para Ejecutivos con Experiencia, por el IPADE.